IS PHILOSOPHY OBSOLETE?
Manuel A. Paz y
Miño Conde
Lic. en Filosofía
por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Mag. en Ética Aplicada por la
Universidad de Linköping, y presidente del Instituto Humanista Racionalista del
Perú
Correo-e: mapymc@yahoo.com
Resumen
En este artículo
veremos: 1º. cómo, en la antigüedad, la filosofía contenía el germen de lo que
ahora llamamos ciencia; 2º. cómo ésta, a fines de la época moderna, se separó y
distinguió de aquélla al lograr un conocimiento mejor observable y verificable
y ya no meramente racional y especulativo y, por lo tanto, rezagado y obsoleto;
3º. las críticas contemporáneas de las filosofías positivista, neopositivista y
analítica contra la filosofía metafísica a la que consideraban superada por la
ciencia; 4º. cómo, por los avances científico-tecnológicos y los cambios
sociales y axiológicos del siglo pasado y las últimas décadas, conllevaron a la
reflexión y los aportes tanto de filósofos como científicos, a algunos
problemas limítrofes entre la ciencia y la filosofía; 5º. algunas críticas a la
filosofía académica; 6º. la responsabilidad y el compromiso que podrían asumir
los filósofos universitarios como intelectuales de su sociedad y época; y 7º.
el alcance y la influencia de sus escritos en su realidad especialmente de
algunos que aún viven y son conocidos nacional e internacionalmente.
Palabras clave: filosofía académica, crítica, ciencia, ética.
Abstract: In this article we will see: 1º. how, in antiquity, philosophy contained the germ of what we now call science; 2º. how the latter, at the end of the modern era, separated and distinguished itself from the former by achieving a better observable and verifiable knowledge and no longer merely rational and speculative and, therefore, lagging behind and obsolete; 3º. the contemporary criticisms of positivist, neopositivist and analytical philosophies against metaphysical philosophy, which they considered to be surpassed by science; 4º. How the scientific-technological advances and the social and axiological changes of the last century and the last decades led to the reflection and contributions of both philosophers and scientists to some borderline problems between science and philosophy; 5th. some criticisms to academic philosophy; 6th. the responsibility and commitment that university philosophers could assume as intellectuals of their society and time; and 7th. the scope and influence of their writings in their reality, especially of some who are still alive and are known nationally and internationally.
Key words: academic philosophy, criticism, science, ethics.
Introducción
La filosofía
entendida como saber académico sigue una tradición que empezó en la antigüedad
griega donde no se diferenciaba de lo que era considerado ciencia. Esto
continuó hasta fines de la modernidad europea donde los “científicos” se
separan de los “filósofos” adoptando lo verificable y lo demostrable, los
primeros, y dejando lo especulativo y lo no verificable, a los segundos. En la
época contemporánea surgieron escuelas filosóficas como el positivismo, que
planteaba que la fase más primaria del pensamiento humano era la religiosa, la
intermedia la filosófica, y la superior la científica; el empirismo lógico,
neopositivismo o positivismo lógico fue más radical y planteó que solo con el
método científico se obtenía conocimiento valedero; y la filosofía analítica
que tenía una cercanía con la investigación científica y postuló que la
metafísica carecía de sentido al analizarse bajo la lógica.
En
lo que sigue veremos muy sucintamente el desarrollo histórico de la filosofía,
como dio origen a la ciencia separándose de ella, sus críticos y su
resurgimiento en la época contemporánea y que aún continúa en el presente.
¿Filosofía versus
ciencia?
Con la aparición
de personas que se dedicaron a observar su mundo circundante y a explicarlo con
elementos distintos a los de la religión que les enseñaron sus padres, se da el
inicio del pensamiento filosófico, sea en la Antigüedad en Grecia[1],
China[2],
India[3] o
en cualquiera otra parte del planeta. Pero también a la vez se pone el germen,
en las costas egeas, de lo que actualmente llamamos ciencia.
En
otras palabras, los antiguos filósofos griegos no hacían distinción, como la
hacemos hoy nosotros, entre filosofía (del griego φιλοσοφία, amor a la
sabiduría o el conocimiento) y ciencia (del latín scientia, conocimiento). Tenemos el caso de Platón (427 - 347
a.e.c.), quien se dice puso un letrero en su famosa Academia: “Nadie entre si
no sabe geometría” y su discípulo Aristóteles (384-322 a.e.c.), considerado el
padre o iniciador de los conocimientos de lo que hoy llamamos ciencias como la
psicología, la ciencia política, la sociología, la biología, la zoología, la
embriología, la meteorología, entre otras, a pesar de que trató de explicar los
fenómenos naturales y sociales en base a observaciones rudimentarias y no
controladas rigurosa ni metódicamente.
Ya
en el Renacimiento, el italiano Galileo Galilei (1564-1642), realizó
experimentos controlados y anotados dando paso al método científico
observacional y experimental y dejando de lado a la autoridad aristotélica
meramente teórica y especulativa. Descubrió la primera ley del movimiento:
todos los cuerpos caen, sin el aire, con la misma aceleración, independientemente
de su masa o peso, gracias a la invención de su telescopio, pudo observar las
montañas de la Luna (que no era una esfera traslúcida y perfecta como decía
Aristóteles), los satélites de Júpiter, las “asas” de Saturno (en realidad sus
anillos), las fases de Venus, las manchas del Sol y nuevas estrellas. En 1610,
publica el Mensajero de las Estrellas
donde concluye que el sistema heliocéntrico copernicano es el acertado y no el
geocéntrico ptolemaico y ese mismo año obtuvo el puesto de Primer matemático de
la Universidad de Pisa y el de Primer matemático y Primer filósofo del gran
duque de Toscana. El Tribunal de la Santa Inquisición declara en 1616 al
heliocentrismo copernicano herético y así se le prohíbe a Galileo enseñarlo.
Pero éste se reafirma en su postura en su Diálogo sobre los dos máximos
sistemas del mundo de 1632 y el Santo Oficio lo obliga a abjurar de ella,
si no sería torturado, él lo hace y se lo llega a condenar a prisión perpetua pero
el Papa Urbano VIII se la cambia a arresto domiciliario de por vida en 1633
(para más sobre el caso Galileo v. Artigas y Shea (2009) o Mayer (2012).
En
la época moderna, la obra cumbre del inglés Isaac Newton (1642-1727) son los
tres tomos llamados Principios
matemáticos de la filosofía natural (1687) que integran las bases de la
física y la astronomía escritos en términos de la geometría pura y en donde
plantea sus tres famosas leyes del movimiento: de la inercia, la mecánica y el
principio de acción y reacción (para más v. Guillamon et. al. 1989).
De
ese modo, ya en el siglo XVII se distingue más claramente los métodos usados
por los filósofos naturales. En 1833 la palabra scientist (científico en inglés) la comienza a usar el británico
William Whewell (1794-1866) para referirse a los filósofos naturales, es decir,
a los practicantes de lo que se llamaba filosofía, filosofía natural o
naturalismo, esto es, el estudio de las leyes naturales. Y los antecesores de
los actuales científicos de la conducta y la sociedad se llamaban filósofos
morales.
Entonces,
ya era claro a fines del siglo XIX, que los filósofos naturales o científicos
empezaron a rechazar lo meramente especulativo e imaginativo a lo que se
dedicaban los filósofos tradicionales encerrados en sus torres de marfil. Y por
eso decidieron llamarse científicos y no filósofos para diferenciarse de estos.
Así,
lo observable, experimentable y comprobable pasó a ser signo de la ciencia, y
lo irresoluto, ininteligible y desconocido quedó como legado de la filosofía
siendo ésta rezagada, aparentemente, en el conocimiento, y superada, por
aquélla. Y, peor, algunas posturas filosóficas como el empirismo, el
positivismo, el materialismo dialéctico, el neo positivismo y la filosofía
analítica o empirismo lógico cuestionaron y rechazaron, en su momento, las afirmaciones
de tipo metafísico.
Críticas a la filosofía universitaria
Algunos filósofos como por ejemplo el estadounidense Paul Kurtz
(1925-2012), que enseñó en la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, han
cuestionado la filosofía analítica académica en el mundo angloparlante al
considerar
mucha
de esa filosofía irrelevante. Es como una uña crecida hacia dentro, doblada
sobre sí misma, ulcerándose con agudas distensiones lingüísticas y sofisterías
dolorosas. El problema con la filosofía técnica es que tiene incapacitada a la
misma filosofía, así que cojea como un fraile mendicante en un monasterio distante
en una isla remota en medio de un mar vacío (Kurtz 2008, 16).
Aunque
reconoce que “se ha derivado a partir de la empresa filosófica mucha virtud,
sabiduría intelectual, claridad lógica y excelencia moral”, los filósofos no
tienen “mucho impacto” en la actualidad y la mayoría de ellos parecen “monjes
célibes que leen sus textos sagrados con matices en la modulación y queriendo
decir que el mundo pasa por ellos (aunque actualmente son las revistas
profesionales las que sirven como sus escrituras)” (íd.).
Esta
filosofía “es muy inconsecuente con los grandes temas de interés
intelectual y significación social. Medita acerca de cuestiones
formales, algunas sin contenido o relevancia real”
(íd.). Es muy erudita,
con el resultado que los filósofos han tornado
como su tarea principal el impartir conocimientos a hordas de pregraduados
universitarios inseguros o el iniciar a los candidatos al doctorado
supervisando temas de tesis de poca importancia para cualquiera menos para
ellos. Mientras lo hagan de esa forma, los genuinos problemas intelectuales
concernientes al significado y la existencia serán ignorados. El miedo al
comentario mordaz del igual censura los intereses no conformistas; siempre
existe la corroyente preocupación de lo que dirán los colegas profesionales.
Existe la carga del chisme exclusivista que agobia al filósofo y lo mantiene en
sumisión (op. cit., 17).
Muchos
de los grandes filósofos de la historia no aprendieron filosofía en una
academia o universidad, no enseñaron en ellas y/o tuvieron otras ocupaciones.
Ahí están Spinoza, Descartes, Locke, Berkeley, Hume, Mill, Marx o Kirkegaard.
Wittgenstein fue una excepción, así como también dieron cátedra Platón,
Aristóteles, Kant, Hegel, Russell, Heidegger y Dewey (íd.).
La
filosofía al servicio de una religión como la Iglesia católica en el medioevo o
el Estado como el de los países (llamados) comunistas en el siglo XX limitó sus
capacidades creativas. De forma parecida, la filosofía de las instituciones de
enseñanza superior hace que dicte “que es investigación filosófica legítima”
(op. cit., 18).
La
profesionalización de la filosofía, la ha convertido en una carrera más, con
sus asociaciones o colegios y revistas, la búsqueda del doctorado y el
nombramiento de una plaza laboral gracias a las publicaciones[4].
Como en cualquier otra profesión, los filósofos solo leen lo que publican sus
colegas.
La filosofía debe mantener vivo nuestro sentido de asombro. Debe tratar con cuestiones mayores: ¿Cuál es la naturaleza de nuestro conocimiento del Universo? ¿Qué significa todo esto, si es que significa algo, y cómo encaja todo junto, si en verdad lo hace? ¿Existe Dios o Mamón? ¿Existe un propósito final para la existencia humana? ¿La vida tiene sentido per se, o solamente se nos presenta con oportunidades? ¿Está la naturaleza humana determinada o es indefinida, llena de riesgo y aventura indeterminados? ¿Qué es la sociedad buena, y podrá ser alguna vez lograda final y completamente? ¿Cómo debe vivir una persona si desea encontrar satisfacción y significado en los breves y pocos años de la vida? (op. cit. 19).
En
otras palabras, debe regresar a sus preguntas clásicas y que tienen más de una
respuesta. Para eso los filósofos deben conocer de ciencias naturales, sociales
y conductuales, así como política, literatura y arte (id.). Incluso de religión
diríamos.
Con
todo, el centro de influencia y poder intelectual lo ejercen los medios masivos
de comunicación (op. cit., 21) (y las redes sociales en el presente). A través
de ellos se propagan el resurgimiento del fundamentalismo religioso y los
cultos de lo paranormal que para muchos filósofos técnicos su discusión sería inapropiada,
pero hay la necesidad que la hagan (op. cit., 24). A eso se suman los problemas
aparecidos por el desarrollo de nuevas tecnología y campos de investigación
científicos (op. cit., 25). La filosofía tiene un papel importante que jugar
aquí
porque puede ayudar a mantener viva la inteligencia critica, la
sabiduría reflexiva y la incredulidad escéptica tan esenciales para el
desarrollo del conocimiento. Estamos rodeados por todos lados por gente que
intenta vender sus mercancías a consumidores ingenuos crédulos (op. cit.
25-26).
También
la reflexión filosófica es necesaria para enfrentar lo rápido del cambio social
influenciada por la innovación tecnológica (op. cit., 26). Justo estamos
viviendo la irrupción de la inteligencia artificial en las diversas esferas de
la vida.
Otro
estadounidense, Robert Frodeman (1958-), que enseñó en la Universidad del Norte
de Texas, también cuestiona la filosofía como carrera universitaria al darse:
la ubicación de la filosofía dentro de una institución moderna (la
investigación universitaria) a finales del siglo XIX. Esta institucionalización
convirtió a la filosofía en una disciplina que solo podía cursarse seriamente
en un ambiente académico. Este hecho representa uno de los fracasos
persistentes de la filosofía contemporánea (Frodeman 2016).
La
filosofía antes de ser universitaria “nunca tuvo una sede central”, los filósofos podían
ser diplomáticos, pulidores de lentes, pensionistas o universitarios, se
volvieron expertos “como los demás especialistas disciplinarios”. De ese modo,
la filosofía “quedó “purificada” –separada de la sociedad en el proceso de
modernización–” y eso debido al avance de las ciencias naturales y su
diferenciación y separación de ella cerca de 1870 y el surgimiento de las
ciencias sociales una década después (íd.).
Además,
estuvo el hecho de “haber colocado a la filosofía, junto a estas ciencias, como
una disciplina más dentro de la investigación universitaria moderna. Como
resultado, la filosofía –que había sido la reina de las disciplinas– fue
desplazada, mientras las ciencias naturales y sociales se dividían el mundo
entre ellas” (íd.). De esa manera, “[l]a filosofía, como disciplina, se
convirtió en el estándar imperante para lo que se consideraría la filosofía adecuada…”. Así:
La filosofía adoptó el modus operandi científico de la producción
de conocimiento, pero no logró alcanzar el nivel de las ciencias en el sentido
de generar un progreso en la descripción del mundo. La incapacidad de la
filosofía para igualar el éxito cognitivo de las ciencias ha hecho mucho ruido,
pero la muy exitosa imitación que la filosofía hace de la forma institucional
de esas mismas ciencias ha pasado inadvertida. Nosotros también producimos
artículos de investigación. A nosotros también se nos mide con la misma vara:
el examen de nuestra producción, arbitrada entre pares. Nosotros también desarrollamos
subespecializaciones más allá de la comprensión de la persona común. En todas
estas formas somos intensamente “científicos” (íd.).
La
filosofía no debió ser purificada, especializarse. La condición innata del
pensamiento filosófico es estar “presente en todos lados, [ser] frecuentemente
intersticial, esencialmente interdisciplinario y transdisciplinario por
naturaleza” (íd.).
Su “purificación” separó la búsqueda
del conocimiento de la vida virtuosa: “El saber y la búsqueda del bien estaban
íntimamente ligados. Se entendía, por lo general, que el propósito de la
filosofía era buscar el bien y no simplemente reunir o producir conocimiento”
(íd.). A fines del siglo XIX, Kierkegaard y Nietzsche demostraron que la
filosofía no podía fundamentar una norma común para escoger un estilo de vida
sobre otro:
Así
es como Alasdair MacIntyre explica la posición que tiene la filosofía
contemporánea: insignificante en la sociedad, marginal en la academia. Hubo una
pequeña oportunidad en que la filosofía pudo haber sustituido a la religión
como el pegamento de la sociedad. Pero ese momento pasó. La gente dejó de
escuchar cuando los filósofos se concentraron solamente en debatir entre ellos
(íd.).
Al separarse el conocimiento y el
bien, “los científicos pudieron ser considerados expertos, pero no hay
consejos, ni lecciones morales, que se puedan obtener de sus trabajos”… y
“[p]ara muchos, la ciencia se convirtió en un cheque, y el científico, en un
instrumento “de-moralizado” reclutado para el servicio del poder, la burocracia
y el comercio”. En eso la filosofía imitó a la ciencia:
La
actividad filosófica recayó en una competencia por probar qué tan astuto se
puede ser para crear o destruir argumentos. Gracias a una hiperactiva y
productivista licuadora de erudición, hoy por hoy, los filósofos se mantienen
encadenados a sus computadoras. Como las ciencias, la filosofía se ha
convertido, en gran medida, en una carrera técnica cuya única diferencia radica
en que nosotros manipulamos palabras en vez de genes o químicos. Quedó perdido
el otrora sentido común, según el cual los filósofos hemos de buscar la vida
conforme al bien: que debiéramos, a pesar de nuestros fallos, ser ciudadanos y
seres humanos ejemplares. Al convertirnos en especialistas, hemos perdido de
vista el todo. Hoy, el objetivo de la filosofía es ser listo, no bueno. Este ha
sido el meollo de nuestra perdición” (íd.).
Resurrección de
la filosofía
No obstante que,
en general y el presente, la filosofía académica, universitaria o profesional,
se ha vuelto una mera hermenéutica y exégesis repetitivas de las ideas de los
grandes filósofos de la historia o de los que están de moda en el mundo
desarrollado en la actualidad, y de esa manera sigue atrapada en el pasado y
limitada en el presente, también en el siglo XX algunas de sus ramas,
especialmente la filosofía de la ciencia y la filosofía moral o ética, lograron
un nuevo protagonismo, aunque no exclusivo pues aún se mantiene la enseñanza y
el estudio de la metafísica y de las demás ramas filosóficas tradicionales
doquiera que se enseñe filosofía al menos en la forma convencional.
Sin
duda, el auge de la filosofía de la ciencia y la ética se explica, gracias a
los nuevos descubrimientos e inventos de la ciencia y la tecnología aunados a
las dos guerras mundiales, revoluciones por doquier, ingentes movilizaciones
migratorias y muertes masivas. Es decir, conforme nuestra especie conoce, crea
y sufre más, sus dudas e interrogantes también crecen y sus valores cambian.
Por
ejemplo, en el siglo pasado, con el descubrimiento de la energía atómica y su
aplicación bélica sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, se
cuestionó nuestra capacidad de entender y transformar la realidad hasta el
punto de destruirla. Con todo, debido al apogeo de la pax americana, la consiguiente independencia de las colonias
africanas y asiáticas de las metrópolis europeas y la aparición de la Cortina
de Hierro se creó un nuevo orden mundial con el inglés como lingua franca y el dólar como medio de
intercambio comercial internacional y el mundo quedó dividido en pro
capitalista y pro socialista. Posteriormente, ya caído el bloque soviético y
sus satélites, el capitalismo se mantiene como el sistema económico imperante
en todo el mundo, aunque en China el Estado siempre mantiene su presencia en
los negocios domésticos y foráneos del país.
Otro
ejemplo se da nivel de la fecundación artificial con la que ya no son
necesarias las relaciones sexuales no solo para los casos de padres o madres
con problemas para fecundar o embarazarse respectivamente sino para aquellas
personas solteras que quieran tener hijos gracias a donantes anónimos de
esperma u óvulos, y también de madres subrogadas que permiten el desarrollo de
fetos ajenos a ellas. Por otro lado, con los avances de la ingeniería genética
se puede clonar o reproducir réplicas de individuos biológicos lo que lleva a
la posibilidad de clonar no solo animales y plantas sino también seres humanos
y, de ese modo, cuestionar su origen artificioso, status y posibilidades de
explotación como proveedor de los órganos que pueda necesitar el original (eso
ya no es necesario con el cultivo de las células madre multiformes).
Además,
con el liberalismo moral, legal y político, millones de mujeres a nivel mundial
han tenido y tienen la libertad de abortar sin temor a represalias penales
donde el uso de tal práctica es defendido por la ley. Cosa similar pasa con el
matrimonio igualitario de los homosexuales legalizado en Australia, Taiwán y
Tailandia y diversos países de América y Europa y la eutanasia pasiva y activa
que están restringidas a pocos países.
Y
el gigantesco desarrollo de las ciencias de la computación o informática nos ha
dado la inteligencia artificial con la cual no solo podemos ahorrar mucho
tiempo y energía en obtener información, crear una diversidad de soluciones a
problemas de diversos campos del conocimiento, así como documentos, audios y
videos con voces o imágenes ya existentes o no, sino hasta modificarlas y
suplantarlas, con fines educativos, comerciales, recreativos o bélicos, lícitos
o no, etc.
En
todos estos casos ha habido filósofos, pero además científicos y otros
intelectuales preocupados que han reaccionado y expresado sus ideas de diversas
maneras tanto a favor como en contra de tales prácticas e incluso con el riesgo
de ser apresados.
Los filósofos
científicos
Los filósofos
profesionales, parte de los cuales trabajan como profesores, han sido
preparados en las universidades sobre lo que dijeron o escribieron los
filósofos antiguos griegos o asiáticos, los medievales, los modernos y los
contemporáneos del mundo desarrollado e incluso en vías de desarrollo (sobre
todo si viven ahí). Es decir, se supone que estos filósofos académicos deben
conocer las ideas de los grandes pensadores registrados por la historia o, por
lo menos, especializarse en las ideas de alguno de ellos, o siquiera en la de
un pensador reconocido de su país (o incluso en su cosmovisión originaria).
Sin
embargo, con la aparición de las ciencias especializadas, la filosofía quedó
más y más restringida a lo especulativo y desconocido, a las preguntas sin una
respuesta exacta y única.
Pero
también ya hay filósofos que al estudiar el problema de lo qué es la realidad o
el universo en general, están al tanto no solo de lo que dijeron los pensadores
del pasado sino también de los descubrimientos y teorías, por ejemplo, de la
cosmología y la física cuántica. Si les interesa el problema de la conciencia o
la mente --véase, p. ej. las obras de Bunge (1989), Dennett (1996), o Blackmore
2005-- o de la inteligencia artificial --Penrose (1989), Bostrom (2014)-- están
al día sobre los avances y logros de las neurociencias y la informática
respectivamente, e incluso les han hecho aportes. De modo similar, sobre
asuntos del planeta como el cambio climático y el calentamiento global, o la
migración y las guerras tienen información de las ciencias naturales o sociales
respectivamente. Si hablan de ciencias o de una en particular saben su objeto
de estudio, métodos de investigación, leyes y teorías, y así sucesivamente. De
ese modo hay profesionales de la filosofía que conocen y abordan temas de
investigación de diversas ciencias, y por eso se les puede llamar entonces
filósofos científicos. Y para lograr eso de una mejor manera, deben estudiar
alguna ciencia.
Además, hay filósofos de la ciencia que la abordan de manera general y abstracta,
hablen de ella, la definen y la demarcan y además pueden explicar lo que son
hipótesis, teoría, ley o método científico --como los conocidos Popper (1934),
Lakatos (1968), Feyerabend (1975), Bunge (1960), Laudan (1978)-, y deben
conocer la historia de las ciencias.
A
su vez hay científicos que hacen filosofía o recurren a la filosofía para
tratar problemas límite de la ciencia o que aún les falta respuestas concretas como: ¿existe Dios? --Hawking (2018), Davies (1993)--, ¿qué es identidad,
conciencia, libre albedrío e inteligencia animal y de las máquinas? --Quian
2023--, ¿la conciencia humana sobrevive a la muerte? --Kübler-Ross 2008--, ¿qué
había antes del universo conocido? --Bojowald 2011--, ¿existe los multiversos?
--Halpern 2024--, ¿ya llegaron los extraterrestres a nuestro sistema solar?
--Loeb 2021--, ¿serán posibles la invisibilidad, los viajes en el tiempo y la
teletransportación? --Kaku 2009--, etc.
Compromiso social
de los filósofos profesionales
Entonces los
filósofos --y los demás intelectuales-- como personas que viven en un tiempo y
espacio determinado, deben estar informados de lo que ocurre en otros campos
del conocimiento por lo menos en forma general. Pero también deben, por supuesto,
analizar, comentar y si fuera posible, proponer soluciones a los problemas de
la sociedad de la cual forman parte. Como ciudadanos y profesionales preparados
que son, pueden y deben manifestarse sobre los problemas que aquejan a sus
países. Y ciertamente lo han hecho y lo siguen haciendo. Ejemplos de ello, otra
vez, tenemos a los antiguos pensadores griegos Platón y Aristóteles preocupados
por la tiranía, los filósofos contemporáneos, como el también matemático y
logicista británico Bertrand Russell (1872-1970) y el escritor francés Jean
Paul Sartre (1905-1980) que fueron activistas pacifistas y contra los crímenes
de guerra, o el autor español Fernando Savater (1947) que es contrario a la
independencia del País Vasco y Cataluña que dividiría o balcanizaría a España.
En
el Perú, de donde procede quien escribe estas líneas, tenemos, por citar dos
casos a nivel político[5],
por un lado, a Francisco Miró Quesada Canturarias (1918-2019), periodista que
estudió y enseñó Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
ideólogo del Partido Acción Popular que gobernó el país dos veces, y, por el
otro, a Abimael Guzmán (1934-2021), que estudió también Filosofía pero en la
Universidad Nacional San Agustín de Arequipa y la enseñó en la Universidad
Nacional San Cristóbal de Huamanga, ideólogo del Partido Comunista del
Perú-Sendero Luminoso y que, entre 1980 y 1992, pretendió tomar de forma
armada, sin éxito, el Estado, resultando en una lucha fratricida con las
fuerzas del orden con el saldo de más de 30,000 muertos incluyendo
desaparecidos (LUM 2021).
Pero
claro también hay connacionales que están más preocupados por las desgracias
que suceden al otro lado del planeta que en las de su propia localidad. Sin
embargo, difícilmente en esa parte del mundo influenciará en algo su
preocupación.
Es
entendible que muchos filósofos y otros intelectuales sean cautos y no quieran
hacer declaraciones públicas denunciando injusticias que suceden en su realidad
cercana, cometidas, por ejemplo, por sus parientes, jefes inmediatos,
autoridades locales y hasta los gobiernos de sus países, pues no solo podrían
perjudicarse –ellos y hasta sus familias-- al perder sus trabajos, ingresos
económicos y libertad o, peor, sus vidas como nos enseña la historia. Sin
embargo, siempre habrá quienes conformen una minoría valiente, atrevida y que
no se quedará callada y usará diversos medios para manifestar su
insatisfacción, indignación o enojo. Y, actualmente, con las redes sociales y
medios de comunicación virtuales se puede hacer eso y también la difusión de
las ideas, gratis o sin prácticamente ningún gasto oneroso, aunque de modo
breve y así incompleto[6].
Ahora
bien, ¿qué impacto pudiera tener lo que escriba o diga un filósofo promedio
común en su sociedad usando tales medios? Eso dependerá de varios factores: a)
si lo que dice es de interés o actualidad, y b) si su discurso es muy
difundido, leído y viralizado y así aceptado por un número importante de
cibernautas.
Caso
contrario, lo que diga, incluso si fuera interesante o importante, no afectara
prácticamente en nada ni siquiera a sus familiares, amigos o conocidos que
incluso por ser tales no necesariamente se sentirán atraídos por su discurso.
Tal
situación podría ser distinta si el o los libros escritos por el filósofo
contengan alguna crítica radical a lo establecido, fueran publicados por una
gran editorial –sobre todo en inglés-- que pudiera invertir en publicidad y
relaciones públicas, o los diera a conocer haciendo algo efectista que llamara
la atención de los medios y/o el público; si sus artículos académicos –también
en inglés—fueran publicados en una revista de alto rango que lo visibilizara;
se aliara con un medio de comunicación de gran alcance, o le pagara por
publicidad o formase parte de un movimiento social o político al cual asesore y
que le dé fuerza o protagonismo no importando que esté tras bambalinas.
Ahora,
como habitantes de estas tierras, llamadas Perú por los conquistadores
españoles, en esta parte meridional del continente, llamado por lo europeos,
América, tenemos problemas aún por resolver: dependencia económica y
tecnológica y, por tanto, política de las potencias mundiales, empezando con
los Estados Unidos de América que tiene grandes intereses geopolíticos en sus
cercanos vecinos latinoamericanos pero ahora también la lejana China comunista
gran inversora y nueva socia de algunos de ellos; distribución equitativa y uso
racional de los recursos del país depredados impunemente por empresas locales y
extranjeras así como por informales; narcotráfico de drogas ilícitas derivadas
de la hoja de coca que produce ingentes cantidades de dinero y, de esa manera,
no solo crea adictos crónicos dentro y fuera del país, sino toda una gama de
niveles de producción, venta, consumo y protección armada; proxenetismo y
comercio humanos manejados sobre todo por delincuentes extranjeros y que cuida
y controla sus negocios pagando a sicarios asesinos; corrupción que afecta a
todos los niveles del Estado; delincuencia criminal creciente e imparable;
mercantilismo de la educación a todo nivel; falta de técnicos de alta
especialización; carencia de industrias que transformen nuestros recursos
naturales, etc.
Algunos
filósofos puristas podrían objetar esta visión y misión social del filósofo,
como si éste no fuera un ser humano de carne y hueso, consciente y reflexivo
del acontecer del país y el mundo. Podrían decir que no es competencia de la
filosofía hablar y discutir de problemas de la sociedad, su economía o
política, como lo hacen los científicos sociales y los politólogos, pero
olvidan o son ciegos a las llamadas filosofía política y filosofía social,
ramas clásica y moderna, respectivamente. Restringir el alcance de la filosofía
o darle un papel netamente cognoscitivo, no hace sino mutilar la visión general
y las capacidades críticas que, se supone, manejan los filósofos. Recordemos
sino a los gigantes del pensamiento y la búsqueda de conocimiento que se
arriesgaron a ser presos y hasta condenados a la pena de muerte por hacer uso
de su libertad de pensamiento y expresión.
Impacto de las
publicaciones filosóficas
Con la aparición
de las universidades en el Occidente medieval aparecen los cursos de filosofía.
A fines del siglo XIX se convierte en una carrera universitaria y en la
actualidad la filosofía se ha profesionalizado y especializado tanto, que tiene
escuelas en las universidades, con revistas que publican investigaciones
convertidas en artículos que deben ser examinados antes de su publicación por
pares o colegas más o menos exigentes para su aprobación. Algo similar pasa con
los libros que pueden contener recopilación de esos artículos o tratar un tema
independiente o simplemente que reúne las clases de un curso. Normalmente, un
filósofo profesional puede ganar una plaza docente y nombrarse como tal en el
sistema universitario.
Una
forma convencional de clasificar a las universidades son la cantidad de
publicaciones hechas en revistas de alto impacto o citación –nivel Scopus--.
Estos deben ser no solo originales y formalmente redactados, sino también
aceptados, revisados rigurosamente y publicados en revistas de alto impacto,
esto es, con artículos citados en muchos otros.
Entonces
el impacto académico de los filósofos universitarios, y demás profesionales, se
mide por la producción de artículos de investigación y por la cantidad de veces
que son citados por otros autores pero no necesariamente buscan resolver algún
problema de la sociedad o el mundo salvo los que tengan alguna relevancia
científica o humanista para que los medios en general los difundan en lenguaje
llano y lleguen a ser conocidos por autoridades con poder de ejecución, y
debido a su importancia, podrían conllevar a alguna política pública efectiva.
Habría
un segundo nivel: la producción libros que pueden contener artículos académicos
o periodísticos ya publicados, ser completamente originales, redactados con un
lenguaje especializado –para ser leídos por lo colegas-- o divulgativo –para el
público en general.
Se
puede tener una idea del impacto de los libros por la cantidad de copias
(impresas y/o digitales) vendidas, el número de ediciones en el idioma original
u otros, e incluso las menciones en los medios tradicionales de comunicación y
las redes sociales.
Hay
diversos filósofos profesionales vivos muy leídos a nivel mundial. Por ejemplo,
a la fecha tenemos al eticista utilitarista australiano Peter Singer (1946),
autor de 17 libros incluido el muy influyente Liberación animal
(original inglés: 1975) con 93 ediciones diversas entre ampliaciones,
traducciones, con tapas duras y blandas, versiones digitales y audios libros;
el también psicoanalista eslovenio Slavoj Žižek (2015), autor de 52 libros[7] en
inglés entre ellos su obra cumbre El sublime objeto de la ideología
(1989) con 44 ediciones; o el crítico surcoreano del capitalismo Byung-Chul
Han, autor de 31, incluyendo La sociedad del cansancio (original alemán:
2010) con 68 ediciones (v. Goodreads 1975, 1989, 2010).
En
nuestro mundo hispano parlante tenemos entre los filósofos más leídos, por
ejemplo, a los españoles Fernando Savater (1947), autor de ensayos literarios,
obras narrativas, de teatro y 48 libros de filosofía como su best-seller Ética
para Amador (1991) con 89 ediciones; o Adela Cortina (1947), autora de 20
libros como Ética mínima: Introducción a la filosofía práctica (1986)
con 10 ediciones (Goodreads 1991, 1989); al también divulgador argentino Darío
Sztajnszrajber (1968), autor de 6 libros, siendo el último Filosofía a
martillazos (2019).
En
el Perú, la carrera de Filosofía[8] se
enseña actualmente, además de las antes mencionadas, la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos (UNMSM) y la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa
(UNSA), en la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV), la Pontificia
Universidad Católica del Perú (PUCP), la Universidad Antonio Ruiz de Montoya
(UARM), y la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima (FTPCL), las
cuatro de Lima, y la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
(UNSAAC).
Ha
habido diversas revistas universitarias especializadas en filosofía --v. Quiroz
(2022)--, pero actualmente, solo las publican la PUCP: Areté y Estudios
de Filosofía, la UARM: Metanoia, y la Universidad Femenina del
Sagrado Corazón (UNIFE): Phainomenon --incluye también artículos de
teología--.
De
iniciativa privada son: la Revista Peruana de Filosofía Aplicada (RPFA),
que al publicarse este artículo aparecerá en su número 25 y que es dirigida por
el filósofo Manuel A. Paz y Miño Conde (a la fecha editor, traductor,
compilador y autor de 55 libros a través de sus Ediciones de Filosofía
Aplicada); Disenso. Crítica y Reflexión Latinoamericana, con 10 números
publicados a la fecha, dirigida por Jaime Araujo-Frias, abogado y filósofo, y
publicada por Barro Pensativo, Centro de Estudios e Investigaciones en
Humanidades y Ciencias Sociales; y la naciente revista Filosofía. Ciencia
& Método de la Princoser University cuyo editor y fundador
respectivamente es su colega Fidel Gutiérrez Vivanco (creador del Método
Princoser, autor de 8 libros, vicepresidente del Foro Mundial de Filosofía y
galardonado con el Premio Internacional Gusi a la Paz en Filosofía y Ciencia
2012) --v. sus págs. web--.
Por
otro lado, entre los filósofos académicos más conocidos de los congresos
nacionales de filosofía[9],
al ser invitados como ponentes plenaristas, y publicar artículos esporádicos[10]
en el Diario El Comercio para un mayor público, tenemos a Miguel
Guisti (1952), autor de seis libros sobre Hegel y otros temas como El soñado bien, el mal presente: rumores de
la ética (2008), y a Miguel Ángel Polo (1963), autor de diez obras, entre
ellas Indagaciones sobre el sentido de la
vida (2011). Hay otros ponentes que también son invitados a tales congresos
como Alberto Cordero Lecca, profesor de la Universidad de la Ciudad de Nueva
York (CUNY) y (co)editor de libros de filosofía en inglés, Zenón Depaz de la UNMSM
autor de La cosmovisión andina en el
Manuscrito de Huarochirí y difusor frecuente del pensamiento prehispánico,
y Víctor Samuel Rivera, autor de cuatro obras, entre ellas Pensar desde el
mal. Hermenéutica en tiempo de Apocalipsis (2021).
Además,
entre los educadores más solicitados a estos encuentros académicos está Víctor
Mazzi Huaycucho (1960) con especialidad en Filosofía y Ciencias Sociales por la
Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (UNE), donde también
enseña, y es autor de libros de diversos temas entre ellos Inkas y filósofos
(2016) que ha sido editado también en Argentina (2023). Y para hablar de
diversos temas educativos, sociales e incluso epistemológicos en diversas
instituciones gremiales, estudiantiles y culturales, tenemos a Julio Chávez
Rivera, educador con especialidad en Pedagogía también de la UNE, bachiller y
egresado de la maestría en Filosofía de la UNMSM y que enseña en su Centro Pre
Universitario.
Un
caso aparte es Gustavo Flores Quelopana quien, aunque no terminó la carrera de
filosofía en la UNMSM, llegó a ser miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía
(SPF)[11],
ha publicado, según indica su blog, a la fecha 195 títulos, entre libros y
opúsculos filosóficos, políticos y teológicos, poemarios y una autobiografía (Flores
2021)[12],
y es un frecuente invitado a los Congresos Regionales de Filosofía del Norte
del Perú.
No
tenemos forma de medir el impacto de estas publicaciones nacionales salvo si
han tenido más de una edición, y si han sido pirateadas y ofrecidas en las
calles, puestos, tiendas y ferias de libros en diversas ciudades del país
gracias a impresores y comerciantes que ganan dinero infringiendo la ley pero
que aumentan la fama del autor a nivel nacional divulgando sus ideas a precios
desleales.
Finalmente,
cabe añadir también que hasta la fecha han sido infructuosos los manifiestos y
peticiones de firmas en esas reuniones nacionales de filosofía y los diversos
proyectos de ley en el Congreso de la República, especialmente en el 2021, para
que vuelva el curso escolar de tal materia. Hay el temor que se use el curso
para politizar a los alumnos --Santa Cruz (2022)--. Algo irracional puesto que
se enseña a nivel nacional a los jóvenes estudiantes de educación superior como
parte de los estudios generales según la actual Ley Universitaria.
Conclusiones
En la Grecia
antigua, la filosofía como amor y así búsqueda de conocimiento dio origen al
germen de la ciencia, pero actualmente ambas son campos de estudio definidos y
distintos. Sin embargo, la misma realidad de la dinámica social humana y el
desarrollo científico y tecnológico ha vuelto a relacionar la filosofía con la
ciencia.
De
esa manera, los filósofos, específicamente del llamado primer mundo, han tenido
la oportunidad de estudiar y valorar los aportes de la ciencia, algunos de
ellos han influenciado en sus sociedades y hasta fuera de ellas con sus ideas y
juicios de valor a través de sus libros y actualmente también lo pueden hacer
usando los medios masivos de comunicación tradicionales así como las redes sociales
como muy bien lo hacen los legos. Y claro, también hay científicos que se
remiten a problemas clásicos de la filosofía a través de los avances y
descubrimientos de la ciencia y la tecnología.
Por
otro lado, hasta hoy la influencia mayor de la filosofía en el Perú ha sido por
la incursión de filósofos como ideólogos de partidos políticos. Fuera de eso la
mayoría de los filósofos como cualesquier otros profesionales no impactan en su
sociedad, exponen sus ideas en círculos cerrados, viven su mundillo aparte,
tratando de escalar posiciones y asegurar comprensiblemente su futuro, con
artículos y libros leídos mayormente por sus pares, si es que son leídos.
Finalmente,
en el Perú, la filosofía no se enseña en las escuelas públicas por, según
algunos servidores públicos, el temor de ideologizar a los muchachos, pero,
paradójicamente, no hay miedo a que se enseñe cuando tienen unos años más al
ingresar a la universidad.
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Marxist Philosophy Superstar Slavoj Žižek Plagiarize a White Nationalist
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[1] Empezando por los
filósofos cosmológicos o presocráticos (cerca
585 a.e.c.-470 a.e.c.).
[2] Donde destacan Confucio (551-479 a.e.c.), Lao Tsé (siglo VI-V
a.e.c.) y Mozi (c. 468-c. 391 a.e.c.).
[3] Aparte de los sistemas teológicos también hubo una escuela materialista y atea como la lokaiata (cerca siglo VII-XVI a.e.c.) creada por Chárvaka.
[4] O, en universidades de medio pelo, con el favorecimiento
anticipado del jurado o la influencia de las autoridades sobre a quiénes
nombrar, calificando arbitrariamente, aunque era peor antes cuando se nombraba
a todos los contratados sin distinción.
[5] Estos casos son
totalmente distintos al del ex asesor, conocido en las noticias delictivas como
el “Filósofo”, de la ex fiscal de la Nación Patricia Benavides, sospechosos de
formar una organización criminal en Ministerio Público (Gómez 2024).
[6] El programa de Youtube “Monitor fantasma” de
Josué Aguirre, autor de ficción y comunicador social por la Universidad de
Piura, difunde, desde Buenos Aires, temas de filosofía, crítica literaria y
otros, y tiene más de 840 mil suscriptores y 1,300 cortos de video.
[7] Cantidad no necesariamente es calidad: Žižek es sospechoso de plagio (Wofford 2016) y autoplagio
(Prieto 2016).
[8] Fuera del mundo académico, está la sucursal en el Perú de la
organización internacional Nueva Acrópolis, acusada de secta (Cabrera, Paredes
2022) que tiene una Escuela de Filosofía donde enseña cursos como “Conócete a
ti mismo” y otros en sus locales a nivel nacional: Lima (6), Ica, Arequipa,
Moquegua, Tacna, Cusco, Puno, Huancayo, Cerro de Pasco, Huánuco, Huaraz,
Trujillo, Chiclayo, Cajamarca, Tarapoto, Iquitos y Pucallpa, y su canal de
Youtube cuenta con más de 10,600
suscriptores y 600 vídeos; también está la asociación Búho Rojo,
dirigida por los filósofos José Maúrtua y Carmen Zavala, que desde 1998
organiza los días sábados, en su centro cultural, cafés filosóficos o
conversatorios con ponentes, profesionales o no, sobre diversos temas,
filosóficos, científicos, sociales, etc., elegidos mayormente por votación
entre los asistentes; y el Instituto Humanista Racionalista del Perú que desde
2008 se ha dedicado a difundir la crítica de las afirmaciones paranormales y
sobrenaturales desde el 2024 se está dedicando a hacer además difusión de la
filosofía en general a través de video foros (v. las págs. web de estas
instituciones).
[9] A estos congresos
académicos asisten en mayor número estudiantes que docentes, en donde estos son
mayoritariamente los ponentes. Su relativo éxito en concurrencia se debe a que
tanto asistentes como ponentes suman puntos a sus hojas de vida además de hacer
algo de turismo. Pero todo lo que se dice y pasa ahí no trasciende en la
sociedad y rara vez es anunciado en los medios de comunicación comerciales.
[10] Hay otros
filósofos que escriben con más asiduidad e incluso en más de un diario impreso
con edición digital pero igual eso no trasciende a un público mayor o la
sociedad en general.
[11] La SPF ha tenido desde su fundación en 1940 a miembros no solo de filosofía sino de diversas profesiones, y hasta donde sabemos solamente se inscribió en los Registros Públicos la primera junta directiva. Sin embargo, su nombre tiene presencia activa en las redes sociales promocionando charlas y cursos, y en los congresos nacionales de filosofía.
[12] Tampoco cantidad significa profundidad ni rigurosidad (v. Paz y Miño 2005 y Huallpa 2022).
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