lunes, 18 de noviembre de 2024

RAZÓN DE SER DE LA FILOSOFÍA

RATIONALE FOR PHILOSOPHY


Luis Enrique Alvizuri

Publicista, ensayista y cantautor

Correo-e: luisalvizuri@yahoo.com

 

Resumen

Unos de los grandes problemas de la filosofía ha sido el poder definirla debido a las muchas maneras como ha sido abordada y a sus numerosos objetos de estudio. En ello no se han puesto de acuerdo nunca los autores. A eso se le suma el hecho que cada época requiere de un determinado tipo de filosofar que se adapte a ella, por lo que la filosofía suele cambiar constantemente de finalidad. Igualmente, en tiempos de transformación profunda, como cuando una civilización pierde su hegemonía, la filosofía nuevamente se enfoca de un modo distinto, dependiendo de las culturas que resurjan como resultado de dicha situación. Ante ello solo queda intentar abrir una mirada más amplia hacia todas las civilizaciones, no centrándose únicamente en Occidente y, a partir de ello, buscar una forma de entenderla pero que sea universal, que abarque todo el espectro humano de todos los tiempos y sociedades.

 

Palabras clave: Civilización, culturas, objetivo, cambio, hegemonía, decadencia, angustia.

 

 

Abstract

One of the great problems of philosophy has been being able to define it due to the many ways in which it has been approached and its numerous objects of study. The authors have never agreed on this. Added to this is the fact that each era requires a certain type of philosophizing that adapts to it, which is why philosophy tends to constantly change its purpose. Likewise, in times of profound transformation, such as when a civilization loses its hegemony, philosophy again focuses in a different way, depending on the cultures that reemerge as a result of said situation. Given this, the only thing left to do is try to open a broader view towards all civilizations, not focusing only on the West and, from this, look for a way to understand it that is universal, that covers the entire human spectrum of all times and societies.

 

Keywords: Civilization, cultures, objective, change, hegemony, decadence, anguish.

 

Metafilosofía

Hoy llaman metafilosofía al estudio acerca de qué es la filosofía. Obviamente que a un lego en la materia esto le resultará muy extraño, pues es como preguntar a qué se dedica la física, la química o la medicina. Sin embargo, en las ciencias sociales esta duda es muy común puesto que, cuando se trata de abordar al ser humano y no a la materia que nos rodea, las cosas siempre se complican. Un ejemplo claro lo tenemos en la psicología, en la cual se distinguen claramente dos formas de interpretarla a las que se denominan psicoanálisis (la versión creada por Sigmund Freud) y psicología científica, que viene a ser una suma de varias especialidades de investigación de la conducta humana como la biología, la medicina y, más recientemente, la neurología.

Para saber qué es la filosofía la mayoría se inclina por recurrir a los muchos diccionarios de la especialidad que abundan por todas partes y a los que se puede acceder fácilmente por Internet. Pero, a pesar de la abundante (y ahora sobreabundante diríamos) información y conceptos, el asunto se vuelve a replantear una y otra vez. No solo porque cada uno de los filósofos —pues todos los más connotados empezaron justamente por ahí— intentan definirla a su manera (basta con apelar a Platón y Aristóteles para comprobarlo), sino porque los diversos cambios de época y de culturas así lo exigen. No es lo mismo hablar de filosofía en la antigua Grecia que en la Edad Media europea, como tampoco en el Renacimiento, la Ilustración y, más recientemente, en la modernidad contemporánea.

Lo mismo sucede en cuanto a nacionalidades se refiere, pues tenemos diferencias más que notorias entre pensadores ingleses, franceses, italianos, rusos y alemanes, aparte de aquellos que provienen de ámbitos no occidentales. Al conocer sus obras las distinciones son tan grandes que se terminan formando “escuelas” que se basan en sus propios postulados, negando al mismo tiempo los de las otras. A esta confusión le podemos agregar otro elemento adicional: las universidades, las cuales, como método de estudio, dividen la filosofía en numerosas partes, especializando cada una a la manera de cómo lo hace la medicina, de tal modo que ya no se puede hablar de “la” filosofía sino de cada una de sus ramas (filosofía estética, ética, política, de la historia, de la religión, además de la epistemología y muchas más).

Tomando en cuenta lo expuesto, que es apenas un resumen de la complejidad de la filosofía en sí, y sin considerar los problemas que aborda y desde qué ópticas, se puede decir que resulta sumamente complicado llegar a una sola y única definición de qué es la filosofía y, por ende, qué estudia o a qué se dedica y, por consecuencia, cuál sería su utilidad real. En líneas generales se podría intentar comprenderla mediante uno de sus sinónimos, la especulación, que vendría a ser la actividad de pensar (observar, analizar, sopesar, comparar, calcular, etc.) para finalmente llegar a una conclusión y proceder a actuar. Pero eso tampoco abarca todo puesto que quedarían pendientes muchos de sus temas principales como Dios, el amor, el bien y el mal, etc. que, en la mayoría de los casos, no se pueden plantear siguiendo la pauta de un pensar común y corriente.

 

Cambios actuales

De modo que la pregunta inicial, qué es la filosofía, nos lleva al callejón sin salida de tener que aceptar, hidalgamente, que su respuesta será necesariamente ambigua. A esto podemos agregar un aspecto adicional que es de reciente data: la decadencia de Occidente. Y es que, querámoslo o no, toda esta discusión tiene un envoltorio, se encuentra dentro de un paquete delimitado que se llama la civilización occidental, una pecera en la cual vivimos y navegamos y donde todo tiene un origen y una explicación siempre y cuando no se salga de ella. Durante la hegemonía de Occidente, en estos recientes cinco siglos, la vida humana ha sido vista y juzgada mediante el prisma de dicha sociedad y cultura, cosa que a la mayoría nos ha parecido que era todo lo posible de hacerse. Pero, como suele suceder, la declinación de una civilización cierra unas puertas y abre otras no imaginadas.

Y eso es lo que está ocurriendo en estos momentos, por lo menos en su fase inicial: que el imperio que ha establecido Occidente sobre el resto de civilizaciones y culturas se está agrietando y debilitando, dejando que ingresen por las rendijas viejas y olvidadas sociedades humanas que habían sido eliminadas de la cultura “oficial” y relegadas a la desaparición o a convivir, pero en calidad de sometidas, esclavizadas y forzadas a occidentalizarse. Y a la par que Occidente se debilita, resurge el deseo de libertad en todas ellas, y esa libertad viene aparejada también con todo su bagaje cultural que, en la mayoría de los casos, es mucho más antiguo y milenario que la propia cultura occidental. Esto hace que la energía que se pone en el esfuerzo por renacer tenga un sustento sumamente sólido.

Dicho de otra manera, no solo se está cuestionando la validez de la dominación política de una civilización, Occidente, sobre las demás sino también sus elementos constituyentes como son su cultura, sus valores, sus creencias, religiones y cosmovisión en general. Y es que la dominación no es solo un proceso que sirve para la extracción de recursos naturales sino que incluye uno de culturización de los pueblos sometidos para que sean incorporados como parte de la cultura dominante, cosa que muy rara vez se produce debido a la resistencia férrea que las culturas sometidas ofrecen. Dentro de esta rebelión, de ese contexto cultural resurgente, se incluye también a la filosofía, con el argumento de que esta es una característica propiamente humana y no algo exclusivamente occidental (es decir, se niega que sea un invento de los griegos, como sí lo sería en el caso de una máquina o un método de acción).

De ser esto es así, si la filosofía no solo es vista ahora como una prerrogativa única y distintiva de Occidente, habría que abrir el abanico de definiciones hacia todos los frentes y civilizaciones para indagar de qué manera esta se ha manifestado en ellas y con qué peculiaridades. Eso nos vuelve nuevamente al problema de encontrar una enunciación única que abarque también las variedades que se dan en todas partes del planeta. De plano habría que descartar aquí la simplista idea de que por llamarse “filosofía”, vocablo griego, entonces su naturaleza es griega, puesto que tendríamos que aplicar el mismo criterio con todas las otras palabras como arquitectura, poesía, medicina, navegación y un interminable etcétera de conceptos grecolatinos los cuales tampoco, siguiendo esta lógica, se habrían dado en ninguna otra cultura. Lo natural es que el filosofar se haya denominado de otra manera en cada espacio y tiempo donde se ha desarrollado la humanidad, con sus propias características.

 

Por qué se dice que solo hay filosofía en Occidente

¿Por qué estamos de acuerdo en que la arquitectura o la poesía sí pueden encontrarse en todas partes y no podemos aceptar lo mismo con la filosofía? Teóricamente deberíamos hacerlo, tal como lo pasa con la religión, que es igualmente complicada dada la multiplicidad de variantes que en ella se dan. Entonces, ¿dónde está el escollo que nos impide llegar a dicho consenso y reconocer que la filosofía es un fenómeno universal? Ensayando una respuesta, todo pareciera indicar que se encontraría en el plano de la susceptibilidad que ella despierta en el sentido que se considera que es la forma más elevada y sublime de pensar, algo que incluso requiere de una cuota de inspiración que va más allá del simple método y que exige condiciones especiales más una inspiración innata.

Y es que, por lo visto, tal actividad solo la pueden realizar cierta clase de personas con determinados atributos y una formación adecuada, cosa que no puede ser de índole masiva. Es decir, los filósofos, en toda sociedad, son necesariamente muy pocos debido a las muchas cualidades que deben juntarse en un solo individuo. Algo similar a lo que sucede con ciertas artes como la música o la literatura, donde los que realmente destacan suelen ser unos cuantos, siendo los demás solo seguidores. Utilizando un ejemplo, los filósofos que se dieron en la era de oro de Grecia no son tantos como para no poder mencionarlos de memoria y en poco tiempo. Todos los demás han sido sus discípulos, recopiladores e intérpretes de sus pensamientos. Ello significa que, desaparecer o eliminar de una cultura a sus filósofos y luego decir que “estos nunca han existido”, es sumamente sencillo puesto que a todos se los puede reunir en un pequeño salón y exterminarlos para que, con ello, desaparezcan sus principales gestores y pensadores.

Lo que estoy tratando de decir es que la filosofía es un desempeño alturado y muy importante para el desarrollo de los pueblos, por esa razón anular a los filósofos de las culturas avasalladas resulta crucial para una sociedad que desea controlarlas. Negarles a tales pueblos la capacidad de hacer filosofía, o lo que sea como la hayan denominado, es primordial para unificar en un solo criterio aquello que se llama la verdad. Para visualizarlo mejor, es el mismo argumento que utilizan los predicadores de religiones cuando se encuentran ante sociedades que consideran “herejes” o que “desconocen la verdad”, siendo que lo primero que hacen es eliminar por completo sus dioses “falsos” para afirmar que estos “nunca han existido y tampoco eran dioses”. Occidente, en su etapa de dominio planetario, se irrogó el derecho a poseer la filosofía “verdadera” para evitar que otro tipo de pensamiento superior y elaborado pudiese cuestionar y amenazar la legitimidad del suyo y de su prevalencia.

 

Qué sería entonces la filosofía

Pero con esto solo he explicado por qué Occidente se convirtió en el único que podía definir y desarrollar la filosofía, pero eso no expone su objetivo. Para ello tendríamos que elevar más la mirada e intentar hacerla lo más universal posible con el fin de extraerla de la demarcación occidental y ubicarla en todas partes, allí donde exista algún ser humano y una sociedad. De ser así, y aclaro que con esto solo hago una propuesta sin afirmar que así lo sea, la filosofía no sería otra cosa que un aspecto particular del ser humano que va más allá del simple pensar o calcular, y que tiene que ver con sus principales dudas e inquietudes acerca de nuestra especie. O sea, es el esfuerzo por explicarnos nuestros orígenes y razón de ser, con lo que caemos inevitablemente en la conocida frase de “quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos”.

Ciertamente, esta es una interrogante de lo más simple y común, pero que resume brillantemente la esencia de aquello que motiva al ser humano a reflexionar sobre dichos temas. En pocas palabras, filosofar sería el intentar explicarnos a nosotros mismos la verdad sobre nuestro ser, el por qué vivimos y, sobre todo, por qué tenemos que seguir haciéndolo a pesar de todo. Esto inevitablemente producirá un estado de angustia en cualquiera, al punto que el consuelo más común de la gente es decir “no piense usted en eso” cuando algo nos preocupa. Pero justamente pensar en eso y angustiarse, y a veces en extremo, es lo que hacen los filósofos y no lo pueden evitar porque está inconscientemente en ellos. Quien es filósofo es como aquel que es músico o bailarín: le es imposible ignorar y negarse a efectuar dichas acciones pues le nacen espontáneamente.

Si esto es así, como lo estoy suponiendo, la filosofía tendría un tema principal y específico: la angustia humana con respecto a su existencia, y tratar de aminorarla encontrando su respuesta o algún paliativo a ella sería su principal tarea. Entiendo que muchos en Occidente aún piensan que es la búsqueda de la verdad, y con ello involucran a la ciencia, pero eso en realidad es demasiado genérico, abre mucho el panorama y se presta a todo tipo de especulaciones puesto que en todas ellas hay una verdad que buscar. Y además no se trata de buscar la verdad así no más sino de aclarar que esa verdad tiene que ver únicamente con nuestra esencia de humanos, de aquello que nos diferencia de todos los seres vivos de la naturaleza (puesto que si todos ellos se vistieran y organizaran como nosotros entonces sería una característica típica de todos los seres vivos, cosa que no lo es). La verdad de la filosofía no es la misma verdad que la de la naturaleza.

 

Pero ¿sirve para algo el filosofar?

Ahora bien, y la filosofía ¿para qué sirve? La gente común y corriente suele hacerse esta pregunta desde siempre y tienen razón: nunca ven a los filósofos tomando en sus manos una herramienta o ganarse la vida con alguna profesión. Siempre están “haciendo nada”, mirando las estrellas o algún pergamino, tablilla o libro. Pero, contrariamente, quienes tienen el poder, o sea los líderes, no piensan así. Para ellos esos filósofos resultan siempre indispensables pues son la raíz de todo lo que en la sociedad existe debido a que sus ideas alimentan y sustentan las verdades y conocimientos que esta asume como referentes para subsistir. Es decir, la auténtica labor del filósofo, en todos los tiempos, culturas y lugares, es proporcionarles a sus pueblos los insumos básicos sobre qué se debe y qué no se debe creer acerca de la vida que todos llevamos.

En algunos casos esto coincide con el desempeño del sacerdote, pero muy rara vez puesto que el ejercicio de la religión está basado principalmente en la ritualidad, en seguir una norma o costumbre al pie de la letra para mantener la coherencia en una determinada fe. Pocas veces los religiosos se interesan en salirse de su entorno de creencias para pensar fuera de dicho marco. Y en casi todos los casos, cuando lo hacen, es para reafirmar aquello en lo que creen y no para negarlo o cuestionarlo.

 

La filosofía hoy

Ahora bien, si nos trasladamos al mundo actual, en una etapa en la que la unipolaridad occidental está dejando de serlo para transformarse en multipolaridad (con la resurgencia de numerosas culturas como la china, la india, las americanas y muchas otras africanas) es inevitable pensar que dicho proceso de cambio ya debe estar siendo conducido por filósofos que se desempeñan en las sombras, invisibles a los reflectores de los medios de comunicación dominantes. Estos medios están más bien concentrados en la defensa de Occidente, como es el caso de la difusión que hacen del conocido y popular Yuval Harari, un pensador israelí convocado a cuanto evento internacional importante se dé y donde se reúnen los hombres más ricos y poderosos del planeta. No cabe duda que él, y alguno otro, le están diciendo a su sociedad qué es lo que deben hacer para evitar, o por lo menos aletargar, la situación de decadencia que les preocupa grandemente.

Pero así como Harari cumple con esta misión igualmente deben estar haciéndolo los filósofos no occidentales quienes probablemente les están dando a sus sociedades un discurso completamente contrario y donde el objetivo no es salvar el predominio de Occidente sino más bien todo lo contrario: cómo apresurar su caída para que sus pueblos sean capaces de retomar el camino de desarrollo interrumpido por dicha civilización; y es posible que lo estén realizando mediante los insumos de sus propias culturas, sus propios conocimientos y sabidurías y no necesariamente empleando las occidentales, puesto que hacerlo sería caer nuevamente en su lógica y sentido y eso es precisamente lo que no se quiere.

Estos filósofos no occidentales (o anti occidentales en la práctica) no desconocen la importancia de la ciencia actual ni de la de siempre, sino que no la ensalzan ni le atribuyen las virtudes que Occidente le da, ya que esta ha nacido y crecido orientada exclusivamente a satisfacer la sociedad de mercado y depende por completo de ella, de sus metas y necesidades. La ciencia que los filósofos renacientes deben estar postulando debe ser una que apunte a que esta se someta o represente los intereses de sus sociedades reprimidas y aplastadas por las invasiones y la explotación de parte de Occidente, tal como lo estaban hasta antes de dicho suceso. Una sociedad no moderna y no mercantilista, obviamente, no tendrá mayor necesidad de desarrollar la ciencia contemporánea cuyos principales fines se emplean para la guerra y la destrucción del prójimo y la naturaleza.

Para terminar, diré que una forma milenaria de cómo se perpetúan los curanderos en las sociedades no occidentales es mediante la selección y educación personalizada del discípulo por parte del maestro. Esta es, en mi opinión, la manera correcta de transmitir los dones, conocimientos y métodos propios del filosofar en vista que siempre serán muy pocas personas quienes estén preparadas y capacitadas para ello, en número tan reducido que, para centros de enseñanza tan amplios como las universidades, resultará insuficiente como para interesarles. Los grandes filósofos de la historia, así como los profetas y fundadores de religiones, son individuos que emergen producto de circunstancias muy particulares y peculiares, por lo que es preferible darles la mayor libertad posible para que sean lo que son en vez de tratar de forzarlos a convertirse en pedagogos o empleados de algún sistema productivo determinado.

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