miércoles, 20 de julio de 2022

ACERCA DE LA GUERRA

ON WAR

(Paths of glory, cuadro de Christopher Nevinson, 1917.
 

Roberto Juan Katayama Omura, Doctor en Filosofía y Profesor Principal del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Correo-e: rkatayamao@unmsm.edu.pe 

 

Resumen

El presente artículo estudia la naturaleza de la guerra. La guerra ha estado con los seres humanos, como lo atestiguan las pinturas rupestres, desde los albores de la especie, pero ¿qué es?, ¿cuál es su naturaleza?, ¿qué la origina? Estas y otras interrogantes son abordadas en la presente investigación. El método que se emplea es el de la filosofía del lenguaje.

Palabras claves: conflicto; guerra; sentido de la guerra.

 

Abstract

This paper studies the nature of war. War has been with human beings, as evidenced by cave paintings, since the dawn of the species, but what is it? What is its nature? What causes it? These and other questions are addressed in this research. The method used is that of the philosophy of language.

Keywords: conflict; war; sense of war.

 

1. De la esencia de los entes a los sentidos discursivos de los términos

Como ya mencionara Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas el lenguaje es una herramienta que sirve para comunicarnos, pero qué comunicamos y cómo lo hacemos, depende de nuestras necesidades concretas, del mismo modo que una caja de herramientas tiene múltiples herramientas, pero usamos alguna en concreto dependiendo de lo que necesitemos.  En ese sentido para captar la esencia de la guerra debemos explicitar el sentido de los diversos y variados usos del término “guerra” en nuestro lenguaje, tanto en el cotidiano como en el especializado.

Como ya quedó demostrado con el triunfo del nominalismo en la polémica medieval sobre los universales, las palabras no son sonidos mágicos (tipo abrakadabra) que invocan las esencias pues entonces palabra y ente serían lo mismo, lo que llevaría al absurdo, como indica Borges en su poema El golem (Borges, 1974, p. 885):

Si como dice el griego en el Cratilo

el nombre es arquetipo de la cosa

en la palabra rosa está la rosa

y todo el Nilo en la palabra Nilo

Pero es cierto que las palabras o, mejor dicho, el uso social y comunicativo de ellas, remite a una taxonomía epistémica u orden cognitivo que, desde el cogito ergo sum carteciano, indica la primacía del conocer sobre el ser. “Pues lo mismo es pensar y ser” escribió Parménides en su Poema (Peñaloza, 1973, p. 66), indicando que el ser determina el pensar y por eso no se puede pensar el ser que es y no es (pues es imposible que algo así exista por contradictorio) ni se puede pensar la nada como si fuera algo (pues la nada, nada es). Con el cogito carteciano esta relación se invirtió y ahora eran el subjectum y su cogito quienes determinaban qué era real y qué no era (Rojas, 2011, p. 248).  ¿Qué es pues lo real?

Quine en su celebérrimo artículo “Acerca de lo que hay” escribió que la pregunta ontológica fundamental era muy sencilla, casi infantil: “¿qué es lo que hay?”. Y también nos dijo que la respuesta era obvia, evidente, elemental: “todo”. El problema, señalaba a continuación, consistía en determinar qué se entendía por “todo”, el problema consistía en inventariar a los entes miembros del conjunto “todo”. (Quine, 2002, p. 39)

Volviendo a Descartes y el cogito, para el francés lo que hay, lo que existe, era todo aquello evidente a la razón y, como lo dice con claridad meridiana en su Discurso del Método, lo evidente es lo claro y lo distinto. Entendiendo por claro aquello que no admite la menor duda, y entendiendo por distinto aquello que es fácilmente identificable o diferenciable del resto (Descartes, 2010, p. 47)

Pero a Descartes y los racionalistas le salieron al paso los empiristas, quienes sostenían que, si bien la razón ayudaba al ser humano a pensar, ésta por sí sola no proporcionaba conocimiento alguno. Hume propondrá un experimento mental para refutar a los racionalistas. Nos pide que imaginemos a un ser humano dotado de la más grande inteligencia que haya existido jamás pero ciego de nacimiento. A continuación, nos dice que una persona así jamás podrá distinguir el azul marino del azul cielo. ¿Por qué? La respuesta es evidente: nunca ha visto color alguno, el mar o el cielo, careciendo de sistema de referencia y comparación. (Hume, 1988, p. 35)

Pero el empirismo extremo de Hume lo llevó a sostener que sólo podemos saber y conocer, y por lo tanto sólo existe, aquello que percibimos en el momento que lo percibimos. No podemos conocer, y por ende no existe, ni el pasado ni el futuro (pues no son perceptibles; el primero porque ya no es y el segundo porque aún no es). Por eso Inmanuel Kant salió al frente con su Filosofía Crítica y en la Crítica de la Razón Pura propondrá la revolución copernicana que pone como centro del conocer al sujeto y postula la existencia de categorías a priori de la sensibilidad y el entendimiento que condicionan el conocimiento de la realidad y permite conocimientos necesarios sobre lo empírico: los juicios sintéticos a priori.(Kant, 2007, pp.50-55)

Lamentablemente, el esquema kantiano, por su espíritu ilustrado, termina siendo universalista y, como sostendrá Derridá en De la gramatología, así como también otros filósofos y pensadores, la filosofía moderno-ilustrada europea e incluso un sector del pensar filosófico contemporáneo será logo céntrico y etnocéntrico (Lazo, 2009, passim). Será Foucault en Las palabras y las cosas (Foucault, 1968, pp.1-20) quien probará que nuestra manera de concebir lo que existe y nuestro modo de pensar y conocer la realidad, y por lo tanto hablar sobre los entes, depende de un esquema socio cultural previo que, como ya dijera Heidegger en El ser y el tiempo, depende de nuestro ser en el mundo y nuestro ser con los otros y esto se aplica incluso en la famosa “destrucción de la historia de la ontología” que busca dejar de lado más de os milenios de un entendimiento erróneo del ser (Heidegger, 1999, pp.25-38).

Por ello para determinar qué es la guerra, cuál es su esencia, debemos estudiar los diversos sentidos en que utilizamos dicho término.

2. Los sentidos del término “guerra”

¿Qué es la guerra? Utilizamos el término “guerra” en muchos sentidos:

1. Una persona puede decir: “estoy en guerra conmigo misma; entre lo que quiero y lo que debo hacer”

2. Una persona puede decir: “estoy en guerra con mi vecino; ¿cómo se le ocurre abrir una ventana en nuestra pared medianera?”

3. También podemos decir “el barrio está en guerra contra la delincuencia”.

4. En los titulares de la prensa, la redes sociales y la televisión escuchamos o leemos en estos días “Rusia está en guerra con Ucrania”

5. También hemos leído en los últimos días en la prensa online y las redes sociales “China amenaza con la guerra a Hong Kong”

6. El año 1995 el Perú en “guerra” contra el Ecuador

7. En la década de 1980 y parte de 1990 el Perú estuvo en “guerra” contra el terrorismo.

8. Los Estados Unidos estuvieron en la Guerra de Secesión.

9. Los hutus y los tutsis estuvieron en una guerra civil tribal.

 

Por otro lado, recordemos que ya el viejo Demóstenes distinguió entre conflicto (agón) y guerra (pólemos). El primero era una lucha controlada, sectorizada, con reglas y normas de conductas que los contrincantes se comprometían a cumplir, como en el pugilato o en la lucha. El segundo era un conflicto total, donde todo estaba permitido y el único objetivo era aplastar, exterminar, aniquilar al otro (Jaeger, 1999, pp.188-216).

Finalmente, en el Apocalipsis de Juan se habla de los cuatro jinetes, cuya aparición iniciaría el fin de los tiempos. Uno de ellos es la Muerte y el otro es la Guerra. ¿Por qué distinguir una de otra? ¿Acaso Guerra y Muerte no son sinónimos? No así para el profeta. Para él, la Muerte era el exterminio, la aniquilación; mientras que la guerra era un estado de ánimo: indicaba el conflicto, la lucha, el descontento.

Por lo anterior, habría así cinco usos discursivos o sentidos principales del término “guerra”:

1. Estado de ánimo de una persona o grupo de personas, que denota molestia, intranquilidad, resentimiento, encono, etc. hacia alguien o algo.

2. Conflicto entre dos o más instituciones, Estados o gobiernos. Que puede discurrir por causes administrativos o jurídicos.

3. Conflicto armado focalizado entre dos o más países o dentro de un país.

4. Conflicto armado total, entre dos o más países o dentro de un país, bajo ciertas reglas (Convención de Ginebra, etc.)

5. Conflicto armado total, entre dos o más países o dentro de un país, en el que todo está permitido.

Pero si hubiera que sintetizar estos sentidos en uno solo, para captar lo que Husserl llamaría la esencia o el sentido de la idea en el sujeto, ¿qué diríamos?

Como ya mencionara Thomas Hobbes en su Leviatán en el estado de naturaleza los seres humanos viven en un estado de guerra perpetua de todos contra todos en donde luchan entre ellos sin cuartel para arrebatar a los otros lo que se quiere o para proteger de los otros lo que se tiene (Cisneros, 2011, 215-218). Por su parte Michael Walzer en su libro Guerras Justas e Injustas, sostiene que las guerras son legítimas si se trata de defender la soberanía nacional de amenazas a ella o se busca conseguir una justicia o resarcimiento que no es posible de conseguir por otras vías. Son entonces el temor, la búsqueda de resarcimiento o la ambición sus desencadenantes, independientemente de sus modalidades (Walzer, 2001, passim)

La guerra es un estado de ánimo que lleva a los individuos, grupos sociales, instituciones o naciones a emplear la fuerza de manera controlada o descontrolada para lograr un resarcimiento u obtener lo que ambicionan cuando las vías pacíficas no lo permiten.

Conclusión

Si bien los sentidos y usos del término “guerra” son distintos y variados, la necesidad social de la expresión y su uso se origina en un sentimiento de insatisfacción o molestia por la situación actual que vive un individuo, un grupo social, una institución, un Estado o una nación. Situación que, excepto cuando atañe al propio sujeto solamente,  no puede ser resuelta por causes regulares o pacíficos, lo que origina un conflicto violento entre las partes. Esta violencia puede ser controlada o descontrolada.

Referencias 
Borges, Jorge Luis (1974). El otro, el mismo. En: Jorge Luis Borges: Obra completa. Buenos Aires: Emecé
Cisneros Araujo, María Eugenia. (2011). La naturaleza humana en Hobbes: antropología, epistemología e individuo. Andamios8(16), 211-240. Recuperado en 16 de junio de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632011000200013&lng=es&tlng=es.
Descartes, René (2010). Discurso del método. Madrid: Espasa-Calpe
Foucault, Michelle (1968). Las palabras y las cosas. Madrid: Siglo XXI.
Heidegger, Martin (1999). El ser y el tiempo. México: FCE.
Hume, David (1988). Investigación sobre el entendimiento humano. Madrid: Alianza Editorial.
Jaeger, Werner (1999). Demóstenes o la agonía de Grecia. México: FCE.
Kant, Inmanuel (2007). Crítica de la razón pura. Buenos Aires: Losada.
Lazo Briones, Pablo. (2009). Autocrítica de la filosofía única vía a una filosofía de la (multi)cultura. Utopìa y Praxis Latinoamericana14(45), 65-80. Recuperado en 16 de junio de 2022, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-52162009000200006&lng=es&tlng=es.
Peñaloza Ramella, Walter (1973). El discurso de Parménides. Lima: UNMSM.
Quine, Willard Van Ormand (2002). Desde un punto de vista lógico. Barcelona: Paidós.
Rojas Cuautle, Anakaren Monserrat. (2011). Constitución epistemológica del cogito cartesiano. Andamios8(16), 241-260. Recuperado en 16 de junio de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632011000200014&lng=es&tlng=es.
Walzer, Michael (2011). Guerras justas e injustas. Barcelona: Paidós.
Wittgenstein, Ludwig (1988). Investigaciones Filosóficas. México: UNAM.

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