viernes, 24 de diciembre de 2021

UNA FILOSOFÍA DE LA MUERTE: ¿COMO AFRONTAR EL FIN DE NUESTRA VIDA?

 

Las edades y la muerte (1541-1544) 
por Hans Baldung


A PHILOSOPHY OF DEATH:

HOW TO FACE THE END OF OUR LIFE?

Manuel A. Paz y Miño, Lic. en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú, y Mag. en Letras, mención en Ética Aplicada por la Universidad de Linköping, Suecia.

Correo-e: mapymc@yahoo.com


Resumen

Se trata del problema de la muerte. Se plantea su definición y contraste con la vida, la conciencia de la muerte y a partir de ahí su rechazo o aceptación.

Se aborda además la cuestión de la posibilidad o no de una vida después de la vida, los tipos y el sentido de la muerte.

Palabras clave: Muerte, conciencia, alma, sentido.

Abstract

It is about the problem of death. Its definition and contrast with life, the awareness of death and because of that its rejection or acceptance is proposed.

It also addresses the question of the possibility or not of a life after life, the types and the meaning of death.

Keywords: Death, consciousness, soul, sense.

¿Qué es la muerte?

Lo terrible de la existencia es que vivimos para experimentar la muerte; aun sin morirnos del todo vivimos la muerte cada día.

Soren Kierkegaard

La vida y la muerte están en guerra con nosotros.

Tan pronto como nacemos, comenzamos a vivir y a morir al mismo tiempo.

Thomas Merton

Desde el punto de vista de la química, los seres vivientes son estructuras compuestas por elementos de la naturaleza, de tal forma, que producen determinados fenómenos que llamamos vida. Por ejemplo, ¿qué es la respiración sino un intercambio de gases?

Desde el punto de vista de la física, podemos explicar los movimientos y las funciones de los cuerpos con vida en base a los diversos tipos de energía que se hallan en él: energía mecánica, eléctrica, neuroquímica, calórica, etc.

Desde el punto de vista de la biología, las funciones que caracterizan la vida son: metabolismo (asimilación de nutrimientos y expulsión de los desechos del organismo vivo), reproducción (descendencia) e irritabilidad (respuesta a los estímulos ambientales).

Entonces, la muerte es la denominación que damos al fenómeno de "incapacidad" de la continuidad biológica, el cese de la vida, el proceso por el cual se detienen las funciones vitales.

Y, precisamente, una característica inherente a la vida -al menos tal como la conocemos- es que esta terminará: los compuestos orgánicos de los seres vivientes se transforman en las sustancias inorgánicas de los entes inertes y sin vida, es decir, son asimilados por el medio ambiente y de ahí nuevamente formarán parte, tarde o temprano, de nuevas entidades vivas, repitiéndose el ciclo de la vida y la muerte una y otra vez.

Las facultades humanas, la vida y la muerte

La muerte sólo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida.

André Malraux

El filósofo auténtico se ejercita en morir,

y para nadie es menos temible la muerte.

Platón

Los seres humanos tenemos la capacidad de autoconsciencia, memoria, imaginación y lenguaje más "sofisticados", supuestamente, que los delfines y ballenas, los perros y gatos, los cuervos y pericos, etc. Por la conciencia, podemos tener conocimiento de que somos algo distinto a las cosas y seres que nos rodean y de que algún día moriremos.

Por la memoria, podemos recordar seres queridos vivos o fallecidos o sucesos reales o tergiversarlos con nuestra imaginación.

Por la imaginación, también podemos crear seres o eventos fantasiosos (mezcla de nuestras ideas provenientes de nuestras experiencias). Podemos crear en nuestra mente seres sobrenaturales (seres divinos, angelicales o demoníacos), y situaciones (viajes espirituales o astrales, contactos místicos con lo divino) o lugares “fuera de este mundo” proyectando nuestra existencia "más allá'' de la muerte (reencarnación, resurrección, castigo o paraíso eternos).

Por el lenguaje podemos comunicar a otros nuestros pensamientos, sentimientos y deseos.

Por lo tanto, somos seres con consciencia, memoria, fantasía y lenguaje.

Con todas estas capacidades humanas, podemos trasformar la naturaleza en gran manera creando lo que llamamos cultura (un conjunto de actividades y cosas producidas por lo seres humanos durante su existir). Son manifestaciones de la cultura humana el lenguaje, la religión, el arte, el deporte, la filosofía, la técnica, la ciencia y la tecnología. Cultura que a su vez son expresión de cualquier grupo humano o sociedad.

Así el ser humano tiene un nivel de existencia cultural y social que se basa en la psicológica basada a su vez en los de tipo físico, químico y biológico.

La conciencia, la memoria, la fantasía y el lenguaje no serían más que productos de la interrelación del sujeto, a través de su cuerpo, el cual contiene a su cerebro, con su medio ambiente.

Conciencia y pensamientos

El alma es aquello por lo que vivimos,

sentimos y pensamos.

Aristóteles

El modo de producción de la vida material condiciona los procesos de la vida social, política y espiritual en general.

Karl Marx

¿Qué es entonces la consciencia? ¿Qué son los pensamientos o las ideas? Si no se pueden tocar entonces, ¿son algo espiritual, algo de otro mundo?

El que no se puedan tocar pero que necesitan un cerebro y un cuerpo para experimentárseles nos lleva a la conclusión de que no puede haberlos sin estos.

Es decir, pensamos porque poseemos un cerebro que genera la conciencia y los pensamientos. Por lo tanto, muerto el cerebro, mueren estos.

Por el cerebro, formado por neuronas, tenemos toda clase de ideas y recuerdos, que son a su vez producto de la interrelación, emanación y proyección de esas células nerviosas, y además tenemos conciencia de que somos seres vivos y que, por lo tanto, moriremos y dejaremos de existir. Pero que también podemos creer que una parte nuestra, nuestra conciencia, alma o espíritu, es inmortal, que sobrevive a nuestro cuerpo en alguna dimensión inmaterial, que forma parte del Todo o lo Divino.

Esto es, nuestras experiencias e ideas sobre el mundo nos pueden llevar o al materialismo o al idealismo filosófico.

Rechazo o aceptación de la muerte

Los hombres temen a la muerte como los niños tiene miedo a la oscuridad, y de la misma manera que este miedo natural de los niños es aumentado por las historias que se les cuentan,

lo mismo ocurre con el otro.

Francis Bacon

Los hombres son diferentes en la vida,

parecidos en la muerte.

Lie-Tsen

Si todavía no sabemos qué es la vida, ¿cómo puede inquietarnos la esencia de la muerte?

Confucio

Nuestra conciencia de la muerte nos lleva a la mayoría de personas a rechazarla. Normalmente casi la totalidad de la humanidad no desea dejar de ser, de existir. Buscamos no morir, queremos seguir viviendo, continuar existiendo...o al menos que lo siga haciendo de alguna manera o en algún lugar o dimensión nuestro pensamiento, mente, espíritu o alma.

Una manera de rechazar a la muerte es haciendo una y mil cosas, trabajando, construyendo, creando, dejando un legado, un ejemplo, un recuerdo. Pero también se la puede negar no pensando, olvidándose de ella. De esa forma, al no tener conciencia de la muerte no se tiene de la brevedad de la vida ni de la futilidad y vanidad de las cosas y se vive como si nunca vendrá la muerte.

Entonces la muerte, normalmente es indeseada, comúnmente es rehuida. Aunque también a veces es deseada: en ciertos momentos de la existencia muchos quisieran ya no vivir --con frecuencia debido a problemas económicos, sentimentales o bioquímicos--, y sin embargo mayores son los deseos de seguir en este mundo, muchísimos otros desean vivir más tiempo a pesar de que la muerte les puede llegar en cualquier momento producto de los avatares de la naturaleza o de las acciones de otros seres humanos o de sí mismos.

En verdad, todos podemos morir hoy o mañana, tarde o temprano. Así que al tener una clara consciencia de esto valoraremos más las circunstancias, las cosas y las personas en su real magnitud: sucesos y entes pasajeros y finitos, a los cuales no debemos aferrarnos como si fueran lo contrario, como si nuestra vida misma nunca se acabará algún día.

Por eso no debemos descuidarla y sí aprovecharla lo más que podamos, no perdiendo el tiempo en superfluas conversaciones, chismes ociosos, envidias destructivas, vanas discusiones, dañinas adicciones, etc.

Debemos aprovechar nuestra corta existencia preparándonos para afrontar las vicisitudes de la vida y la inevitabilidad de la muerte.

¿Todo acaba con la muerte?

La muerte es el comienzo de la inmortalidad.

Maximilien Robespierre

Si la muerte no fuera el preludio a otra vida,

la vida presente sería una burla cruel.

Mahatma Gandhi

No me preocupa la muerte, me disolveré en la nada.

José de Saramago

Aparentemente (1) todo termina al morirnos, eso es seguro dirán los materialistas, pero no para los idealistas y religiosos, aunque pueda ser que al menos exista una posibilidad de alguna forma de consciencia post mortem para algunos filósofos. Esa vieja discusión ya no importa.

De lo que si estamos seguros es que moriremos algún día, nos "iremos" y todo lo que tenemos -sea poco o mucho- se quedará, que todas nuestras alegrías, disfrutes, preocupaciones, angustias y desvelos cesarán. Que nuestros enemigos ya no nos dañarán más, que ya no charlaremos ni disfrutaremos con nuestros amigos, que ya no estaremos más con los seres que nos aman, que nuestro cuerpo se pudrirá y será alimento de los gusanos y otros bichos. En tal sentido nuestra vida es única e irrepetible por lo que debemos aprovecharla al máximo, no desperdiciándola de forma alguna.

Pero hay a quienes la cesación de la existencia les es absurda, que piensan que, porque son conscientes de la vida y de la muerte deben existir de alguna forma por siempre, y así la nada les es repulsiva, abominable, inimaginable, impensable. Para ellos está el consuelo de una vida después de la vida, de una vida ultraterrena, de ultratumba, de una existencia post mortem, de un alma inmortal, de un cielo -o infierno- constante y eterno o sino de una infinitud de reencarnaciones.

Nosotros pensamos que muy probablemente todo cesa con la muerte pues no tenemos pruebas concretas de lo contrario, pero respetamos el consuelo de aquellos que creen en la otra vida, aunque no tengan real evidencia de ella.

Fantasmas, espíritus, almas o entes incorpóreos

Toda familia de alguna antigüedad

o importancia tiene derecho a un fantasma.

Charles Dickens

Lo peor de las mansiones modernas es que no tienen lugar para los fantasmas.

O. W. Holmes Sr.

Es así que como producto de esa necesidad y proyección del deseo humano de seguir existiendo o del instinto de supervivencia, y de rechazo a la muerte y la nada, se crea la inmortalidad del alma, la existencia de alguna consciencia humana –sin cerebro y cuerpo-- después de esta vida natural.

Además, está la búsqueda de justicia en un castigo en el otro mundo al no logrársela en la tierra, muchas veces malvada y perversa, así como de esperanza ante el mal y sufrimiento que podrían predominar en nuestra existencia material.

Pero a pesar que a alguno no le interese seguir existiendo por toda la eternidad y crea que su existencia se acaba con la muerte, ¿es posible tal fenómeno? Hasta donde se sabe la ciencia está -ya en la actualidad- en la capacidad de demostrar la cesación de toda forma de consciencia una vez muerto el cerebro.

A tales cuestiones algunos responden diciendo que hay casos inexplicables de apariciones fantasmagóricas, jurando haberse encontrado con sus parientes ya muertos o mientras estaban en agonía, o afirmando haberse cruzado con toda clase de espíritus, bondadosos o malvados, aunque la mayoría de tales experiencias puedan ser explicadas racional y naturalmente como pareidolias, sugestiones e ilusiones. Simplemente serían malinterpretaciones de fenómenos naturales o meteorológicos, alucinaciones o cierta predisposición cultural -educativa o simplemente ignorancia- para ver lo sobrenatural en donde no lo hay.

Tales apariciones --como las antiquísimas de duendes, dioses, ángeles y demonios o las contemporáneas de extraterrestres-- son parte de la cultura universal de los pueblos y a pesar de lo sofisticado de las técnicas actuales (como la de la fotografía o el video) no tenemos una prueba contundente e indubitable de su origen sobrenatural o paranormal.

Experiencias cercanas a la muerte

En nuestra triste condición, el único consuelo que tenemos es la esperanza de otra vida.

Aquí abajo todo es incomprensible.

Martín Lutero

Ningún hombre que ha vivido sabe del más allá;

y toda religión surge simplemente del subterfugio,

el miedo, la codicia, la imaginación y la poesía.

E.A. Poe

Por otro lado, hay también quienes aducen, luego de sufrir un grave accidente, ser declarados muertos y haber “vuelto a la vida” haber tenido una experiencia extraordinaria: haber salido de sus cuerpos y verse a sí mismos y a quienes o lo que estaba a su alrededor e incluso escuchado sus conversaciones y los ruidos producidos en el lugar donde se encontraban, o haber sido transportados hacia un túnel en cuyo final les esperaba una luz o ser luminoso y tranquilizador, algún pariente ya muerto, etc.

Para ellos, tales vivencias son prueba irrefutable de la realidad del más allá y lo divino y de que al volver a este mundo se les está dando una segunda oportunidad de vida para que actúen con bondad hacia su prójimo y la disfruten de la mejor manera.

Pero más que prueba del alma o el espíritu esas experiencias cercanas a la muerte son evidencia de la capacidad del cerebro de seguir pensando, soñando y alucinando en tales circunstancias traumáticas lo que evidencia que el cese de la vida no es un suceso inmediato y único sino que es todo un proceso fisiológico que afectan nuestros pensamientos y deseos incluso al estar inconsciente o en estado de coma.

La muerte natural

La muerte es una quimera:

porque mientras yo existo, no existe la muerte;

y cuando existe la muerte, ya no existo yo.

Epicuro

Casi todos pensamos que la muerte está lejana salvo que nos consideremos o se nos considere de la tercera edad, adultos mayores o ancianos. Y entonces pensamos que vamos a morir de viejos lo cual consideramos normal aunque penoso. Peor aún si morimos sin lucidez ni con nuestras facultades mentales sanas o de una enfermedad dolorosa y larga.

Pero también podemos morir siendo más jóvenes de alguna enfermedad incurable, mal tratada, no diagnosticada e ignorada pero avanzada e incluso de larga duración y sufrimiento. Y entonces pensamos que eso sería más penoso, una tragedia.

Morir sin haberse realizado como profesional, sin haber conocido el amor o haber tenido experiencia de vida, no haber sido madre o padre de familia, estudiante, etc. O incluso sin haberse terminado de formar en el vientre materno debido a un aborto espontáneo.

La muerte accidental

Ningún hombre muere de repente;

de descuidado y de divertido sí.

¿Cómo puede morir de repente quien desde que nace ve que va corriendo por la vida

y lleva consigo la muerte?

Francisco de Quevedo

Es la muerte inesperada, imprevista e inevitable producto de circunstancias que nadie puedo anticipar ni controlar.

Hay accidentes de la naturaleza o en relación con ésta que pueden llevar a la muerte de alguien: electrocución por la caída de un rayo, ahogamiento por subida de la marea o de la corriente del mar o un río, aplastamiento de un techo caído por un sismo, etc.

Hay accidentes humanos mortales por los cuales por descuido o temeridad uno mismo puede causar su muerte o la de otros, llamándose en este caso homicidios culposos: en el uso de medios de transporte en las pistas, los mares, los ríos o los cielos, en la manipulación de armas de fuego, en el uso de la anestesia y los medicamentos, etc.

La muerte por mano e intención ajena

Me someto a la ética, pero no comprendo en modo alguno por qué es más glorioso bombardear una ciudad sitiada que asesinar a alguien a hachazos.

Fiódor Dostoyevski

¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a Marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?

José Saramago

Aquí se trata del homicidio doloso, con la intención de matar -- incluso con el peligro adicional de que su ejecutante sea detenido o muerto también en el acto, esto es, podría implicar matar a alguien con riesgo.

Ejemplos de homicidios dolosos son los atentados terroristas con bombas, las muertes con arma de fuego o blanca de políticos por motivos ideológicos o de cualquier parroquiano por parte de su asaltante.

Pero también se trata del asesinato u homicidio calificado cuando se mata a alguien con alevosía, ensañamiento ventaja y/o por dinero.

Sea homicidio doloso o asesinato, su ejecutor puede ser llevado por la pasión o la sangre fría para cometerlo.

Los homicidios calificados adquieren nombre propio según el vínculo del homicida con sus víctimas o víctima: si mata a la esposa o novia es uxoricidio, si se mata al esposo o novio es mariticidio, a los parientes consanguíneos en línea ascendente o descendente, es parricidio, si mata a la máxima representación del Estado es magnicidio, si se mata a gente por razón de su cultura, raza o religión es genocidio.

La muerte por mano propia: el suicidio

El suicida es el antípoda del mártir.

El mártir es un hombre que se preocupa de tal modo por lo ajeno, que olvida su propia existencia.

El suicida se preocupa tan poco de lo que no sea él mismo, que desea el aniquilamiento general.

Chesterton

Suicidarse es subirse en marcha a un coche fúnebre.

Jardiel Poncela

La desesperación es ya en sí una especie de suicidio.

 E. G. Stevens

En estos momentos mientras Ud. lee estas líneas muchísimos seres humanos -hombres, mujeres y niños- desean con gran intensidad no seguir viviendo más, es decir, morirse. De ese inmenso grupo sólo una muy pequeña parte cumple su deseo llevando a la práctica su cometido. Las causas son múltiples y diversas. La pérdida física o abandono del cónyuge, enamorado(a) o de algún ser u objeto muy querido puede llevar a tal decisión. También puede empujamos a ello una grave crisis económica, la quiebra del propio negocio, el fracaso de nuestra profesión, el desprestigio o la humillación social --al descubrírsenos algún fraude y no querer ir a la cárcel o al perder una batalla y no querer caer prisioneros--, malas notas en el colegio o la universidad que produciría el rechazo de los padres, la crítica de profesores y condiscípulos, un acentuado maltrato emocional por parte de nuestros seres queridos o pareja, la pérdida o desilusión de nuestros más caros valores morales o una grave crisis existencial o psicológica ante una gran desgracia o injusticia, etc. Las depresiones con motivo o sin motivo aparente (sea externo: social o familiar, o interno: endocrino o neurológico) acompañan siempre al suicida potencial (2) (salvo los héroes y mártires que entregan su vida por los demás o al servicio de un ideal o causa trascendentes cuyas motivaciones no son necesariamente individualmente tristes sino al contrario con sentimientos positivos de coraje, nobleza, abnegación, solidaridad, autosatisfacción, alegría, orgullo, gozo o triunfo) (3).

Hay también quienes optan por el suicidio al ser conscientes de la nimiedad de la existencia, de lo absurdo de la vida humana --en general o propia--, de su contradicción, de su dolor, de su maldad, de su injusticia Es el suicidio racionalmente fundamentado y optativo, dignamente valiente y protestatario.

Pro y contra del suicidio

La muerte es el remedio de todos los males;

pero no debemos echar mano de éste hasta última hora.

Molière

El suicidio es una cobardía.

Napoleón

En nuestra llamada civilización occidental –cuya moral predominante y oficial está basada en el judeocristianismo- se cataloga de llano, a la autoeliminación, esto es, al suicidio, como algo negativo, algo que debe ser rechazado y aborrecido. Se aduce que el suicidio es un acto de cobardía o una grave falta pues sólo Dios tiene derecho a dar y a quitar la vida que Él mismo creó.

¿Por qué se califica al suicida de cobarde? Porque se considera que la persona que llegó a tan extrema determinación lo hizo empujado, si fuera el caso, llevado por una demasiado insoportable y desesperada situación la cual no pudo sobrellevar con valor, hidalguía y dignidad. Pudiera ser que no encontrase una solución pronta a algún problema económico grave o que la persona amada a quien perdió la considere irremplazable y que el insondable dolor ante su pérdida lo sienta imperecedero o eterno, o que sintiera y creyera que su vida es inútil, que no -vale ni un comino o que no tiene sentido, etc.

El suicida potencial sería una persona que no puede soportar la angustia, el terror a la vida que muchas veces embarga a cualquier ser humano ante las diversas circunstancias de la vida, o una a la que la depresión oscura y tenebrosa le puede embargar y entristecer hasta tal punto que quiera morir incluso por mano propia. Es tal el sufrimiento que se puede pensar que nada la eliminará --ningún placer existente-- que sólo la muerte aliviará al suicida potencial, que sólo ella le salvará

Ante todos sus problemas se le presenta una solución rápida y definitiva evadiéndolos en la autoeliminación.

Entonces se dirá del suicida "no luchó, no afrontó dignamente la adversidad", "se desesperó y no vio que todo problema tiene una solución, una salida". Sus críticos también podrán decir ''no tuvo el valor, el coraje, el conocimiento o la capacidad suficiente para afrontar la vida y sus innumerables y variadas vicisitudes". O simplemente "no tuvo una guía, una brújula adecuada ante la vida''.

Para los creyentes la muerte debe ser esperada, no buscada y si evitada en lo posible. La vida es un don divino, "no matarás" nos dice, por ejemplo, la Biblia --una de muchas Sagradas Escrituras--. Según esta visión fideísta, el ser humano no ha creado su propia vida, por el contrario, él es solamente una criatura, entonces no tiene el derecho a quitársela a sí mismo. Ante tal postura podemos dar algunas ideas en contra tanto de tipo gnoseológico como ético.

Fácilmente podemos negar lo anterior diciendo que no hay dioses ni lo sobrenatural, que nuestra existencia puede ser explicada en términos materiales y racionales. Por tanto, no debemos ni daremos cuentas a nadie (a ningún ser divino) de nuestros actos --salvo a nuestra conciencias y sociedad--.

Por otra parte, ¿qué necesidad tengo de seguir viviendo, siendo ya muy anciano e incapaz de autosostenerme donde ya uno no me puedo cuidar o valerme por mí mismo ni controlar mis esfínteres o cuando sufra un terrible, penoso y doloroso mal incurable o cuando ya no tenga fuerzas para continuar o si me encontrara imposibilitado de moverme casi por completo sea por una enfermedad o accidente?, ¿qué necesidad tengo de seguir viviendo cuando ya no encuentro ningún sentido a mi existir, cuando el deseo por la vida se ha ido?, ¿por qué obligar a un ser humano a hacer lo que no desea, en este caso a no seguir viviendo?

Así como tenemos derecho a escoger, por voluntad propia y no por la ajena, a escoger una profesión, lugar de residencia, compañera(o), amistades, diversiones, tipos de ropa y de comida, también tenemos derecho a decidir cuándo dejar de existir (o seguir viviendo). Todos los seres humanos tenemos derecho a vivir y a dejar de hacerlo cuando queramos. Si tenemos el derecho de elegir cómo vivir, ¿por qué no tenerlo en cuanto a cómo morir?

En realidad, las acciones que alguien realice influyen en los otros, pero no determinan el accionar de éstos. Claro que somos seres en constante interacción con nuestro medio y con nuestros semejantes. Lo que uno haga es solamente una pequeña parte de toda la totalidad de circunstancias, vivencias, estímulos, datos, etc. que reciben los demás de la sociedad y que les hace actuar así o asá. Es difícil determinar con exactitud qué elementos influyen en el accionar de un individuo. Este posee un carácter, una personalidad; una forma de sentir, interpretar y moverse en el mundo. ¿Pero de dónde provienen tales? Como seres biológicos traemos una herencia genética legada por nuestros ancestros y como entes sociales aprendemos a comportarnos de acuerdo a nuestro entorno y posibilidades.

Si cualquier acción nuestra produjera una imitación inmediata o masiva podríamos manipular a la gente según nuestro antojo. Mas feliz y realmente esto no es así (4).

Es cierto que muchos suicidas han cometido su último acto irreversible por causas que muy bien pudieron ser solucionadas ya sea por ellos mismos o gracias a una ayuda externa. Pero el suicida en potencia es un ser desesperado, angustiado, confundido que tal vez sólo le bastara una palabra de aliento o esperanza para que pudiera seguir subsistiendo en el diario luchar -y gozar- que es la vida humana. No obstante, el suicidio que defendemos sería el optado con consciencia, premeditación, calma y hasta frialdad (aquí ya podemos estar hablando de eutanasia). Llega un momento en el cual uno hace un balance de la vida (o mejor dicho de su vida) y puede concluir que la vida ya no vale la pena ser vivida especialmente cuando se sabe que lo que resta de ella será simplemente un calvario doloroso e indignante.

Sin embargo, ¿para qué suicidarse si de todas formas moriremos tarde o temprano? Las angustias, las penas, los temores, las decepciones, los fracasos, el aburrimiento y la soledad no son eternos, pasan, así también el deseo y el impulso de la autoeliminación (5), nuevamente hay el deseo de vivir para uno mismo y para los demás. Incluso se podría afirmar que morir con sufrimiento sería una demostración de coraje y dignidad y, por lo tanto, un ejemplo a seguir.

En este mundo --tal vez haya o no otros semejantes-- ocurren demasiadas desgracias como para agregar una más. El saber que alguien ha muerto por sus propias manos no nos trae felicidad (6). Piénsese en la inmensa pena de los padres del suicida, en el inmenso dolor de sus hijos, de su novia y/o cónyuge o en la tristeza de los amigos que le aprecian. Pena siempre presente inconsolable. Por otro lado, medítese en el estímulo morboso y «ejemplificador» que puede ser para otros la autoeliminación. Podemos traer poco o mucho consuelo y alegría para nosotros mismos como para los demás --claro que también lo contrario--. Está en nuestras manos --hasta donde las circunstancias lo permitan-- el hacerlo con cada pensamiento, emoción y acción. 

En este mundo --tal vez haya o no otros semejantes-- ocurren demasiadas desgracias como para agregar una más. El saber que alguien ha muerto por sus propias manos no nos trae felicidad (6). Piénsese en la inmensa pena de los padres del suicida, en el inmenso dolor de sus hijos, de su novia y/o cónyuge o en la tristeza de los amigos que le aprecian. Pena siempre presente inconsolable. Por otro lado, medítese en el estímulo morboso y «ejemplificador» que puede ser para otros la autoeliminación. Podemos traer poco o mucho consuelo y alegría para nosotros mismos como para los demás --claro que también lo contrario--. Está en nuestras manos --hasta donde las circunstancias lo permitan-- el hacerlo con cada pensamiento, emoción y acción. 

La “buena muerte”: la eutanasia

La muerte es un castigo para algunos,

para otros un regalo, y para muchos un favor.

Séneca

El hombre débil teme la muerte;

el desgraciado, la llama;

el valentón, la provoca,

y el hombre sensato la espera.

Benjamín Franklin

Sabemos que con cada nuevo gran descubrimiento o avance cognoscitivo la ciencia nos da nuevas definiciones de lo que es la realidad, la naturaleza y el ser humano y por ende del bien y el mal. Atrás van quedando las nociones antiguas que privilegiaban la tierra y la humanidad por sobre otros astros y seres vivientes (7).

Además, al mejorar las condiciones materiales, la salud misma de los hombres, mujeres y niños llegó a obtener un nivel más óptimo (8). Así muchos llegaron -y otros más llegarán- a tener una vejez prolongada, aunque no siempre lúcida (cantidad contra calidad de vida) (9), de ahí el planteamiento de la posibilidad de tener una muerte digna, voluntaria y autónoma (suicidio racional) o medicamente piadosa (eutanasia) que evite el innecesario sufrimiento. Lo mismo se llegó a aducir con respecto a aquellos incapacitados a tener una vida consciente –descerebrados-- y a la vez condenados a tener una vida artificialmente vegetativa.

Sin embargo, nuevas fronteras se están abriendo y traspasando. Lo que hasta no hace mucho era parte de la ciencia-ficción, ya es una realidad: hay máquinas de la muerte, incluso manejadas por computadora (10) para que el mismo paciente que haya decidido dejar este mundo se autoelimine. En este caso se hablaría de eutanasia activa pues el próximo a morir participa dinámicamente en su cercana muerte. En cambio, en la eutanasia pasiva el paciente no tiene conciencia de nada por eso no tiene decisión propia, ésta recae en sus familiares o en aquellos que lo cuidan. En ambas la colaboración de los médicos y abogados es necesaria -en donde está legalizada, esto es, en ciertos países desarrollados-.

En la eutanasia se deja de un lado la norma de evitar la muerte a toda costa, más bien lo que prima es evitar el dolor y el sufrimiento específicamente en las enfermedades prolongadas e incurables. En estas circunstancias la muerte se presenta como la mejor alternativa ante un sufrimiento prolongado e innecesario.

Como muchas otras actividades y prácticas --como el aborto, el homosexualismo, la prostitución, etc.-- la eutanasia involucra juicios morales y legales ambivalentes o duales. ¿Qué queremos decir con esto? Simplemente que hay dos extremos en su apreciación: una de aceptación y respeto, y otro de rechazo y condena.

Los que valoran de forma negativa la eutanasia aducen que Dios es el autor y Creador de la vida y de todo lo existente, por tanto, sólo él tiene el derecho· de decidir cuándo terminar con la vida de cualquiera de sus criaturas. Llaman a la eutanasia asesinato --si un médico o un tercero es quien termina con la vida del paciente al desactivar los mecanismos que harán que su corazón y pulmones sigan funcionando-- o suicidio --si el paciente deja de continuar medicamentándose, si se inyecta o introduce él mismo una sustancia letal o aspira algún gas que elimine su vida--. Lo más grave, dicen, es que este concepto de eutanasia se puede extender para aplicarse a los bebés o niños con deficiencias congénitas -como el conocido Síndrome de Down- o a los ancianos seniles. ¿Quién sabe que luego se pueda extender a los vagos o a los niños abandonados?

Los que están a favor de la eutanasia la califican de un acto piadoso y humanitario: ¿no es acaso inhumano el sufrimiento prolongado e innecesario? El médico que la aplica ¿no está evitando que su paciente sufra? El paciente que la pide ¿no está haciendo uso de su libertad, un derecho fundamental e inalienable a todo ser humano? Libertad de pensamiento, creencia y acción. ¿No se evita también que los familiares y amigos cercanos sufran también? ¿Dios -de existir- no nos ha dado libre albedrío? Y si hemos optado por dejar de sufrir innecesariamente, ¿por qué no aplicársenos la eutanasia? Ya que, si somos responsables de nuestra vida y actos, ¿por qué no serlo también de nuestra muerte?

Con todo, se hace necesario una adecuada y realista preparación para la muerte.

Vivimos diaria y cotidianamente como si ella no existiera, como si no se nos fuera aparecer en cualquier momento, como si fuéramos inmortales, como si todo lo que hacemos fuera imprescindible, trascendente o eterno.

Vamos camino a la muerte, venimos a este mundo sin nada, y nada nos llevaremos. Todo lo demás es sueño, ilusión. Pero mientras tengamos vida sigamos soñando, total no nos cuesta nada…

El sentido de la muerte

Un hecho extraño y divertido es que incluso los materialistas, que creen que la muerte no hace otra cosa que transformar a un semejante en un desperdicio, sólo empiezan a reverenciar a ese semejante precisamente desde el momento en que se transforma en desperdicio.

G.K. Chesterton

Si quieres vivir, prepárate para morir.

Sigmund Freud

A los muertos no les importa cómo son sus funerales.

Las exequias suntuosas sirven para satisfacer la vanidad de los vivos.

Eurípides

Por lo tanto, si entendemos la muerte como un fenómeno natural inevitable que se dará en todo aquel ser que tiene vida, se la considerará parte de ésta. Así, todo ser vivo que nace tiene que morir, y en el interín, de ser posible dadas las circunstancias adecuadas, se desarrollará y reproducirá.

Hay quienes quieren darle sentido a su muerte, sacrificándose o muriendo por una causa: defendiendo la patria en una guerra, o a un ser amado del ataque de un animal salvaje o un homicida alevoso, alguien en necesidad de ser salvado de morir ahogado por la aguas, quemado por el fuego, o cualquier otro peligro de muerte.

Pero, de otro lado, simplemente no hay significado alguno al morir por descuido propio en la bañera o por no acudir a tiempo al médico o negligencia ajena de un mal conductor o médico, un desastre natural como un terremoto, un tornado, una inundación, un rayo, o un accidente material o negligencia humana como el choque de un auto, la caída en la ducha o de un avión, electrocución por un cable de alta tensión, o peor, por la mano ajena de un asaltante, mal amigo o amante o la propia con veneno, arma blanca o de fuego.

De esa manera, se puede morir en cualquier lugar: en la casa, la escuela, el trabajo, la calle, el parque, un auto, el hospital, caminando o en reposo, a solas o acompañado. Se puede morir aún antes de nacer, o en cualquier etapa de la vida, tras larga y penosa enfermedad o una fulminante que cause paro cardiorrespiratorio, o simplemente en el acto al recibir una gran descarga eléctrica sea de un poste o de una tormenta, ser el blanco mortal de una bala perdida o adrede, etc.

Entonces, simplemente se muere por diversas causas y darle sentido a la muerte es otra forma de rechazarla o aceptarla.

Todos moriremos y el sentido de la muerte es aceptar eso como parte y final de la vida que es única, irrepetible y finita.

Notas

(1) Hasta el día de hoy no hay evidencia que nos pruebe que existe otra vida después de ésta. Los muchos casos reportados de gente que “volvió” de la muerte, es decir, que estuvieron sin respirar o sin pulso cardiaco, y que dicen que estuvieron en un túnel y “sintieron” la presencia de Dios -depende en qué religión se hayan criado cual sea éste-, de gente conocida e incluso del mal, más bien nos prueba que el cuerpo no estuvo totalmente muerto -la muerte es un proceso de horas y días-, que el cerebro tiene la capacidad de seguir funcionando, en esto casos, de alucinar. Estas alucinaciones de visiones y luces también pueden experimentarla los pilotos de aviones que vuelan a grandes alturas y velocidades, así como los que se entrenan para ser astronautas en máquinas centrífugas: la sangre no llega al cerebro y se dan el desmayo y las visiones.

(2) Algunas teorías biologicistas nos decían que la depresión, los trastornos bipolares y otras alteraciones anímicas aparece cuando el individuo carece, por cuestiones hereditarias o alimenticias (falta en la dieta de cereales integrales, legumbres, hortalizas, frutas y vísceras animales), de cierto nivel mínimo del elemento litio. Pero en realidad esto es un malentendido debido a que el nivel natural del litio en nuestro cuerpo es muy bajo (no se sabe exactamente cuál es su función precisa de tal cantidad) y al uso relativamente exitoso de tal elemento para tratar tales males.

(3) Pensemos en los héroes de guerra que prefirieron dar sus vidas antes de entregar la Patria o algo que la represente, o en aquéllos que entregan sus vidas por las de los demás -como algunos bomberos, médicos, enfermeras, curas, monjas, misioneros, predicadores, etc.

(4) Sí, no con cualquiera, pero sí con ciertas acciones muy bien encauzadas y en determinadas circunstancias. Esto lo saben los líderes religiosos --recuérdese el suicidio masivo de 900 personas de la secta estadounidense Templo del Pueblo de los discípulos de Cristo en Guyana en 1978-- y políticos carismáticos, los psicólogos, los psiquiatras, los publicistas y los comunicadores expertos en control mental y manipulación de la opinión de las masas que usan la prensa, la radio y la televisión, así como ciertas ideas, deseos, personajes de renombre, etc.

Por otra parte, de hecho, el ejemplo de los padres -los seres más cercanos a los hijos- influenciará en gran manera en el modelo a seguir de sus vástagos. Esto es, ellos repetirán sus virtudes y vicios… hasta cierto punto.

(5) He ahí la clave para “escapar” de tan radical determinación: el iniciar alguna actividad que produzca placer, gozo o felicidad para uno mismo o para los demás (esto es preferible).

(6) Pero ¿qué de aquellos que se autoinmolaron por un ideal noble o ante una ineludible amenaza atormentadora y torturante? ¿No sería preferible en estas circunstancias un suicidio rápido e indoloro, que podríamos aun calificar de digno y humanitario? ¿Acaso no podemos escoger cuando morir ya que no hemos podido elegir cuando nacer y en dónde pasar nuestra niñez y adolescencia?

(7) Gracias a los aportes de Copérnico y Galileo en astronomía y a los de Darwin y Freud en biología y psicología. Es la dinámica social la que empuja a los nuevos patrones morales y legales a pesar de la fuerza de la tradición y la religión.

(8) Por cierto sobre todo en los países adelantados económica y tecnológicamente puesto que en los demás -en los llamados subdesarrollados, en vías de desarrollo, neocoloniales, tercer o cuartomundistas, o del Hemisferio Sur- la vida misma corre riesgo de existir: la mortalidad infantil es alta, sea por los bajísimos niveles nutricionales -léase hambre o falta de o mala alimentación-, por ignorancia o pobreza en la lucha contra enfermedades curables; el promedio de vida de los adultos es inferior o se parece al del de otras épocas; las muertes por guerras civiles o no, son muchísimas.

(9) La fuente de la eterna juventud y la victoria sobre la muerte han sido buscadas desde siempre (Seguramente en este siglo por venir se descubrirá como retardar el envejecimiento y la muerte, así como la cura contra el cáncer y el sida). Ahora hay algunas dietas, sustancias y drogas que son promocionadas como rejuvenecedoras (la melatonina, la placenta humana, etc.) además de la cirugía estética.

(10) En Australia ya existe una máquina así desde 1996 y en Bélgica desde el 2021.

Versión en PDF de UNA FILOSOFÍA DE LA MUERTE

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