PRIMERA LECCIÓN: INTRODUCCIÓN A LA NOOLOGÍA
Alexander Dugin
Traducción al español de David Álvaro Huallpa Vargas (d.huallpa@pucp.edu.pe)
[1. Definición esencial de la noología]
La primera lección de hoy es una introducción a lo que es la noología. “Noología” es un neologismo. Consta de dos raíces griegas: “νοῦς” (noûs) y “λόγος” (lógos) (lógica, ciencia, enseñanza, etc.). De este modo, la noología sería la en-señanza del noûs. ¿Qué significa “noûs” en griego? Esta es una palabra bastante delicada y si tratamos de traducirla, podría ser inteligencia, intelecto o mente (“ум” en ruso), es, también, pensamiento o una especie de conciencia (en alemán: “Bewußtsein”). Es algo que habita en la profundidad del pensamiento del ser humano. Pero, ¿qué es el ser humano?
[1.1. Objeto esencial de la noología: la esencia del ser humano]
El ser humano es el ser que se diferencia de cualquier otro ser del mundo en cuanto intelige o piensa: es ser pensante. Todas las demás cualidades las compartimos con los otros seres, pero el inteligir pertenece [solamente] al ser humano. En consecuencia, ser humano es tener intelecto. [Todos] tenemos cuerpos, instintos, dolores, sufrimientos o alegrías, pero las demás criaturas también; sin embargo, nadie, excepto nosotros en el mundo de lo viviente, tiene intelecto. De modo que éste, el noûs, constituye la esencia del ser humano. Todo lo demás [también] es constitutivo del ser humano, pero no es lo diferencial del hombre: el único aspecto que nos hace humanos es el intelecto. Así, el noûs, en tanto que intelecto, pensamiento y mente, es la raíz más profunda del ser humano, de la humanidad en general: somos seres humanos en tanto que inteligimos, en tanto que tenemos noûs: sin noûs no habría ser humano.
En consecuencia, pensar o inteligir el noûs, tratar de explorar la noología, equivale a explorarnos a nosotros mismos: no es una alienación. Inteligir el noûs es lo mismo que pensarnos o inteligir nuestra naturaleza más profunda: no es, pues, [algo] abstracto. Es una especie de introspección: [con ella] estamos elaborando discursos y aprendiendo sobre nuestra profundidad. Estamos aprendiendo sobre la humanidad de los seres humanos o, lo que es lo mismo, sobre el noûs. Podríamos presentar al ser humano desde distintos puntos de vista, la noología lo hace desde el punto de vista de su esencia: es el estudio del intelecto en tanto que tal.
[1.2. Esencia de la noología: el reconocimiento de las diferencias de los otros]
La noología también es la base filosófica de la multipolaridad. ¿Por qué? Porque la idea de la noología es que no existe un solo tipo de intelecto que sea universal y común para toda la humanidad: hay distintos. Cuando tratamos de estudiar el noûs (el intelecto, la mente, el pensamiento) de manera cuidadosa, descubrimos cuánto depende el proceso intelectivo de la cultura. Si inteligimos o pensamos desde una cultura, pensaremos de una manera determinada. Si perteneciéramos a otra cultura, etnia, religión, o a otra época, pensaríamos de una manera totalmente diferente, aunque sin dejar de ser humanos (todavía seguirían siendo serbios, rusos, franceses, ingleses, chinos o africanos): al pertenecer a diferentes culturas, y espacios y tiempos, inteligimos de distinta manera.
Entonces, si queremos estudiar el noûs o intelecto en tanto que tal, debemos tener en cuenta estas diferencias. Ciertamente, sin estudiar estas diferentes formas de inteligir o pensar, no podríamos llegar a la esencia del intelecto [o noûs]. Si suponemos, por ejemplo, que todo el mundo piensa como nosotros, estudiaríamos [solo] nuestra forma de pensar. Pero esto es unilateral, porque los croatas, los albaneses, los rusos, los ingleses, los estadounidenses, los africanos, los chinos o los musulmanes, por ejemplo, piensan de una manera diferente y no solo sobre los aspectos accidentales o secundarios, sino [también] sobre la naturaleza humana, sobre la vida, la muerte, la familia, el género, la historia, el tiempo, el espacio, Dios, la materia, el mundo: acerca de todo.
La noología es una especie de fenomenología del intelecto. No prescribimos, pues, cómo o qué debería de ser el noûs o intelecto. Nosotros intentamos, antes bien, explorar cómo es, cómo opera y cómo se presenta [el noûs] en diferentes contextos. Este reconocimiento de las diferencias, sin ninguna prescripción normativa de cómo debería inteligir el hombre “normal”, es la nota esencial de la noología. Partimos, pues, del reconocimiento de las diferencias y estamos tratando de comprender mejor y más profundamente esas diferencias, mas no tratando de unir o imponer algo como universal, sino [solo] tratando de descubrir.
[1.3. Objeto concreto de la noología: el estudio de las diversas culturas]
Por lo dicho, la noología está orientada al estudio de las culturas concretas. La mayoría de mis libros del Proyecto noomaquia están dedicados precisamente a la cultura o Lógos ruso, europeo, iraní, chino, francés, inglés, estadounidense, al de Europa del Este, etc. Estamos estudiando las culturas y, basándonos en estas, estamos deduciendo su forma de pensar o inteligir. De esa manera, estamos logrando alcanzar una visión [más] completa de la inteligencia humana. No estamos diciendo: “el ser humano [en general] debería ser —por ejemplo— europeo, moderno, blanco, ateo, materialista y liberal”, pues eso es [solo] un resultado concreto de la civilización europea anglosajona. Está limitada geográfica e históricamente: no es, pues, universal. Es [solo] la forma inglesa de desarrollar su historia inglesa, americana o europea. Y si vamos a Europa del Este, al mundo eslavo, al mundo ruso, al mundo chino o al mundo musulmán, descubriremos que no van por el mismo camino americano, inglés o europeo. Cada uno sigue su propio camino —[la noología ayuda a comprender] también el conflicto entre civilizaciones, la cual es la clave para entender qué está sucediendo ahora con vuestro país o con nuestro país: ¿cómo estamos lidiando con Occidente?, ¿cómo nos tratan?, ¿por qué nos tratan así?, ¿por qué respondemos, resistimos o nos sometemos?
La esencia de la noología es el reconocimiento de la pluralidad de los intelectos de las culturas. Pluralidad significa que no existe una sola forma universal y normativa de desarrollar el intelecto: hay intelectos y no “el intelecto”. O, más bien, hay diferentes manifestaciones de un solo Intelecto, Noûs, pero tan diferentes y especiales que necesitamos estudiar cuidadosamente cada caso: el caso serbio, el caso ruso, el caso francés, el caso alemán, etc. No se trata de jerarquizar o sentenciar que alguna está más desarrollada o está subdesarrollada, sino de comprender cómo intelige cada uno en diferentes circunstancias: eso es la noología.
[2. Elementos intelectuales empleados en la noología]
La noología es un análisis multinivel en el que se usan los siguientes campos, disciplinas y métodos.
[2.1. La filosofía]
En noología empleamos la filosofía. Un conocimiento mínimo de filosofía es necesario para entender lo que está aconteciendo, y es que la filosofía es el espejo del intelecto. Al estudiar filosofía nos ahorramos tiempo para estudiar al otro, la política o la historia, porque todo está en contacto con la filosofía: todo se le presenta simultáneamente. Así, si leemos la Historia de la filosofía, estamos leyendo la Historia de la humanidad. ¿Por qué? Porque inteligir es lo humano y los filósofos consagran toda su vida y todos sus esfuerzos a dicha actividad; entonces, claramente, ellos son más humanos que todos los demás. Hacen lo mismo que todos, pero de una manera especial: están concentrados en la humanidad de lo humano. Los demás participan también: podríamos decir que todo hombre es filósofo, pero el filósofo es un hombre completo, consumado y perfecto, pues se dedica al principal fin del ser humano: inteligir o pensar. Por este motivo, la filosofía es tan importante para la noología.
[2.2. La historia de las religiones]
La Historia de las religiones, también, es muy importante dado que la religión es otra forma de intelección: la religión se fundamenta en las premisas del intelecto. Así, sin al menos algún conocimiento de las diferentes religiones, no podríamos entender la noología, y es que la religión es también el espejo del intelecto. Hay una proyección de nuestro intelecto en los dioses, en las relaciones entre la razón del ser y la fuente del ser, la creación, Dios, el tiempo, y muchas otras cosas religiosas que reflejan la estructura del noûs. Por tanto, en noología, necesitamos saber un poco de religión.
[2.3. La geopolítica y la Historia universal]
Para la noología es, asimismo, importante y necesario —tal vez algo nuevo aquí— tener algún conocimiento de geopolítica, pues la geopolítica es la concreción de la civilización. Es una especie de generalización: si [no] descubrimos la posición geopolítica de algún intelectual o pensador, no podremos entender lo que quiere decir. Y es que todos estamos definidos no solo por la tradición filosófica y religiosa, sino también por nuestra posición en el mundo y por nuestra manera de inteligir o pensar: nuestra propia noología cultural está definida por nuestra posición geopolítica. Si pertenecemos a la civilización del mar o a la civilización de la tierra, por ejemplo, inteligiremos o pensaremos de manera diferente. La posición en el mapa geopolítico del mundo es muy importante para interpretar concretamente el intelecto. De este modo, la geopolítica es absolutamente indispensable del mismo modo que lo es la Historia universal: necesitamos conocer la Historia de los diferentes pueblos y culturas.
[2.4. La sociología]
Igualmente, necesitamos tener conocimientos básicos de sociología porque la sociología es la disciplina que muestra hasta qué punto nuestra forma de ser está condicionada por la sociedad. Esto es significativo, pues la sociedad es una forma considerable de autorreflexión: si conocemos o inteligimos hasta qué punto la sociedad y sus principios están en nosotros, descubriremos que nuestra individualidad u originalidad es casi nula: una cantidad casi inexistente. Todo en nosotros es, pues, conformado por la sociedad. Creemos, por ejemplo: “yo estoy pensando en esto”, pero no es un “yo” el que piensa, es la sociedad la que piensa a través nuestro. De allí que la sociología sea muy importante.
[2.5. La antropología]
La antropología, principalmente la nueva escuela antropológica de Franz Boas y Claude Lévi-Strauss. La antropología moderna muestra cómo la tradición étnica, la condición de los seres vivos, la naturaleza, la cultura, y el equilibrio entre la naturaleza y la cultura condicionan los valores de cada sociedad y cuán diferentes son en cada uno de ellas. Esa es una ganancia muy importante de la antropología moderna. La antigua antropología del siglo XIX se basaba en la teoría de la evolución. [De acuerdo con esta última] todos estarían en desarrollo: habría [así] sociedades desarrolladas y sociedades subdesarrolladas. La antropología moderna [en contraste] muestra que no existe tal cosa como el desarrollo. Hay, sí, diferencias, y al estudiar las sociedades arcaicas podríamos descubrir una sociedad más compleja que la nuestra, pero eso es algo completamente diferente: no es que estén en situación de subdesarrollo. No describen, pues, etapas “infantiles” de una misma cultura universal. Tal vez sea una etapa madura, “infantil” o antigua de otra cultura diferente que debemos estudiar cuidadosamente sin proyectar nuestras propias creencias sobre ellos. Esa es la ganancia de la antropología moderna y uno de los principios fundamentales de la noología y la noomaquia —hay [también] una etnosociología que une etnología y sociología.
[2.6. La teoría de la imaginación]
La teoría de la imaginación —recomendaría encarecidamente leer los libros de Carl Gustav Jung, Gaston Bachelard, pero sobre todo a Gilbert Durand (autor francés) sobre la sociología de la imaginación. Sus métodos y sus enseñanzas se utilizarán en nuestro curso como una especie de base metodológica. Explicaré, luego, en breves términos en qué consiste la sociología de la imaginación de Gilbert Durand —he efectuado un doctorado sobre la sociología de la imaginación la cual será de utilidad.
[2.7. La fenomenología]
La fenomenología —les recomiendo estudiar a Martin Heidegger y a Edmund Husserl. La idea más importante de la fenomenología es que todo aquello en lo que pensamos o inteligimos existe solo en nuestra consciencia o intelecto; [incluso] las cualidades de los objetos pertenecen a nuestro intelecto. Entonces, lo que está más allá de ello es [solo] algo que podemos suponer [pero de lo cual] no hay ni pruebas ni cualificaciones: es casi nada. Por ejemplo, la existencia o la no existencia de un objeto fuera de nuestra percepción no cambia absolutamente nada nuestras relaciones con ella. Esa es la ley principal de la fenomenología desarrollada por Husserl y Heidegger y otros tantos filósofos de la misma línea. Los objetos solo están presentes dentro de nuestro intelecto y de nuestro proceso intelectivo.
[2.8. El estructuralismo]
El estructuralismo de Ferdinand de Saussure, Lévi-Strauss y Paul Ricoeur también es muy importante porque representa un método filosófico que explica que todo existe en las estructuras. La estructura es algo invisible pero que define el significado. La lengua es, pues, mucho más importante que el discurso o las cosas que se dicen en [ese] idioma. El lenguaje predefine lo que vamos a decir; entonces, lo que estamos diciendo son solo citas de una lengua y de su diccionario: nuestro discurso, del que solemos creer orgullosamente que es algo original, es simplemente eso. Decimos, por ejemplo, “vamos al cine” del mismo modo como decimos, por ejemplo, “seamos el mundo”, “seamos la luz” o “la anunciación de Dios desde la nada, desde el vacío”, pero todo ello constituye una mera cita repetida de lo que ya dijeron otros tantos hombres y mujeres. Decir, así, “vamos al cine” es solo citar, y eso lo define la estructura del lenguaje: hay cero originalidad en eso. Lo mismo ocurre con todos nuestros juicios, con todas nuestras palabras y discursos: [solo] estamos repitiendo las cosas que ya fueron dichas millones y millones de veces por otros antes que nosotros. No hay un autor [original], [solo] hay repetición de la estructura: es el lenguaje el que habla por sí mismo. Ese es el concepto y la filosofía del estructuralismo, y es un aspecto metodológico significativo e importante que usaremos para la noología.
[2.9. Otros elementos]
Finalmente, algunas recomendaciones. Como en La Cuarta teoría política, sugiero [nuevamente] leer a Heidegger, a los filósofos de la escuela tradicionalistas como René Guénon y Julius Evola. Sobre el género y el matriarcado, a Bachofen. Esto último es muy importante dado que el estudio del matriarcado es una parte esencial de la noomaquia —explicaré [luego] el motivo—, Bachofen escribió un libro básico y clásico titulado Muterrecht (La Ley de la Madre) sobre cómo era el matriarcado mediterráneo pre-indoeuropeo. Asimismo, sobre la antropología moderna estructuralista y la etnología, como ya lo he mencionado, a Georges Dumezil y a Claude Levi-Strauss. Son todos estos, más o menos, el tipo de campos, métodos y escuelas que usaremos en la noología.
[3. El fundamento metodológico de la noología]
Sobre aquello hay muchos estudios más, estudios [incluso] multidisciplinarios, de modo que hasta aquí no hay nada [completamente] nuevo ni nada concreto en todo lo que acabo mencionar. Pero, ¿cuál es la originalidad de la noología que presento aquí? Este es el punto más importante. Todas las disciplinas, métodos y campos de estudio mencionados son auxiliares [pero] que nos ayudan a comprender: son herramientas. Pero, ¿cuál es el método principal?
[3.1. Un Noûs y tres Lógoi]
El método principal es el concepto, parcialmente nuevo —y explicaré por qué—, sobre la existencia de tres Lógoi. Mi idea es que el Noûs, en tanto que Intelecto, Mente o Pensamiento, se manifiesta, ni más ni menos, en tres distinguidas y formas diferenciadas. Esto es, claro, una aproximación como cualquier enfoque metodológico: lo que algunos franceses llaman “grilles de conférence”: una forma de lectura que, si la aceptamos, todo se ordenará en el contexto de este enfoque metodológico. Entonces, [hay] un Intelecto o Noûs y tres formas [o manifestaciones] principales —con muchas subdivisiones y muchas otras formas incluidas [a su vez] en estas tres formas generales principales o globales del proceso intelectivo— que yo llamo Lógos: un Noûs y tres Lógoi —sobre la forma en que estos tres Lógoi se relacionan con el Noûs lo dejamos fuera de cuestión por ahora, pues es [una problemática] demasiada metafísica que para nosotros no es tan importante. La idea principal es que el Noûs no puede manifestarse sin pasar por estos tres Lógoi: no hay intelección fuera de estos tres Lógoi.
[3.2. Los tres Lógoi están presentes en cada cultura en distintas proporciones]
A estos tres Lógoi los podemos encontrar en cualquier cultura. Las culturas no están destinadas a tener uno [solo] de ellos. Tampoco hay una jerarquía entre estos tres Lógoi: encontramos los tres Lógoi necesariamente en cualquier tipo de cultura. Ese es el resultado de mi trabajo y el resultado de otros tantos estudios e investigaciones. Partí de la hipótesis de que, tal vez o tal vez no, los podíamos encontrar en cualquier cultura. Después de estudiar diversas culturas del mundo, incluidas las más arcaicas de Oceanía, de África, del sur de la India y de Norteamérica, he llegado a la conclusión en la que se confirma dicha hipótesis. En cualquier cultura y en cualquier sociedad, arcaica, moderna o posmoderna, europea o no europea, en cualquier época y en cualquier forma de sociedad, podemos hallar estos tres Lógoi en diferentes proporciones y en diferentes equilibrios. Pueden combinarse de muchas maneras, en millones de formas (es dinámico), pero están presentes en todas partes. Ninguna cultura, ningún pueblo, ninguna religión, ninguna región podría decir “tenemos este Lógos y solo este, o [solamente] estos dos”. Cada cultura tiene los tres Lógoi, eso es lo importante.
[3.3. Virtud de esta metodología: respeta la diferencia de las culturas y la dignidad humana]
Esto muestra [además] que no podemos “reconstruir” una jerarquía entre las culturas o los pueblos, porque los tres Lógoi se combinan entre sí de maneras completamente especiales y la forma de combinación es propia de cada cultura. Eso constituye nuestra historia, nuestra identidad más profunda como pueblo, nuestra cultura, religión: todo ello consiste precisamente en estas combinaciones y en los cambios de equilibrio de estos tres Lógoi. Así, dado que hay tantas formas de combinarlos, hay ilimitadas posibilidades de sociedades humanas. No hay, pues, forma de crear una jerarquía. La sociedad arcaica puede estar dominada por un Lógos y la moderna por otro y viceversa: no existe una regla general que sea universal.
Esto es un punto muy importante porque muestra que en nuestra ciencia, metodología, política y cultura, estamos lidiando con una especie de enfoque colonial racista en el cual solo estaríamos proyectando nuestro propio Lógos como algo universal. [Pero] un estudio cuidadoso de la cultura muestra, pues, que eso es ilegítimo. El racismo es la idea de decir: “mi Lógos o mi cultura particular es la universal” sin estudiar al otro y sin preguntar a los otros. Luego de haberlo asumido [precipitadamente], luego de declarar que nuestra cultura es la universal, nos ponemos como ejemplo para los otros. Entonces llegamos a la disyunción: los otros o bien son iguales a nosotros o bien están subdesarrollados [i.e., en proceso de ser iguales a nosotros]. Eso es precisamente el caso de la civilización europea moderna y el nuestro en tanto que pertenecemos a ella. Si aceptamos eso, estamos adoptando una actitud racista hacia la Historia, hacia el pasado: hacia nosotros mismos.
Estamos afirmando: “eso es lo universal, es la única manera de desarrollo y todos se dirigen a ese camino. Sólo hay una cultura y un Lógos: el nuestro, y nuestro Lógos es el universal y la medida de las cosas”. Eso es completamente erróneo e ilegítimo: se basa en una precipitación de nuestra propia mismidad. No sólo existe el racismo biológico abierto; el liberalismo moderno, el comunismo y cualquier forma de globalización [también] son absolutamente racistas, y es que estos se basan en la universalización de su propia experiencia histórica, de una [sola] parte de la humanidad que es puesta como el todo de la humanidad y como el fin. Por ejemplo, ante los ojos de los globalistas, ¿quién sería el negro africano? Sería el hombre en vías de ser un hombre blanco, moderno, capitalista, liberal, europeo, eurocéntrico. Sería, pues, una suerte de europeo [incompleto] en vías de subdesarrollo: no es [valorado como] el representante de una cultura que sigue su propio camino. Y, [bajo] la idea moderna de tolerancia [solo] deberíamos de tolerarlo en tanto que imperfecto, inválido, algo en camino a ser como nosotros mismos: eso es completamente racista. [Al hacerlo] no reconocemos al otro como un ser humano completo, perfecto y diferente a nosotros. Aquellos piensan que todos van por su camino, que todos están obligados a seguirlo y que no hay otro camino; entonces, tienen lástima [a los que no son como ellos]. Hay una película muy interesante de Werner Herzog: Where the Green Ants Dream (1984). Muestra que la gente de Australia no solo no puede seguir el paradigma occidental, sino que tampoco quieren hacerlo. Están siguiendo su propio camino diferente al occidental y esa es la decisión de su cultura. [Muestra un] choque de la visión racista anglosajona de la historia contra esa visión aborigen australiana de su propia identidad: no son occidentales de segunda categoría, son australianos de primera clase por sí mismos.
Ese es el aspecto ético de la noología. La noología es una lucha por la dignidad humana para cualquier sociedad, sin jerarquías y sin estas proyecciones [pretendidas universales]: es la base de la metafísica anticolonial. Históricamente, muchas doctrinas pretendieron ser anticoloniales: el marxismo, pero, también, el liberalismo. Pero, estas estaban basadas sobre una visión universalista de la historia. Para el marxismo, era necesario [por ejemplo] desarrollar la sociedad africana para hacerla socialista y, así, llegarían a serles iguales, aunque [para ello] se destruyan sus valores y su ecosistema, pues, en su estado natural, se los considera subdesarrollados. Lo mismo pasa con el liberalismo: el liberalismo y el comunismo son tan racistas como el racismo hitlerista. Esa es la base principal de La cuarta teoría política, a saber, que necesitamos encontrar otra forma fuera de las tres ideologías políticas vigentes. La noología es la base metafísica que muestra la razón por la cual eso es tan necesario, pues al hacer dispares y tratar desigualmente a los demás [i.e., como subdesarrollados], proyectamos un enfoque racista, equiparando lo nuestro como lo normativo y universal. Eso es una violación a la verdad. Es pura lucha colonialista por el poder, pero no entender ni saber nada sobre la verdad: ¡eso es algo completamente diferente! Por esta razón, la noología es tan importante. Es la base filosófica y metafísica de la Teoría del mundo multipolar: el concepto de los tres Lógoi muestra las diferencias que pueden existir por sus múltiples combinaciones en las diferentes culturas.
[4. Deducción de las tres formas del Noûs]
[4.1. Establecimiento de los dos primeros Lógoi]
Ahora bien, ¿cuáles son estos tres Lógoi? Aquí podríamos recordar el concepto nietzscheano de los dioses griegos Apolo y Dioniso. Apolo y Dioniso fueron dos dioses griegos, pero Friedrich Nietzsche no los interpretó [simplemente] como objetos de culto o adoración. Fueron tomados [más bien] como metáforas: como una especie de símbolos o figuras. No es, pues, necesario ser un adorador de Apolo para ser apolíneo, así como no es necesario ser un adorador de Dioniso y participar en sus orgías para ser dionisíaco. Para Nietzsche, ser dionisíaco o apolíneo tenía un significado completamente diferente: ser apolíneo equivalía a ser jerárquico y lógico al momento de entender el mundo, y ser dionisíaco era ser irracional e intuitivo en la comprensión del mundo. De acuerdo con Nietzsche, el primero equivale a una forma de pensar diurno, y el segundo, nocturno, auroral o crepuscular.
Nietzsche dividió las culturas en dos tipos: apolíneas y dionisíacas. Muchos otros autores, tomaron esto de Nietzsche y lo desarrollaron, y ahora es casi un lugar común en la Historia y el estudio de las culturas. Nosotros seguimos a Nietzsche y sostenemos que existe un estilo dionisíaco y un estilo apolíneo, auqnue nosotros vamos aún más allá [que Nietzsche]. Podemos afirmar, lo concedo, la existencia del Lógos de Apolo y la del Lógos de Dioniso. El Noûs (intelecto, mente, pensamiento) se expresa, entonces, a través del Lógos apolíneo y dionisíaco. Esto suena como una aproximación nietzscheana, pero eso es porque en este aspecto me inspiro en Nietzsche.
[4.2. Primera deducción: del Lógos luminoso al Lógos oscuro]
Tratando de descubrir el Lógos dionisíaco, escribí una especie de precuela para la noomaquia que se titula En busca del Lógos oscuro. Mi idea era concebir una Historia de la filosofía que no parta del punto de vista apolíneo, el cual prevalece y domina, sino desde el segundo Lógos: componer una Historia de la filosofía a partir de una lectura dionisíaca. Todos sabemos exactamente cómo es la lectura apolínea de la Historia de la filosofía: suele coincidir con la Historia de la filosofía canónica. Ya sabemos, entonces, lo que Apolo piensa, pues esa clase de Historias de la filosofía refleja [solamente] el pensamiento apolíneo: Apolo piensa igual a como pensó cualquier filósofo [canónico] a lo largo de la Historia. Mi idea era descubrir cómo habría pensado Dioniso acerca de los mismos temas, las mismas categorías, las mismas oposiciones y relaciones.
Esa fue, también, una especie de invitación de Nietzsche, y un poco de Heidegger. Muchos pensadores posmodernos intentaron hacer lo mismo: trataron de aplicar este enfoque dionisíaco para descifrar [otra] Historia de la filosofía. No es, pues, un intento tan original, pero lo intenté por mí mismo. Yo lo he llamado el Lógos oscuro porque me quedaba claro que, mientras que el Lógos apolíneo es luminoso, el de Dioniso es nocturno, sombrío: oscuro. Entré en el campo de este Lógos oscuro y traté de leer con sus ojos a Hegel, Heidegger, Kant, Platón, Aristóteles, Schelling y otros —todo eso está descrito más o menos en mi libro En busca del Lógos oscuro, que es la precuela o el volumen cero de la noomaquia— en la investigación metafísica, ya no con la idea que tenía antes; trabajando con esta tarea de imaginar una Historia alternativa de la filosofía basada en el enfoque dionisíaco, descubrí, en la práctica, una base muy importante de toda noomaquia.
[4.3. Segunda deducción: del Lógos oscuro al tercer Lógos: el Lógos negro]
Hay algunos fenómenos culturales, en la religión, en la filosofía, en la Historia de la filosofía misma, en la ciencia, en el arte, en la psicología humana, en el inconsciente que, de hecho, claramente no encajan en el campo del Lógos dionisiaco. Notoriamente, algunos encajan en el Lógos apolíneo, pero hay otras áreas que están fuera de este y no se ajustan, pero, al mismo tiempo, tampoco encajan bien en el Lógos dionisiaco. Eso fue una especie de descubrimiento práctico-empírico en el campo de la metafísica: hay algunos campos conceptuales, por ejemplo, la filosofía de Heráclito, la de Demócrito, la teoría atomista o la teoría de la ciencia moderna, que no son en absoluto ni apolíneos ni dionisíacos.
Buscando al Lógos oscuro me topé con que había algo [más] fuera de este nuevo Lógos dionisiaco. Ahí estaba el tercero: detrás del Lógos de Dioniso se ocultaba algo más que permanecía a sus sombras. Si Dioniso era la sombra de Apolo, existía, entonces, la sombra de la sombra. A eso yo lo he llamado en mis estudios el Lógos de Cibeles. Cibeles es el nombre de una diosa madre muy antigua de Anatolia equivalente a la diosa griega Rea. Antes de los hititas existió un pueblo preindoeuropeo muy especial, el de los hattianos, y el idioma indoeuropeo de los hititas adoptó [luego] a esta diosa y la integró a su propio contexto religioso; después de eso, los frigios también desarrollaron el culto a Cibeles. Eso era un círculo muy interesante cuyo concepto se basaba en la castración ritual del varón y el gobierno de la Gran Madre. Los sacerdotes de Cibeles eran convertidos en eunucos: esa fue parte de la gran visión del matriarcado en el cual la posición del varón es completamente diferente a la que conocemos.
Ello es completamente distinto a la posición dionisíaca porque Dioniso, en su culto, es el centro de interacción de las bacantes, de las mujeres, pero, a su vez, de los hombres: es la presencia del hombre en el centro de la existencia humana. Dioniso no es trascendente como Apolo, es inmanente, pero sigue centrado en el espíritu: es la inmanencia del hombre, el hombre-dios o dios como hombre. De este modo, esta presencia es una especie de presencia inmanente en la trascendencia. Dioniso no es la oscuridad, no es el Lógos negro, es la presencia de la luz en la oscuridad: una especie de sol nocturno. Es el hombre dentro de la existencia inmanente, ctónica, femenina: es, pues, el punto masculino en la realidad femenina. Es una especie de rayo del sol que atraviesa la oscuridad y que arriba hasta el centro de la oscuridad [misma] para crear un nuevo amanecer: ese es Dioniso. De este modo, aquel no podría identificarse ni con lo negro ni con el caos [propios de Cibeles].
Las orgías y todos los ritos, cultos, y todos los temas relacionados con Dioniso no son tan fáciles de interpretar. No es [simplemente] una inversión del orden apolíneo: no fue una especie de revolución. Dioniso es lo mismo que Apolo, con la diferencia de que no viene de día sino de noche: es el varón en la noche, la luz en la oscuridad. Es un tipo de sol que se pone al atardecer para reaparecer nuevamente por la mañana. Pero cuando este pasa, el momento de la medianoche, es invisible, está escondido, ya no hay sol en medio de la noche, pero este sol sigue allí. Si fuese a estar absolutamente ausente, ya no habría ni un mañana ni un amanecer. No es el sol diurno, Apolo o Helios, sino el sol de la noche. ¿Dónde está el sol cuando no hay sol? ¿Dónde está el cielo cuando no hay cielo? ¿Dónde está el [elemento] varón cuando no hay varón y sólo [hay] oscuridad, tierra, inmanencia, materia y principio femenino? Está escondido, pero es, sigue allí. Ese es el Lógos dionisíaco. Este crea un nuevo tipo de visión dinámica, una especie de equilibrio entre los géneros y, en metafísica, el equilibrio entre la trascendencia y la inmanencia, entre el cielo y la tierra: es el cielo terrenal o la tierra celestial. Él es una combinación de oposiciones: es dialéctica. Eso es el Lógos dionisíaco.
Ahora, para entender correctamente lo que el Lógos de Dioniso es, necesitamos introducir un tercer Lógos, y aquello es algo que cambia por completo todos los demás conceptos y teorías preexistentes. El tercer Lógos es, pues, algo absolutamente novedoso. Ello es un rasgo esencial de la noología que yo propongo: existe un tercer Lógos, el negro: el Lógos de Cibeles.
[4.3.1. Motivo por el cual el Lógos negro no pudo ser planteado antes: el machismo de los dos primeros Lógoi]
¿Por qué se descubrió tan tarde el Lógos de Cibeles? ¿Por qué antes nadie había hablado de tres Lógoi? Cuando comencé a tratar de comprender, de resolver este problema metafísico, descubrí algo muy interesante. Para el dominante Lógos de Apolo, este tercer Lógos no podía existir. Ver la realidad desde el punto de vista puramente apolíneo impide ver algún otro Lógos más allá de sí mismo, porque el concepto apolíneo es exclusivista, puramente masculino y basado en una especie de equivalencia: el ser humano en tanto que varón es hombre, y ser varón y ser humano es lo mismo [no hay más]. Así, todo aquello que no encaje dentro de este concepto no tiene derecho a pretender llamarse Lógos. En consecuencia, el Lógos solo puede ser Apolo representado por el ser humano y [concretamente] por el varón. Todo lo que no es masculino (lo femenino, por ejemplo) y que no es lógico, no pertenece, así, al Lógos y tampoco pertenece al ser humano: sería una especie de bestia o cualquier objeto, pero no el sujeto, el sujeto solo puede ser apolíneo.
La idea nietzscheana de ampliar el concepto de Lógos y de dotar el estatus de Lógos también a Dioniso ya suponía una revolución absolutamente crucial, pues ello mostraba un acercamiento diferente al Lógos. Ahora, con Dioniso hemos descubierto que podía haber, además de un enfoque apolíneo, incluso, uno más. Pero ambos, para el enfoque apolíneo y para el enfoque dionisíaco, no podían dejar que el tercer Lógos sea, pues ambos, además, son masculinos: ya sea que sea visible qua apolíneo u oculto qua dionisíaco, exclusivo qua apolíneo o inclusivo qua dionisíaco, pero son, al fin y al cabo, Lógos masculinos. Mas, el Lógos de Cibeles no lo es, no es masculino, y desde el punto de vista privilegiadamente masculino, nunca podría ser un Lógos. Por lo tanto, este Lógos pasa desapercibido o [simplemente] como una especie de ruido (no como un discurso [inteligible]): para los oídos del varón metafísico, lo que dice la mujer solo es ruido, no habla, es algo como, por ejemplo, el sonido de la naturaleza —que podrá ser hermoso o menos hermoso, eso depende.
Ese es [el caso del] platonismo [como una pura] filosofía apolínea. Hay ideas que están arriba e imágenes o íconos que están abajo: existe una verticalidad. Está el padre [ por un lado] que es ejemplo eterno y paradigma y está [por otro lado] el hijo, que es una especie de imitación fenomenológica del padre y, adicionalmente, está la χώρα (khôra), la materia que no tiene cualidad. Y la definición más importante del enfoque apolíneo del Lógos es que más allá del Lógos no hay nada [más]. Más allá del padre o del hijo o de la materia que no tiene cualidad, [solo “está”], pues, la nada, el no-ser, la oscuridad. De este modo, está el Lógos del padre que es apolíneo, está [también] el Lógos del sol inmanente, que es el Lógos de Dioniso, y está el no-Lógos, porque este enfoque es completamente machista: pertenece a una tradición patriarcal y por eso no deja que la otra parte de la realidad tenga Lógos. De este modo, lo negamos y por eso permanecía muy escondido.
[4.3.2. Cómo plantear la posibilidad del tercer Lógos: mediante la deducción a partir del Lógos oscuro]
Solo comenzando a aplicar, a establecer, a describir una aproximación a la Historia de la filosofía dionisíaca es que descubrimos que hay algo [más] por debajo de la frontera inferior de la [misma] visión dionisíaca. La aproximación dionisíaca no es, pues, castración, no es el tipo de disolución de la Gran madre: [la aproximación dionisiaca] consiste en bajar a las profundidades del infierno para resucitar (una idea muy dionisíaca), descender para ascender, caer para volver al cielo, es el sacrificio y es la muerte, pero para resucitar. Es, pues, algo completamente diferente: un ir de arriba hacia abajo para retornar [nuevamente] hacia arriba. Dioniso es la versión contraria del Lógos apolíneo que es completamente diferente y crea una estructura diferente: es la otra inclinación del Noûs. Tal vez sea el mismo Noûs, pero la forma es completamente diferente.
Al comenzar a trabajar seriamente en el Lógos dionisíaco, descubrí, pues, que hay algo más. Fue una especie de descubrimiento metafísico que, en primer lugar, fue, en un sentido filosófico, una especie de iluminación y revelación, pero después de haber pensado en eso, he llegado al punto en el que podríamos usarlo. Podríamos ir más allá de la frontera apolínea y dionisiaca y reconocer un Lógos más, una tercera forma del Noûs: un tercer Lógos, el Lógos de Cibeles. Después de eso todo entra en armonía: después de eso tenemos ya una explicación completa de todas las versiones posibles de las culturas, las filosofías, las religiones y las relaciones entre ellas.
[5. Descripción pura de los tres Lógoi]
De este modo, podríamos imaginar cómo el Noûs se divide en tres formas, en tres Lógoi. Estos tres Lógoi, cada uno de ellos, crean, por sí mismos, uno o varios mundos. Entonces podemos vivir en muchos mundos apolíneos, en muchos mundos dionisiacos, y podríamos vivir [también] en muchos mundos cibelinos. No hay un solo mundo: hay multitudes, multiplicidad, una pluralidad de mundos apolíneos, de mundos dionisíacos y de mundos cibelinos [que] están incrustados unos en otros, que están fusionados unos en otros, y representan un contenido muy rico de las culturas, del pensamiento, del arte, de la Historia: descubrimos inmediatamente el tesoro espiritual del intelecto humano que no es [pues] un caos. [Antes de pasar a] las relaciones internas entre estas podemos describir las formas puras de estos tres Lógoi.
[5.1. El Lógos luminoso de Apolo]
¿Cuál es el universo de Apolo? Es la idea de que todo es creado de arriba hacia abajo. Todo sería una especie de proceso descendente. La filosofía platónica es tan actual —siempre ha sido absolutamente actual— porque es la forma más acabada de perfeccionar este Lógos apolíneo: el platonismo es lo mismo que el Lógos apolíneo.
Entonces, en cualquier clase de Lógos de Apolo en cualquier cultura, habiendo tenido contacto con el platonismo griego o no, creará la misma versión apolínea. Descubrí, por ejemplo, en el Nilo sahariano africano, sin vínculos con Grecia, una tradición muy arcaica del Lógos de Apolo exactamente con la misma idea: está el dios Padre que lo ha creado todo, el pueblo que es su hijo y que desciende del cielo para retornar [nuevamente] a él. No hay [propiamente] dimensión terrestre en ese proceso: la tierra es la línea más baja del descender para el retornar.
Es una pura actitud patriarcal. Todo se basa en el honor, en la batalla, en la lucha contra la muerte y la oscuridad: todo hombre es un hombre de luz. Es una especie de jerarquía interna de la sociedad basada en esta línea [vertical]. Esa es [por ejemplo] la visión ruso-serbia feudal tradicional europea platónica de la sociedad; [también] para los shilluk, para los nuer, para las tribus dinka del pueblo Nilo sahariano o para los demás pueblos africanos del África occidental en el pueblo yoruba, tenemos la misma visión puramente platónica. A veces hay algunas que [creen que los] paradigmas existen en las estrellas y con lo que tratamos [en el mundo terrestre] son los reflejos o espejos fenomenológicos de lo que está pasando por encima de las estrellas.
Así, existe un platonismo que no solo es el producto de los textos o Diálogos de Platón, sino que hay un Lógos apolíneo que no requiere necesariamente haber tenido un contacto con Platón. Por ejemplo, la tradición faraónica del Egipto era, también, la del sol supremo que, desde arriba, bajaba y creaba esta especie de visión piramidal del mundo en el que la base es cuadrada y la parte superior es una unidad. Es un edificio meramente apolíneo en pirámide. Por este motivo el fuego fue presentado por Platón como una pirámide. La pirámide es una especie de fuego que retorna a la cima. El fuego y la luz son, pues, sagrados mientras que nosotros somos hijos de la luz: de este punto [resulta] el patriarcado, el dominio absoluto del principio masculino y la sumisión del principio femenino, y todas las [demás] cosas apolíneas.
Así, el Lógos de Apolo no se deriva [solo] de las personas que leen a Platón o que han aplicado los textos de Platón a sus sociedades. [Solo] parcialmente ese fue el caso: no podemos explicar [cada] sociedad apolínea [solo] con la lectura de Platón. Platón es [solo] una parte. Explicaré en las futuras lecciones lo que era concretamente la filosofía de Platón, lo importante ahora es que el Lógos apolíneo es un Lógos que no es [solamente] platónico. Platón es [él mismo] un reflejo o espejo de este Lógos; una excelente forma de expresarlo: es arte perfecto o revelación de este Lógos en la forma más completa. Por eso, es la mejor introducción al Lógos apolíneo. Pero ello no es una creación de Platón, es una creación del Noûs. Es la forma como el Lógos apolíneo funciona en el Noûs y cómo se revela y se manifiesta a sí mismo. No es, pues, una creación artificial de alguna mente o intelecto humano. El intelecto o mente humana puede seguir la línea de Apolo y puede ser platónica. Podemos ser platónicos natos si este Lógos rige en nosotros, en nuestra cultura, en nuestra religión o en nuestro sistema de valores. Define nuestro mundo [cuando] consideramos al cielo más que la tierra; entonces, estamos [hechos de] luz sin peso y adoramos, por ejemplo, a las criaturas aladas y los ángeles o a las aves o nuestros dioses son transparentes que viven en el aire, en el cielo o en las nubes. De este modo, nuestra tradición indoeuropea cristiana sería apolínea. Platón era parte de esta cultura [y no al revés]. Casi toda la cultura griega, antes de Platón, después de Platón y no sólo la tradición griega sino [también] la romana, la iraní, la india y la eslava: todas son apolíneas. [Si] pensamos que el mundo es de este modo y que no hay otro mundo, estamos habitando en el mundo apolíneo: nuestra tradición [de hecho] está fundamentada en la visión apolínea.
[5.2. El Lógos oscuro de Dioniso]
El descubrimiento del Lógos de Dioniso constituyó una revolución metafísica espiritual [pues presenta la posibilidad de un mundo] diferente. Podríamos vivir en un mundo distinto con una simetría diferente y una organización diferente, ya no basada en el culto a la trascendencia, [sino] podríamos ver esta sacralidad en la inmanencia.
El mundo dionisíaco está organizado de manera diferente y con significados diferentes para las mismas palabras, para las mismas figuras y para los mismos dioses. En la tradición cristiana, el aspecto dionisiaco está representado por la figura de Cristo. Él es Dios y hombre, es trascendente e inmanente, es eterno —como en el mundo apolíneo donde en esencia todo es eterno— y es histórico, por lo que devino en el tiempo. Si lo consideramos de esta manera, no oponemos el cristianismo apolíneo al paganismo dionisiaco. Entendemos que, en la misma tradición, en el cristianismo, tenemos ambas figuras: la trascendencia de la trinidad de Dios y la inmanencia de Cristo. De este modo, tenemos el aspecto apolíneo y dionisiaco en una situación muy singular.
En otras tradiciones, culturas descubrimos lo mismo: la figura de Dioniso, no con el mismo nombre, pero [sí] con la misma función: con cierta liberación extática. El nombre de Dioniso en la cultura romana [por ejemplo] era Liber (liberación, libertad). Entonces, de lo que se trata es de una liberación del peso de la materia, de este aspecto ctónico de la existencia humana. Esto constituye una especie de ataque a la libertad de Dios: es el ataque de lo humano contra lo divino, del tiempo contra la eternidad. Esa es la esencia del culto o tradición dionisíaco —una especie de herejía en nuestra tradición cristiana. Entonces, estamos en el tiempo, con nuestros cuerpos, y entramos en contacto con lo eterno que es Dios. Es una especie de ataque metafísico, antropológico y ontológico —en el caso de nuestra iglesia, la Eucaristía se celebra con vino (la sangre de Dios) y trigo, y, pues, el pan y el vino eran dos símbolos de los Misterios Eleusinos en cuyo centro estaba Dioniso y Deméter: es la continuación de la tradición simbólica especial arraigada en Dioniso y Apolo.
Cuando vemos el mundo a través del Lógos de Dioniso, tenemos otro mundo. Si vemos el mundo con el Lógos de Apolo tratamos con un mundo diferente: se presentan diferentes simetrías y metafísicas. Por ejemplo, Dioniso es el ciclo alrededor del punto de la eternidad mientras que el Lógos apolíneo es la eternidad misma que procede de la eternidad y regresa a la eternidad. Eso es lo más importante en la idea apolínea: desde la ley eterna, la tradición, algo [que] no debe ser cambiado, la eternidad de la ética, del culto, es la creencia en la eternidad que pretende ser eterna ella misma, aquello eterno que está fuera del proceso del tiempo. El tiempo no es importante, solo el tiempo del retorno es importante: el único tiempo que importa en el caso apolíneo es el retorno a la eternidad, porque el tiempo mismo es su reflejo. Como dice Platón: [el tiempo] es el espejo de la eternidad. La ética del Lógos apolíneo es la de la conversión [ἐπιστροφή], la reflexión hacia el objeto reflejado. Esa es la Idea, que es el arquetipo o el paradigma para la eternidad.
El mundo en el que vivimos, definido por el Lógos de Apolo, se basa precisamente en alguna Idea: en nuestro discurso, por ejemplo, usamos las palabras como si su esencia fuese eterna. Nombramos, pues, las cosas diferentes con nuevos nombres y, en ningún momento, aquellos que son similares. Decimos [por ejemplo] “este libro” como a los demás libros, y los libros en tanto que Ideas existirían eternamente: serían como libros eternos. En nuestra religión hay [también] una especie de proyección pura [de eso]. Está la Biblia [considerada] como el libro eterno, creado y escrito en la eternidad. Todo es eterno en ese libro y el libro [mismo] es eterno: cada palabra que mencionamos [de allí] es eterna en sí misma: existió siempre en el tiempo de Adán. Ese es un tipo de mundo apolíneo muy reconocible para nosotros, ya que, por nuestra educación tradicional, pensamos que el mundo es apolíneo: fuimos educados en la cultura apolínea.
Tratamos [también] con la lógica. Ahora, la lógica desde Aristóteles se basa precisamente en las leyes de la eternidad. Establece: “A = A” y si no hay A, hay una segunda ley: “A o no A” (principio del tercero excluso). Sin embargo, tales cosas no existen en el mundo que nos rodea: ¡todo es doble! Todo existe y no existe, muere y nace, de modo que [incluso] en la física, no se presenta [tal] lógica. La lógica solo describe el mundo apolíneo, el mundo que damos por sentado, con la que nos relacionamos, pero que no existe. Esa lógica es una especie de revelación: solo Dios es Dios mientras que todo lo demás es algo mitad creado por Dios y la otra mitad, nada; de modo que en el universo no hay nada, excepto Dios, donde se cumpla A = A. Eso era lo lógico, algo para nosotros tan natural, algo absolutamente trascendental. Es la esencia del Lógos apolíneo que está ejecutándose dentro de nuestros cerebros, porque está operando dentro de nuestra cultura, formando nuestro eje semántico: el paradigma de nuestra manera de pensar. Ese es el Lógos de Apolo.
Pero, entonces, ¿cuál es el Lógos de Dioniso? Si seguimos con Aristóteles, llegaremos a su descripción de las otras ramas de la ciencia. Descubrimos, por ejemplo, que, al tratar la física, Aristóteles dice que cada cosa —usa la palabra ὄν, ser [ente]— es doble: todo lo que existe tiene forma y materia. Ese es un concepto antilógico: que la unidad sea [al mismo tiempo] doble, algo que está unido. Miramos una cosa, pero en realidad son dos cosas en una sola (materia y forma) y si lo separas, deja de existir. Esa es la física aristotélica: un enfoque dionisiaco completamente diferente del mundo. Aquello ya no lo describe la lógica, sino la retórica en tanto que esa unidad no es exactamente una unidad. No es como [la unidad] lógica, pues implica una dualidad: existen dos cosas en una (la forma y la materia). Por ello, el modo de inteligir o pensar dionisíaco, el Lógos dionisíaco, se manifiesta en la capacidad de pensar dialécticamente, de concebir una cosa como dos cosas a la vez, una y dos, mientras que en la lógica es una o dos.
No es [por un lado] el varón, [y por otro] la mujer. Pensemos en el andrógino. El andrógino no es una especie de suma del varón con la mujer: no es una adición. En el Lógos dionisiaco, hay algo que precede a la existencia de lo masculino y lo femenino. El andrógino no es el resultado de una combinación: es la fuente del género. Eso ya no es una forma de pensar apolínea, sino la manera dionisíaca. El andrógino es una figura de Dioniso, [pues] son dos en uno solo antes de que sean dos [adicionados]. Existe en el medio, en el centro antes que en los polos. En el mundo apolíneo, existe [por un lado] un polo y [por otro] su opuesto, de modo que lo que está en medio es secundario: [simplemente] es aquello que está definido por esos límites, por los dos polos. En los mundos dionisíacos sucede algo completamente diferente: lo que es es lo que está en medio mientras que los polos son el resultado de su proyección, de su creación.
De este modo podríamos vivir en el mundo, en la cultura, en la religión dionisiaca de enfoque dialéctico —la de las dos naturalezas en Cristo (Dios y hombre). Es algo que resulta irracional para la visión apolínea: ¿cómo podría algo ser lo mismo y [a la vez] no lo mismo como sucede, por ejemplo, en la santísima trinidad? Existe una especie de enfoque dialéctico que crea una simetría completamente nueva en la religión, el arte y en la filosofía. Este Lógos dionisíaco es posible y se presenta, mucho más que en la filosofía, en la poesía, en lo sagrado, en el arte, en el lenguaje, no en el lenguaje matemático, sino en el lenguaje humano: en la retórica, no en la lógica. La lógica es apolínea, la retórica es dionisiaca, pues la retórica es precisamente la transgresión de las leyes lógicas. ¿Qué es la retórica cuando usamos alguna fórmula retórica? Intentamos transgredir, poner la parte como un todo: esa es la figura retórica de la metonimia. Todas las figuras de la retórica se basan en este Lógos dionisíaco; por eso, la literatura, el arte, la poesía y lo demás, la mitología más que la filosofía, es el campo privilegiado del Lógos dionisíaco.
Lo fundamental es que aquello no es un Lógos inferior. Platón dispuso sacar a todos los poetas de la πόλις (pólis) ideal porque entiende apolíneamente lo que es dionisiaco. Apolo piensa que Dioniso es una especie de sub-Apolo, algo que podría ser Apolo, algo incompleto: un etnocentrismo apolíneo, racismo apolíneo. Este piensa [pues] que él mismo es el todo y todo lo demás es parte de sí mismo o una especie de imagen a veces pervertida. Entonces, Platón señala: saquemos a los poetas y mitólogos de nuestra pólis apolínea, puramente filosófica, porque pertenecen al mundo de Dioniso y no tienen lugar en la república de Apolo. La República de Platón es la república de Apolo. Los poetas deben ser expulsados porque son considerados impuros en cuanto que son rétores. Tratan con la inclinación: no con la línea recta, sino con las curvas; tratan con la combinación de los elementos estructurados de una manera muy “fantasiosa” (el espíritu artístico, creativo, dionisiaco). Ciertamente, podríamos encontrar líneas apolíneas en el arte, pero la mayor parte del arte y la poesía son puramente dionisiacas: es el reino de la inmanencia y de la retórica.
Es ahí donde podría habitar la filosofía de estilo dionisíaco. En la filosofía contemporánea, la fenomenología es puramente dionisíaca. Descubrí, finalmente, estudiando a Heidegger durante muchos años, que él intentó crear una filosofía dionisíaca. Lo intentó y lo consiguió: desarrolló este aspecto fenomenológico. Su concepto de dasein es puramente dionisíaco, es una especie de inmanencia que no debe ser considerado apolíneamente como una [simple] proyección del ser. El ser es apolíneo, pero el dasein (el ser-aquí/allí o en serbio: “ту биће”) [no]. Y es que, en alemán, esto es lo importante, “da” no significa allí (ту, тамо), tampoco, aquí (ni ту ni тамо), sino “entre” —en la antigua lengua eslava existía una forma que se conserva en el serbio actual: овде биће (овде: ni ту ni тамо: entre). En consecuencia, el dasein no es el ser-allí ni el ser-aquí, sino el ser-entre, pues el allí y el aquí podríamos definirlos independientemente de nosotros, pero el entre es precisamente el punto donde habita Dioniso. Dioniso es el entre (овде), no es el allí como Apolo ni es el aquí en tanto que algo inmanente. Él es el entre, siempre es el entre, en el medio. Entonces el dasein es un término muy dionisíaco en sí mismo (овде биће: ni тамо биће ni ту биће, sino овде). En ruso hemos perdido esta tercera forma gramatical y quizás sea una especie de suerte que en serbio se haya conservado este nombre [i.e., овде] para entender mejor a Heidegger, para entender mejor esta posibilidad dionisiaca de la filosofía: para no pensar o bien desde la parte superior o bien desde abajo, sino desde el medio, para no pensar desde ninguno de los dos polos: hay algo que es en aquel centro, pensar desde el centro, desde el entre. A veces, los filósofos, al tratar de expresar esa idea de Heidegger en inglés, la traducen como tal: ser-aquí/allí, porque no tienen el “овде”, como en el rico serbio.
[5.3. El Lógos negro de Cibeles]
Arribamos, finalmente, al tercer Lógos: el más fascinante. Comparar plenamente los dos Lógoi (el apolíneo y el dionisiaco) fue tan revelador para la creación no de una Historia de la filosofía, sino de dos versiones [de ella]. Por lo tanto, podríamos consultar ya no solo la estantería apolínea sino también la dionisíaca. Si aplicamos este método, no estamos obligados a escribir todos estos volúmenes nuevamente, sino que podríamos hacer una especie de combinación de obras ya existentes, tanto de tradiciones filosóficas como religiosas, y reorganizar [así] nuestro espacio intelectual: develar y remodelar nuestra comprensión de la Historia de la filosofía, y la Historia de la filosofía es la Historia de nuestra sociedad y la Historia de la humanidad.
[Recordemos] el punto importante de la noología: podemos encontrar, del mismo modo, el Lógos de Apolo y el Lógos de Dioniso en cualquier cultura. En consecuencia, cada pueblo, cada cultura, conoce o intelige estos dos Lógoi: no hay un pueblo [exclusivamente] apolíneo ni un pueblo dionisiaco [solamente]. Ahora bien, si observamos sus relaciones, estas no son tan cordiales. Apolo, pues, piensa e intelige de una manera, crea un mundo vertical con una simetría patriarcal y [así] expulsa a los poetas o a los dionisíacos. Hay una especie de lucha entre los dos Lógoi. Un Noûs y dos Lógoi que luchan entre sí. Comenzamos a abordar la razón de la noomaquia: la noomaquia es la lucha del Noûs o la lucha dentro del Noûs. Pero el verdadero aspecto dramático de todo esto se alcanza cuando llegamos al tercer Lógos.
Hay [efectivamente] un novedoso tercer mundo que no crea de arriba hacia abajo, tampoco desde el centro, sino de abajo hacia arriba. Es una nueva simetría. Este es un Lógos perdido, perdido y negado tanto por el Lógos de Apolo como, en menor escala, por el Lógos de Dioniso. ¿Cómo podría ser tal universo, tal mundo creado sobre esta simetría, sobre este Lógos de Cibeles?
El mundo de Cibeles, el Lógos de Cibeles, esto es lo importante, es la de la Gran madre que crea todo desde sí misma: es la ausencia de cualquier principio masculino fuera de la Gran madre. Es la absoluta exclusión: no habría, pues, otro dios más que la Gran madre. Lo único que existiría sería la Gran madre tierra que crea todo desde sí misma y [a su vez] lo mata todo: es, pues, a la vez tumba y cuna. Entonces, no son dos polos separados, sino un mismo ente de la muerte y la vida. La diosa de la muerte y la diosa de la vida, así, es una sola madre que crea, da vida y mata. Ella, por ejemplo, crea al sol, el principio masculino, desde sí misma sin padre [alguno], lo usa como amante, lo emascula, lo castra, lo mata, y [luego] hace que reviva una vez más. Ese es el método cibelino el cual es explicado de múltiples formas en muchos cultos y en muchas veneraciones, pero [en el fondo] hay una especie de filosofía interna, una filosofía muy interesante y muy profunda en la que no hay trascendencia en absoluto. No hay lugar para el cielo: [en la concepción cibelina] el cielo es [solo] una especie de reflejo de la tierra; por lo tanto, cualquier tipo de cielo sería solo un reflejo de lo mismo, de la materia. Estamos llegando a la absoluta inmanencia materialista. La inmanencia de Dioniso no era materialista, era una inmanencia espiritualista: casi siempre estaba en el medio, mitad espíritu y mitad materia, donde ese entre es previo [a lo demás], no es la suma, sino [que es] previo a [todo] ello: antes que la materia y el espíritu.
La Gran madre y el Lógos de la Gran madre es la idea de que esta crea y lo mata todo. No es ni la eternidad [como Apolo] ni el ciclo [como Dioniso]: es algo que se despliega con un poder ciego y absoluto, donde el progreso es concebido como una especie de crecimiento de abajo hacia arriba. Representa una batalla titánica de los poderes y fuerzas ctónicas dirigidas contra el cielo, contra el regimiento del Lógos masculino de Apolo. El Lógos cibelino, así, es el tercero que crea un nuevo mundo el cual es titánico, ctónico, y feminista en cierto modo, y esto no porque haya igualdad entre el varón y la mujer (eso es mucho más dionisiaco), sino porque es el dominio absoluto de la Gran madre sobre todo lo demás.
[6. Conclusión: planteamiento de la noomaquia]
Para concluir, lo importante es que los tres Lógoi que he descrito se mantienen en una lucha absoluta dado que crean [sus propias interpretaciones del] mundo, del sistema, de la sociedad, las culturas, las religiones, de los cultos, de las relaciones, de los valores, de los sistemas políticos. Se basan en puntos de vista completamente diferentes y [además] están en conflicto: eso es la noomaquia.
Ya existía una especie de contradicción entre Apolo y Dioniso, pero entre Cibeles y Apolo, la contradicción llega a su punto más álgido, y es que [cuando se produce] una agonizante titanomaquia o gigantomaquia entre dos posiciones [opuestas, es] porque dos Lógoi están peleando seriamente. Los titanes, los hijos autóctonos de Cibeles intentan asaltar el Cielo y los dioses apolíneos intentan defenderlo. De manera filosófica, es lo que representa Demócrito y Epicuro con sus filosofías: puras filosofías cibelinas. Esa es [también] nuestra ciencia europea de la modernidad: es puramente cibelina. Es una especie de venganza del Lógos de Cibeles tras los miles de años de dominación de Apolo y Dioniso. Habitamos ahora, pues, en una especie de escatología cibelina. Si consideramos ahora no nuestra tradición espiritual, cultural, religiosa o ética, sino nuestra visión científica, [notaremos que] es puramente atomista, materialista, progresista y fundamentada en esta simetría [que va] desde abajo hacia arriba. Así, pues, Cibeles no pertenece [solo] al pasado, al tiempo arcaico: el Lógos de Cibeles es algo con lo que estamos lidiando [actualmente] en nuestra civilización.
En cualquier forma de civilización [recordemos], podemos encontrar los tres Lógoi, los cuales están luchando por todas partes: estamos viviendo dentro de esta noomaquia. No es algo puramente teórico: lo estamos viviendo. Esta noomaquia nos atraviesa, a través de nuestra política, a través de nuestra cultura, a través de nuestra ciencia, a través de nuestra identidad y a través de nuestra cultura. Esto es una especie de cierre de la primera lección y es la parte más importante: los principios más importantes de lo que es [el Proyecto] noomaquia como base de la Teoría del mundo multipolar.
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