miércoles, 29 de abril de 2020

LA PANDEMIA Y LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS

THE PANDEMIC AND THE FOUR HORSEMEN OF THE APOCALYPSE

Nínive Alonso Buznego
Lic. en Derecho y Grad. en Filosofía,  Universidad de Oviedo
Correo-e: ninivealonso@hotmail.com

Cuatro Jinetes del Apocalipsis, 
Viktor Vasnetsov (1887)

Resumen: El presente artículo trata de desgranar la problemática actual por la pandemia del virus covid_19, utilizando como recurso pedagógico-filosófico la metáfora de los cuatro jinetes del apocalipsis de la Biblia. Cabe destacar que la disección de problema planteada es atea y estética y pretende señalar la importancia de la alegoría simbólica en la comprensión de nuestra situación humana.
Palabras claves: Pandemia,  Apocalipsis,  Metáfora, Filosofía, Biblia

Abstract: This article tries to describe the current problems caused by the covid_19 virus pandemic, using as a pedagogical-philosophical resource the metaphor of the four horsemen of the apocalypse of the Bible. It should be noted that the problem dissection posed is atheistic and aesthetic and aims to point out the importance of symbolic allegory in understanding our human situation.
Keywords: Pandemic,  Apocalypse, Metaphor, Philosophy, Bible



1. Navegando en un mar que no conocemos
Probablemente uno de los retos más directos para la filosofía es analizar una situación como la actual pandemia por Covid-19. El nuevo coronavirus ha ensombrecido al mundo de  modo que los escasos destellos de luz son un tesoro.
Sin embargo, aún teniendo algunos datos como ciertos desde las investigaciones de nuestros compañeros científicos, que arrojan esa mínima luz que precisamos, sabemos que el problema está vivo, en expansión, crecimiento y continuo cambio.

Los diversos países toman medidas urgentes, cambios diarios, y establecen normas a sabiendas de que son pequeños parches a un enemigo que aún mantiene su faz tapada.  Aún no sabemos ni su procedencia real, su actuación específica, sus formas taxativas de contagio, ni el tiempo que va a quedarse con nosotros, si este será definido o ad infinitum.

El desafío es, por tanto, un desafío filosófico en el amplio sentido de la palabra: navegamos en un mar que no conocemos, lo hacemos sin ruta marcada ni escalas previstas y sin avistar tierra; además nos supera en fuerza de modo que nuestra minúscula existencia se ve amenazada de modo real y nuestra única oportunidad de sobrevivir es ser los mejores capitanes posibles.

Y un buen capitán, un buen filósofo, debe conocer los mares que otros han navegado, sus dificultades, sus fallos y sus aciertos, debe valerse de los cuadernos de bitácora de la humanidad, es decir de los constructos metafóricos y su alto poder explicativo.

2. La metáfora como recurso filosófico de aprendizaje
La metáfora ha sido recurso estilístico y elemento explicativo del divino Platón, la alegoría de la caverna en Politeia (La República) o la metáfora del carro alado en Fedro, suponen, no mitos como se dice erróneamente, sino constructos pedagógico-filosóficos que pretenden acercar cosas desconocidas y complejas para ser comprendidas de una manera sencilla y próxima.

Estas narraciones realizadas ex profeso que establecen comparativas, semejanzas o diferencias son potentes herramientas de  conocimiento que nos darán pistas de lo que nos espera y de cómo deberemos actuar.

En ese mismo lugar mítico metafórico se encuentran las narraciones universales que la decantación del tiempo ha permitido seguir en nuestro imaginario colectivo. Toda esa elaboración humana, ya sean libros, cuadros o arquitectura, desde la más sencilla hasta la más compleja guarda el secreto de la humanidad, es decir, las ideas centrales que nos hacen hombres.

La Biblia es uno de esos constructos metafóricos, uno de esos cuadernos de bitácora de la humanidad a los que acudimos, para inspirarnos o para explicar las grandes preguntas emocionales y existenciales. Además y en concreto su pasaje el Apocalipsis ha servido de múltiples interpretaciones tanto teológicas como filosóficas (1) de creyentes y ateos, y esto es así porque la Biblia al igual que otros grandes libros, no habla de Dios, sino del Hombre - ánthrōpos-.

3. El primer mundo y la amenaza apocalíptica
La macro-metáfora bíblica es una amalgama de conocimientos, costumbres, mitos, rituales religiosos, filosofía griega, e historia, que tiene una gran capacidad antropológica y nos dice de qué modo hemos configurado la vida los humanos.  Y el hecho es que tenemos presente en nuestro imaginario que si obramos mal durante tiempo sin atender a criterios de justicia, habrá una consecuencia fatal y, ¿qué consecuencia puede haber más fatal para el hombre que el fin del mundo? El Apocalipsis (2).

Pero antes de ese probable fatídico final hemos dispuesto alertas, alarmas, plagas, castigos y pruebas. Situaciones críticas, naturales, divinas o humanas que como punto de inflexión nos dan un ultimátum y con él una mínima aunque existente oportunidad de mejorar y con ello la posibilidad de salvar el mundo del Armagedón.

Dense cuenta que esta pandemia a diferencia de otras, y a diferencia de graves crisis de salud, de guerras y de hambre que asolan los países castigados del mundo la hemos recibido como amenaza directa apocalíptica y hemos asumido nuestro rol de héroes.

Sabemos que en comparación con otras enfermedades y padecimiento de nuestras historia reciente occidental, y por supuesto de la historia actual del tercer mundo no tiene alto nivel de mortandad, ni alta gravedad de padecimiento, es por ello que hay un clara categorización clasista de lo que es o no alarma, de lo que es o no crisis según afecte a esferas superiores sociales o a clases bajas, etnias minoritarias o culturas entendidas como secundarias  o terciarias.

Esta terrible diferenciación entre superiores e inferiores, hará que una crisis se entienda como apocalíptica o simplemente como necesario y colateral y este es el verdadero drama de la categorización del mal.

Estamos, por tanto, ante a lo que hemos caracterizado, por haber tocado de modo directo al primer mundo, como una de esas pestilencias a las que tenemos que enfrentarnos para salvar el mundo, o para inmolarnos con él. Estamos ante el Apocalipsis.

4. Los cuatro jinetes: tres horrores primitivos y una esperanza
Los cuatro jinetes del pasaje bíblico representan tres miedos y una salvación y configuran alegóricamente la crisis apocalíptica, y su posible superación.
Sobre tres caballos, negro, rojo y amarillo cabalgan los jinetes del Hambre, la Guerra y la Muerte respectivamente, tres horrores humanos primitivos y constitutivos de lo que lo el humano es y sin lo que no podría haber llegado hasta donde ha llegado, sea eso lo que sea, bueno o malo.

En la actual situación de pandemia por covid_19 que supone las aguas desconocidas y hostiles en las que navegamos atisbamos esos tres miedos primitivos, esos tres caballos simbólicos de lo que nos horroriza por cercano y real.

El caballo amarillo y la Muerte

Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: «Ven». Miré, y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.
Apocalipsis 6,7-8

Uno de eses grandes horrores y miedos de la humanidad es la muerte, y lo vemos en el alegórico caballo bayo del que habla la Revelación de San Juan: pálido, amarillento y montado por un caballero decrépito que porta, en gran parte de las iconografías, una guadaña, representa el final de la vida y la entrada en la “morgue”.

La muerte había tratado, por todos los medios, de esconderse, pero el nuevo coronavirus ha supuesto una bofetada general a nuestro sentido del bienestar y la ha visibilizado de nuevo.

Desde hace tiempo el mundo occidentalizado ha eliminado de su sentido vital y de su cotidianeidad todo lo que pueda rodear a la muerte, indicarla o manifestarla explícitamente, tanto para nuestros congéneres humanos donde los fallecidos se velan en un tanatorio y no en casa, los suicidios se silencian por norma, y la enfermedad y vejez se ocultan y combaten radicalmente por ser el indicador de que el final se está aproximando, como para los animales que nos sirven de alimento y abrigo, donde, y aun a pesar de utilizarlos, borramos de nuestra mente todo lo que tenga que ver con mataderos, sangre o vísceras. Incluso ansiamos y apostamos cada día por nuevos experimentos científicos tapándonos los ojos ante sufrimiento animal y otros ejemplos de nuestra horrible y desafortunada supremacía especista.

Es decir, que salvo raras excepciones culturales nos interesa –y esto debería ser una autocrítica general- mantener la muerte apartada tras un opaco biombo que solo retiramos en muy contadas ocasiones para volver a disponerlo precipitadamente y así seguir con nuestra feliz y superficial existencia regalada.

Pero de golpe y porrazo llegó esta pandemia, castigo natural o terrible suceso fortuito, y nos impuso sin ambages,  el jinete metafórico del apocalipsis que nos recuerda sin tiempo para escondernos ni esconderle, que la muerte está presente, es real y inexorable. Y quizá inclusive aún absurda, necesaria.

Los telediarios, la prensa y las noticias por internet nos informan continuamente de la cantidad de vidas sesgadas por el covid_19: miles de personas fallecen diariamente entre la impotencia de los sanitarios y el dolor de los familiares que ni siquiera pueden despedirse en esa última partida.
Es un tremendo dolor que no aplaca, sin embargo, un cierto sentido de culpabilidad: intuitivamente algo nos dice que si bien sea la auto-regulación de especies de la que hablan los etólogos, o la propia venganza natural, o quizá la arrogancia humana y sus ansias de dominación, definitivamente nos nace a todos un cierto sentido de la responsabilidad.

Hemos arrasado el mundo, extinguido especies, quemado bosques, y contaminado los mares; arrasado pueblos y violado a las mujeres, maltratado a los animales, y haciendo guerras por dinero, por poder, por religión y por capricho, seguimos traficando con seres humanos, esclavizando a niños de lugares que no queremos ver para sostener nuestras comodidades cotidianas, y de todo ello pareciera que resulta un precio que pagar.

Las muertes silenciadas: mujeres, niños y sintecho
Pero además de esto, existen otras muertes silenciadas y que se derivan de las medidas dramáticas tomadas por el covid_19; medidas de escapada y huída política y de diferenciación clasista de las vidas que hay que salvar y las que hay que olvidar según sean de uno o de otro estrato social como decía líneas arriba. Ese olvido consciente, ese dejar morir sea de modo real, con el fallecimiento o metafórico con el ostracismo, es nuestra culpa.

El confinamiento, sobre todo en las medidas más drásticas tomadas en determinados países o lugares castigados están suponiendo un verdadero drama para muchos y sobre todo para las personas más débiles de la sociedad: los pobres, las mujeres y los niños.

El “quédate en casa” resulta un hashtag de niños bien muy desapegado de la realidad de estas esferas débiles y necesitadas.
Se han planteado los que predican, promueven y aprueban por defecto tal medida ¿en qué situación de desprotección quedan las mujeres que conviven con su maltratador habitual?

Acaso nadie ha pensado que muchas recibirán su primeras palizas debido a la frustración, la impotencia por la falta de trabajo, dinero o aumento del alcoholismo. ¿Nadie ha pensado en eso?

Y lo que es peor, si lo han pensado ha preferido salvar unos para dejar morir a otros sea, como digo de modo real o de modo simbólico, por su cosificación.
Los niños son otras posibles víctimas de esta enfermedad, y no precisamente porque sean pacientes de riesgo en el virus del covid_19 sino porque se encontrarán hacinados en sus casas, muchas veces en hogares hostiles, estresados o de violencia.

Ir a la escuela era, como lo ha sido para todos,  una de las mayores felicidades: jugar, aprender y compartir con compañeros; sin embargo al fomentar el estudio desde casa eliminamos esa necesaria interactuación social que va conformando poco a poco las personalidades de los más pequeños.

Además el aparentemente propuesto sistema de estudio vía internet, revela nuevamente la distancia real entre lo que se vende de modo político y la realidad social, esto es: que muchos niños no tienen los recursos necesarios para clases online y serán discriminados nuevamente por ello, estigmatizados.

Pero además su identidad peligra justamente como consecuencia de esta pretendida asepsia al precio altísimo del distanciamiento social, los niños son el eslabón más frágil y pueden ser objeto del olvido, violencia e incluso abuso sexual si tienen la mala y odiosa suerte de caer con unos padres desalmados, que además tienen domino sobre ellos veinticuatro horas al día durante siete días a la semana.

Y llegados a este punto, que podemos decirles a las personas sin hogar, sintecho, ¿Podemos, de veras, decirles “stay-at-home”? Como hemos podido llegar a este punto de diferencias sociales donde ni las normas pueden ser cumplidas y donde se reafirma una vez más que una parte de la sociedad no cuenta ni para el civismo.

El caballo negro y el Hambre

Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: «Ven». Miré, y vi un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: «Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino»
Apocalipsis 6, 5-6

El segundo de los horrores del ser humano, es el hambre, y aparece en escena en el final del mundo simbolizada por el caballo negro. Su jinete porta en la iconografía una balanza que no es símbolo de la justicia sino del comercio y la economía y anuncia una crisis alimentaria como castigo divino.

La falta de alimentos primarios, agua, enseres necesarios para el aseo, el bienestar y la vida buena era dada por hecho en los lugares castigados del mundo pero esa misma situación de carestía era impensable en nuestro primer mundo.

Más de tres millones de niños mueren al año por inanición, por hambre, eso suma casi 9.000 niños al día que fenecen por no tener alimento que llevarse a la boca mientras una parte del mundo (en la que estoy) tira a la basura el 35 % de los alimentados comprados bien por caducidad, exceso, o simplemente por gusto.

El hambre de esos otros a los que no se les atribuye la misma entidad y categoría, parecía no importarle a nadie, o no importar en la misma medida, pero esta pandemia ha hecho reaparecer, para todos, el caballo negro del apocalipsis y nuestro miedo directo a la escasez que en él se ve representada.

En muchos países la inacción laboral, la crisis económica y la obligación de confinamiento ha señalado con fuerza los nuevos pobres de la sociedad, personas que vivían normalmente y que ahora se ven aguardando su sitio en las colas del hambre de las organizaciones y lugares de ayuda alimentaria.

En otros lugares del mundo es el gobierno quien lleva a cabo el racionamiento y reparte los víveres, productos básicos, escasos incluso en ocasiones en mal estado, y nuevamente obliga a muchas personas a permanecer sitiadas sin poder ni siquiera llevar a cabo sus labores en el campo para su economía de subsistencia. De modo que lo que parecía impensable se hace ahora real de la manera más dolorosa.


El caballo rojo y la Guerra 

Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: «Ven». Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande.
Apocalipsis 6,3-4

El tercer horror del ser humano es la guerra, justamente, porque esta tendrá las consecuencias de la muerte y el hambre de las que hablamos antes; el caballo bermejo, rojo o alazán montado por el jinete de la guerra portando una espada simboliza el final de la paz, la lucha a muerte y la sangre derramada.

Efectivamente todos hemos pensado en algún momento de esta pandemia que formaba parte de una nueva forma de guerra biológica, diferentes estudios realizados en los laboratorios de investigación nos daban ciertos datos para saber que más allá de teorías conspirativas y conspiranoicas, la posibilidad era real y entraba dentro de los términos de lo racional y que podría haberse dado este caso, quizá no de modo doloso pero si por imprudencia, verbigracia, un escape del virus a través de un trabajador que habría sido el paciente cero.

En nuestra mente ya pulularía lo que antes solo parecía propio de las películas distópicas de ciencia ficción y la posibilidad, es decir esa cierta verosimilitud,  acercaría lo imaginado al constructo de la realidad.
Sea guerra biológica real, despegada de modo fraudulento del campo de batalla tradicional, sea tan sólo una primigenia teoría conspiratoria, el hecho es que ya vemos certeros atisbos de una situación que lejos de ser pacífica, se convierte en hostil, bélica y dramática: el caballo rojo ha aparecido.

La nueva policía vecinal, la otra guerra
Pero el verdadero conflicto preocupante son las nuevas “facciones policiales” que nacen de entre los ciudadanos que, actuando como vigilantes de sus vecinos, se convierten en delatores profesionales a la caza del error del otro, no se sabe si para ganarse puntos de dudosa ética, si para cobrar envidias o rencillas guardadas de otros tiempos.

Conocemos casos en todos los países de personas que están denunciando a sus vecinos por saltarse las normas de confinamiento, distanciamiento social u horarios permitidos de salida y esta situación nos recuerda, inexorablemente, esos chivatazos en situaciones de dictadura de los rebeldes o contrarios al régimen y produce una absoluta desconfianza donde debería haber unión, entendimiento, empatía y generosidad.

La situación bélica de la pandemia es que el enemigo ya no es el estado o el gobierno dominante y sus agentes de violencia coercitiva, sino que el enemigo es el otro, y no solo porque pueda contagiarte, traspasarte la enfermedad o el mal sino porque no obedece y cumple religiosamente las normas como tú, y es ahí donde la envidia, el odio y la venganza, aún inconsciente, reverberan para volverse aún más crueles.

Divididos todos, enemigos tras el hipócrita y superficial velo aparente de la solidaridad, acaba ganado el estado que recupera dominios que había perdido, y no solo lugares físicos sino lugares mentales, partes del alma y eso es lo verdaderamente peligroso (3).

El caballo blanco: esperanza, razón y conquista

Cuando abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer.
Apocalipsis  6,2

El caballo blanco y su jinete con corona portando un arco en la mano, simboliza la esperanza y la conquista llevada a cabo de modo pacífico a través de la bondad y la razón. En cualquier situación crítica es la única baza para salir reforzados sin acabar diezmados por los tres miedos explicados anteriormente: la guerra, el hambre y la muerte.

Sin embargo, el Papa Francisco en su entrevista vía skype con el periodista español Jordi Évole (4) a propósito de un especial sobre coronavirus dijo:

“Dios perdona siempre, los hombres a veces, la naturaleza nunca”

Y en ese momento sentí que ateos o creyentes intuíamos y sentíamos la necesidad del castigo y a la vez del perdón a través de una alegórica penitencia que nos recordase que estamos en el mal camino.
Se muestra aquí el caballo blanco como epítome de la razón que podría salvarnos y del precio que tendremos que asumir y pagar; pues de nada serviría haber pasado por todo esto si no hubiésemos extraído un aprendizaje real de nuestras actuaciones para con el mundo.

Pienso que en lo particular no podemos dejar que nos dominen a través del miedo, al contagio, a la enfermedad, a la muerte pues eso sería lo que ya George Orwell apunta en su obra 1984 cuando dice:

“Para controlar a un pueblo hay que conocer su miedo y es evidente que el primer miedo de cada individuo es estar en peligro mortal. Una vez que el ser humano se hace esclavo de su miedo es fácil hacerle creer que el papá Estado estará listo para ayudar a salvarlo”

Esto supondría el inicio de una distopía, donde haber salvado el mundo significaría haberlo condenado, venceríamos la enfermedad y el miedo nos habría vencido a nosotros.

Un mundo vivo pero aséptico, anestésico:  distanciamiento social indefinido, relaciones virtuales como norma, y mascarillas y látex como complemento y fondo de armario. Sujetos alienados y obsesionados un mundo de salud y tecnología, pero sin amor, sin “piel” y sin verdad.

En lo general, no podemos seguir entendiendo la ecología, el animalismo, la ayuda humanitaria, los derechos humanos y el respeto por los otros como algo alejado, puntual o prescindible, debemos integrarlo desde los pequeños gestos hasta lo grandes movimientos; el poder y el dinero no significan nada si no son para mejorar las condiciones de los que aún no han llegado siquiera a los mínimos, no significan nada y no dignifican a nadie.

Navegamos en aguas desconocidas y hostiles pero debemos despertar, debemos entender este aviso, para corregir nuestra actuación como individuo, como pueblo, como humanidad, como naturaleza y no podemos desperdiciar este aprendizaje metafórico que nos brindan los cuatro jinetes del apocalipsis. Ellos cabalgan, y  nosotros navegamos.

Notas
1. Algunas de las interpretaciones actuales más interesantes son, en el ámbito de la teología, la del padre Castellani, El Apokalypsis de San Juan y en el ámbito de la literatura filosófica de línea distópica pareja a la que escribe este artículo, la obra Apocalipsis de D.H. Lawrence.

2. En el párrafo se hace referencia a una parte del artículo sobre la pandemia titulado Del Apocalipsis a la distopía de la asepsia, que publiqué para la prensa escrita en el diario español EL COMERCIO (30/03/2020) y que puede ser leído de manera libre, online, para una mejor comprensión de mi posición filosófica a  través de este enlace https://ninivebuznego.wixsite.com/ninivealonso/post/coronavirus-del-apocalipsis-a-la-distop%C3%ADa-de-la-asepsia

3. Resulta interesante completar la lectura sobre la recuperación de los lugares de dominio, con mi artículo ¿Encerrados? Filosofía para el confinamiento, publicado en prensa escrita en el diario español EL COMERCIO (21/04/2020) y disponible online a través de este enlace https://ninivebuznego.wixsite.com/ninivealonso/post/encerrados-filosof%C3%ADa-para-el-confinamiento-i-n%C3%ADnive-alonso-fil%C3%B3sofa

4. La entrevista entre el Papa Francisco y el periodista Jordi Évole, en el programa de televisión Lo de Évole, de la cadena española de televisión La Sexta Tv, puede verse en el siguiente enlace
https://www.lasexta.com/programas/lo-de-evole/jordi-evole-habla-con-el-papa-francisco-por-videollamada-sobre-como-esta-viviendo-la-cuarentena-por-coronavirus_202003185e723e56a66d3a000147335c.html



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