Manuel A. Paz y Miño
Al leer el título de esta obra lo relacionamos inmediatamente con el
de Augusto Salazar Bondy: La filosofía en el Perú: panorama histórico
(Lima: Editorial Universo, 1967, págs. 129). Sin embargo, Quintanilla nos dice
en el prólogo que aunque “es el objetivo de este libro, pensar filosóficamente
al Perú” , “no se trata de un libro especializado en algún área específica del
conocimiento” (pág. 11), y que está conformado por algunos escritos originales
y los demás son versiones corregidas y actualizadas de artículos ya publicados
en formato físico o virtual (p. 12). Es decir, su libro es una compilación de
sus textos tanto académicos como divulgativos de diferentes extensiones,
escritos en diferentes momentos y para diversas publicaciones periódicas.
Esta publicación tiene seis partes, la
primera llamada Filosofía peruana que empieza con el siempre interesante y
controversial problema de si hubo pensamiento filosófico prehispánico,
mencionando a los que defienden qué la filosofía nació en Grecia por las
condiciones particulares que se dieron ahí y los que dicen que también la hubo
y la hay en las sociedades no occidentales para no hacerlas menos
intelectualmente ampliando el significado de filosofía. Quintanilla no define a
ésta, no la caracteriza ni dice en qué circunstancias aparece para entender
mejor de qué se trata el problema, pero califica a ambas posturas de
eurocentrismo enmascarado (p. 15). Y aclara muy bien la simultaneidad y
entrelazamiento de la filosofía con la ciencia, junto con la teología y la
poesía, y que podría haber sociedades con ciencia y no filosofía y viceversa,
otra vez, sin esclarecer el por qué (p. 16).
Después de explicar la universalidad de
algunos procesos mentales de nuestra especie (p. 19-21), menciona registros de
la época colonial que hablan de filósofos, pero no de qué enseñaban, y de
indicios de “intuiciones y presupuestos filosóficos”, que los quipus también
podrían decirnos algo al respecto, pero aún falta descifrarlos, como también
los primeros diccionarios de quechua y aymara por los evangelizadores, y que
hay que investigar en las palabras antiguas de las lenguas originarias vivas
(p. 21-25).
Luego se ocupa de algunos filósofos
virreinales y republicanos, pero solo hasta inicios del siglo xx. Seguramente
publicará próximamente sobre otros pensadores posteriores como lo hizo, en su
momento, David Sobrevilla (1938-2014)[1].
Después hace un giro para hablar de la
moral y las emociones en el filósofo empirista inglés Hume, donde menciona a la
sociedad peruana en cinco líneas (p. 72-73). Sigue con “nuestra” historia en el
idealista alemán Hegel, sin decir nada del Perú. Luego toca al compatriota de
éste, Marx, el creador de la concepción materialista de la historia, y su
influencia en el Perú en pensadores políticos como Haya y Mariátegui, sin
mencionar al filósofo Guardia Mayorga pero sí a su colega Abimael Guzmán, que
fue líder del movimiento subversivo --y derrotado-- Sendero Luminoso, hasta
llegar a la presidencia de Pedro Castillo, a quien no lo considera de izquierda
por el tipo de gobierno que tuvo (p. 86-87), a pesar de que obtuvo la victoria
con el partido Perú Libre, declarado abiertamente marxista.
También nos habla en esta parte de la
paradoja de que las ideas marxistas contra la dominación y la explotación de una
clase sobre otra, en la práctica, éstas pasaron a ser ejercidas por los
partidos (comunistas) gobernantes (p. 84) y que la historia no tiene un fin
predeterminado como creía Marx (p. 85). No obstante, rescata el análisis
marxista que muestra la brecha entre pobres y ricos en el capitalismo, y en
donde se abandona a los primeros en países como el nuestro. Con todo, menciona
a los países capitalistas europeos y escandinavos con estados fortalecidos que
invierten en buenos sistemas de educación y salud (p. 90).
Sigue con un texto sobre las ideas de
Darwin en las ciencias sociales para plantear la relación entre “el orden (o
caos) que reina en el tráfico vial de una ciudad y el destino social, moral,
político y económico de esa sociedad” como los que se dan en una ciudad
latinoamericana y otra escandinava (p. 95-96).
El texto siguiente sobre Freud y
Wittgenstein, y el lenguaje como terapia, termina sobre los debates académicos
y las discusiones políticas y mediáticas “sobre los acontecimientos dolorosos
que nos han ido modelando como nación” (p. 107).
El interesante título del artículo
“¿Libres para elegir?”, una pregunta filosófica clásica, es de un poco más de
dos páginas y no menciona al Perú para nada. En el que le sigue, que trata
sobre la libertad y el deseo, sí lo hace en relación a los que son liberales en
lo económico pero no en lo político y lo ideológico (p. 115). El texto
siguiente sobre mestizaje y creatividad termina observando que los filósofos
académicos peruanos y latinoamericanos se enmarcan tanto en la tradición
occidental como local lo que podría ocasionar el surgimiento de posiciones
originales (p. 120).
Según nos dice en el prólogo, la segunda
parte Filosofía desde el Perú
trata de pensadores y temas filosóficos relacionándolos con nuestro país (p.
12). Esto es evidente y de manera explícita en menor o mayor grado cuando trata
de Foucault, Rorty, el pragmatismo, las raíces biológicas de la moral, y el
diálogo público y la fuerza de las razones, pero no cuando escribe sobre
Murdoch, Frankfurt, la cantidad de amigos que se puede tener, una comprensión
de la religión para el siglo XXI (concepción semejante a las habidas en Fromm,
Eliade y otros en el s. XX[2]),
y diálogo e ideas.
Dice también que la tercera parte El Perú
desde una perspectiva filosófica, trata de
temas que no son necesariamente filosóficos, pero que sí le atañen al
país (p. 12) (y claro, a los filósofos como pensadores críticos y ciudadanos
preocupados), como la democracia envilecida, la teoría conspiranoica de la
ideología de género, la crisis política, los intelectuales acríticos del
capitalismo, inclusión sin subordinación, mafias, Estado y democracia, sobre la
poca institucionalidad y la violencia, y la minería contaminante abusiva, pero
en Sobre la ingenuidad y la frivolidad no explícita su relación con el Perú.
La cuarta parte aborda problemas de la
educación peruana: hace una defensa de
las humanidades y especialmente de la filosofía (págs. 246-247), el desarrollo
y la mediocridad de las sociedades debido a sus universidades, un sistema
educativo meritocrático para el desarrollo social, económico, político,
científico, tecnológico y cultural del Perú (págs. 254-256), la necesidad del
liderazgo de las universidades en nuestro país (p. 259), la necesidad de una
formación especializada y ética de nuestros profesionales universitarios (p.
263), la eliminación del curso escolar de filosofía y sus consecuencias
negativas en la enseñanza de la ética, la epistemología y la lógica así como la
historia de las ideas en el Perú y Latinoamérica (págs. 264-265), la falta de
“adecuada educación política” evitando “el fundamentalismo y la ideologización”
en las universidades peruanas (y extranjeras) (págs. 266-267), la necesidad de
las universidades de formar en conocimientos especializados pero también
generales que den sentido y objetivo (págs. 271-273).
La quinta parte Geografías, habla de la
avanzada educación universitaria brasileña, la insuficiente inversión chilena
en este sector, los gobiernos mexicanos del PRI con buenas universidades,
compara el futuro del Uruguay con el del Perú, lo que podríamos aprender de los
problemas de Europa, EEUU y la guerra ruso-ucraniana, y la posibilidad de
mejoras educativas y laborales gracias al turismo en el Valle del Colca.
La sexta y última parte, Libros, son
comentarios relativos a obras y autores peruanos variados.
Dada la diversidad de temas y cantidad de
artículos (53) del libro de Quintanilla, muy bien podría agregarse al subtítulo
Textos escogidos, volumen I. Y por su variados intereses filosóficos y en los
problemas del Perú, seguramente publicará próximamente otro libro similar.
[1] En Repensando la tradición nacional I: Estudios sobre la
filosofía reciente en el Perú. Vol. I:
Iberico, Guardia Mayorga y Wagner de Reyna – Vol. II: Peñaloza, Salazar Bondy y Miró Quesada (Lima,
Editorial Hipatía, 1988) y en La filosofía contemporánea en el Perú:
Estudios, reseñas y notas sobre su desarrollo y situación actual (Lima:
Carlos Matta editor, 1996).
[2] Véase Paz y Miño Conde, Manuel Abraham (1995). El autoritarismo y el humanismo según Erich Fromm. Su visión del hombre, la religión y la ética. Lima: Ediciones de Filosofía Aplicada, p.34, n. 1 p. 64.
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