jueves, 26 de noviembre de 2020

HEGEMONÍA SANITARIA

Francisco Tomás González Cabañas.

Institución Centro de Estudios Políticos y Sociales “Desiderio Sosa”.

Correo electrónico: franciscotgc@gmail.com

(Tomado de: https://www.brainfacts.org/diseases-and-disorders/mental-health/2020/feeling-scared-and-anxious-during-the-covid19-pandemic-is-normal-heres-why-051420)


Resumen: La democracia formal, inacabada, acotada, incierta, que nos proponen bajo el condicionante de que votemos cada cierto tiempo —como si esta aclamación de mayorías fuera realmente elegir algo—, no tiene como finalidad generar una sociedad democrática o individuos con comportamientos democráticos. La propagación de la imagen, que obtura la posibilidad del significante del suceso, se traduce en un alienante sistemático es parte de la metodología que utiliza la democracia para no ser democracia. Las campañas políticas, con sus múltiples reproducciones, bajo diferentes correas de transmisión (redes sociales, cartelería, afiches, volantes, publicidad audiovisual), no significan nada. Este es, sin duda, el período más antidemocrático. Los recursos mediáticos, a disposición del poder político, a tiro de los mismos, simplemente se disponen como armas para ejecutar políticas públicas cargadas de una violencia exacerbada para generar, miedo o propiciar terror. El miedo de no encontrar respuestas, no se puede traducir desde la institucionalidad en un terror, o una suerte de ejercicio de terrorismo psicológico o institucional para que tengamos en frente, lo de nunca y lo de siempre, nuestra posibilidad de resolver nuestros problemas, sin que por ello, se nos tenga que suprimir u ocluir la libertad. 

Palabras claves: Hegemonía, pandemia, democracia, miedo, poder.


SANITARY HEGEMONY

Summary: The formal, unfinished, limited, uncertain democracy, which they propose to us under the condition that we vote from time to time - as if this majority acclamation were really to choose something -, does not have the purpose of generating a democratic society or individuals with democratic behaviors . The propagation of the image, which blocks the possibility of the signifier of the event, is translated into a systematic alienator is part of the methodology that democracy uses in order not to be democracy. Political campaigns, with their multiple reproductions, under different transmission belts (social networks, posters, posters, flyers, audiovisual advertising), do not mean anything. This is undoubtedly the most undemocratic period. The media resources, at the disposal of the political power, within their reach, are simply available as weapons to execute public policies charged with exacerbated violence to generate fear or propitiate terror. The fear of not finding answers cannot be translated from the institutions into a terror, or a kind of exercise of psychological or institutional terrorism so that we face, the usual and the usual, our possibility of solving our problems, without that because of that freedom has to be suppressed or occluded.

Keywords: Hegemony, pandemic, democracy, fear, power.



A priori puede resultar paradojal, sin embargo, es ratificatorio. Los continuadores del pensamiento gramsciano que acuñó la hegemonía cultural, que se circunscriben en una línea de pensamiento, contra-hegemónica (cuando no emancipadora, como para recrear conceptos desde lo semántico) son los adalides, de la superestructura imperante que determina, pandemia mediante, lo que debe o no realizarse, so pena de aplicar la fuerza de ley, a quienes osen, pensar, exclamar, peticionar o realizar acciones que vayan por fuera de lo dispuesto. El bloque hegemónico constituido, no deja ver (esta es su razón de ser, obturar la posibilidad de observar todo lo otro) los aspectos que bien podrían medirse, estadísticamente (como minuto a minuto se exhiben en el mundo y en cada aldea del mismo, la cantidad de contagios, de enfermos graves y muertos) en relación a los daños, de todo tipo y orden, que producen las acciones tendientes, a mitigar las consecuencias del virus. Dado que nos resulta imposible, precisamente por la eficaz acción contundente, del actual poder hegemónico sanitario en curso, determinar cuántos suicidios, intentos de, agravamiento de enfermedades que se dejan de tratar, dramas laborales, emocionales, económicos y condenas de a millones de sujetos a la pobreza y la marginalidad, generó y sigue generando, la reacción hegemónica ante la aparición de la pandemia, haremos una composición inductiva de algunos hechos que públicamente se dieron lugar en la tierra desde donde esto se escribe.

Tras meses de declarada la restricción que imperó y sigue imperando en todo el globo, como respuesta, insistimos hegemónica desde lo sanitario, en la ciudad de la que, me es muy difícil moverme, se produjeron poco más de doscientos contagios y producto de ello, dos muertes. A casi medio año, la razón hegemónica de su implementación continúa oprimiendo, hasta límites insospechados, para que incluso, podamos pensar, no ya otra cosa, sino otra manera de contemplar el fenómeno. Arrecian, desde el primer día, números, testimonios y toda la parafernalia opresiva que nos dice en todos los órdenes y planos, una y otra vez, en la misma lógica repetitiva y nociva del virus, los contagiados, los enfermos moderados, los enfermos graves y los muertos. Nos los muestran en gráficos, en estadísticas, en fotos, en videos, institucionales, informales, reina en nuestros temores como pesadillas y se nos hace omnipresente, imposibilitándonos el soberano y humano recurso de la esperanza de alguna vez poder pensar y sentir otra cosa, más allá de la pandemia misma, y la única alternativa que la hegemonía nos impone; que sobrevivamos, que significa que podamos morir (incluso matándonos ante la desesperación) de cualquier otra cosa que no sea de las consecuencias del virus. 

Aquí radica el problema. No se trata de que no sea prioritaria la atención de lo que genera la pandemia, sino que no sea hegemónica y con ello, que sea excluyente para todos los problemas no sólo que poseemos como sociedad, sino que se pueden agravar, mediante, la imposición, irrestricta, de una formulación draconiana que disloca, el contrato social tácito de las democracias modernas y las transforma en pactos con cláusulas leoninas. 

Para ir a la comprobación de campo, que se realiza, desde el lugar y con los elementos que permite, que fuga, el establecimiento de la hegemonía sanitaria, referiremos lo siguiente. 

Sin que compartamos lo que consideramos, es caer en la razón instrumental, de leer diagnósticos sociales, bajo el imperativo de lo numérico, cayendo en la falacia de concluir en absolutos, cuando todo es relativo, concederemos igualmente y pese a no concordar, para demostrar el poder omnisciente que impone la hegemonía sanitaria. 

“En los contextos de marginalidad social y urbana caracterizados por sus altos niveles de informalidad, la construcción de lo público como valor de una colectividad previamente asumida, adquiere formas diferentes a otros entornos físicos de mayor formalidad en su configuración territorial no sólo desde la noción de espacio público sino también desde la creación de nuevos espacios habitables donde lo público adquiere otros significados que se corresponden con la propia emergencia desde la que fueron concebidos” contemporaneidad”(Ferretti, M.  Guzmán, R. Díaz Infante, M. “Sobre la territorialización de lo público o la condición emergente del habitar”. Revista Legado de Arquitectura y Diseño, vol. 1, núm. 19, 2016 Universidad Autónoma del Estado de México, México. p, 3).

“Las relaciones de fuerzas en constante tensión que se dan entre lo público y lo privado  en el escenario urbano como procesos individualizadores que se establecen en el territorio para producir valores que permitan socializar los conflictos, es una cuestión crucial al abordar los procesos de conformación de lo público como lugar colectivo de las demandas particulares en la contemporaneidad”. ( Deleuze, G; Guattari, F. 1997. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia II. Valencia: Pre-textos, p. 319).

El ámbito de lo público quedó a merced del virus. Quiénes poseían el monopolio de su administración y de sus reglas de uso, vía el contrato social suscripto para que los gobernantes nos gobiernen, sólo tienen en manos la posibilidad de imponer la utilización de la prohibición o de su dinámica bajo estrictos protocolos restrictivos (las consabidas mascarillas obligatorias, el distanciamiento físico y las regulaciones de aperturas en donde se puedan dar las inconvenientes, cuando no prohibidas aglomeraciones). Este es el principal problema político y de los políticos, que no necesariamente se traduce en el principal problema de los ciudadanos o de la ciudadanía. 

Gobernantes (en los que se incluyen también la “oficialidad” de la oposición) transitan la herida narcisista de tener las manos atadas, de estar a la espera, implorando la salida del “pharmakon” (sea como vacuna o remedio), para que el poder les regrese como la normalidad tan ansiada. En el mientras tanto, en el interregno, en el paréntesis cuál epojé husserliana, que lleva meses y podría pasar el año, los habitantes, los múltiples, las masas, los individuos y los cuerpos, en el sentido deleuziano, estallan en sus disidencias internas que nos habitan y en las que nadie trabaja y de la que muy pocos se encargan. Iremos a ejemplos que clarifican estas dislocaciones. 

Para miles o millones, el ámbito de lo privado, al que están confinados, les reporta un mayor peligro real, que la posibilidad concreta de salir al afuera en donde pueden estar más expuestos al virus. Hablamos de violentados (violentadas), individuos de todo género a los que no se los respeta en su esencialidad o en sus cuerpos sin órganos y que reciben agresiones, cuando no exterminio. Hablamos de quiénes no tuvieron la posibilidad de hacerse con recursos ingentes, ahorros o reservas que les permitan hacer la espera obligatoria que imponen de hecho los gobiernos para esperar el advenimiento salvífico de la vacuna. Hablamos de todos en verdad, a los que de la noche a la mañana, se nos obligó a que cambiemos nuestras pautas culturales y nuestro modo de ser en el mundo y que generan síntomas, existenciales, psicológicos, emocionales que no pueden ser medidos fehacientemente por ninguna estadística conocida ni por conocer.       

El concepto de territorialización y por ende de lo público y de lo privado, es la víctima central en la trama de la irrupción de la pandemia. Lamentablemente el segundo concepto que enferma gravemente es el de la noción de individualidad y por ende de cuerpo.

“No es el sujeto el que explica la esencia, es más bien la esencia quien implica, se envuelve, se enrolla en el sujeto. Mucho más, al enrollarse sobre sí misma, constituye la subjetividad. No son los individuos los que constituyen el mundo, sino los mundo envueltos, las esencias, los que construyen los individuos”. (Deleuze, G. Proust y los signos. Barcelona: Anagrama, 1995, p. 55).

No poder despedir como lo hacíamos usualmente un familiar muerto, es precisamente un resultante del drama señalado. Nuestros cuerpos nos han dejado de pertenecer. Un ejemplo más en clave política. Se produjo recientemente la muerte de dos niñas, sindicadas como miembros de una guerrilla en Paraguay, a manos de las fuerzas militares de aquel país. Ni los supuestos guerrilleros ni la acción represiva del estado, concibieron esos cuerpos como tales. Ante tamaña magnitud del ejemplo, sobraría explicar las réplicas que se dan a diario en muchas aldeas del globo, en relación a quiénes, reaccionan naturalmente, bajo el afán de la “libertad” de protestar en los espacios que antes eran públicos, por las restricciones que se imponen y que no tienen un horizonte claro de hasta donde irán ni por cuánto tiempo. O aquellos que pretenden encontrar una oportunidad de reivindicación, cometiendo delitos contra el también viejo concepto de propiedad (robos, arrebatos y toma de tierras).

Los que aún tenemos ciertas herramientas, nos guarecemos, cuál madriguera, en la virtualidad, de las acciones a distancia, las telemáticas. Los ejemplos claros, en donde trasuntan las nociones de lo laboral (trabajo en casa) y lo educativo nos sostienen por el momento en un presente que oficia como placebo, avalado y amparado por la oficialidad gubernamental, dado que bajo esta apariencia de que “esto pasará”, resguardan para sí, la legitimidad de imponer sus reglas, que tal como expresamos, sólo quedaron en el orden de las prohibiciones o de las restricciones. 

Estamos inmersos en algo mucho más complejo que nuestra propia posiblidad de muerte, como la de millones, la pérdida de ingresos, de empleo o la compulsa geopolítica que pueda subyacer entre  potencias que se disputan el orden mundial. 

Quiénes filosofamos, entendemos que lo mejor (y ahora lo único o prioritario) que podemos seguir haciendo, es brindando propuestas de sensaciones en sentido deleuziano, para reformular lo pensado y lo pensable. Esta es la única razón de las presentes palabras, en este órden y en el sentido que te despierten, que te llegan de esta manera.

“No creo que a la filosofía le falte público ni divulgación, sino que se trata de un estado clandestino del pensamiento, un estado nómada. La única comunicación que podríamos desear, perfectamente adaptada al mundo moderno, se conformaría según el modelo de Adorno (la botella arrojada al mar) o según el de Nietzsche (la flecha que un pensador lanza para que otro la recoja)” (Deleuze, G. Conversaciones, Valencia: Pre-textos, 2006, p. 244).

Insistimos en que no pretendemos analizar las situaciones en términos excluyentes, ni tampoco, arguyendo que el tratamiento de la pandemia, no debe ser prioritario. Simplemente expresamos que no debe, ni puede, ser establecido desde la superestructura que detenta el poder, como un dispositivo hegemónico. 

La muerte nos iguala, no podemos concebir, ni mucho menos tolerar, que los muertos de una causa, sean más importantes que los de todas las otras, incluso si alguna de esta, pueda ser producto, por ejemplo del accionar represivo por parte de fuerzas de seguridad que en el afán de hacer cumplir la restricción sanitaria, cometieran la brutalidad de asesinar.

Contamos con otra desventaja singular. Los intelectuales y comunicadores que adscriben o adscribieron a la dinámica de militar en realizaciones contra-hegemónicas, en muchas aldeas occidentales, por el reparto de la distribución del poder, gobiernan o lo hacen mediante los “suyos” y por tanto, se han transformado en edecanes con lustre, de los dispositivos hegemónicos que en sus libros, en sus trayectorias y en sus testimonios hasta antes de la pandemia, se decían combatir o mitigar. Esto último también lo podemos catalogar como otro de los tantos daños colaterales. Incontables intelectuales en verdad no estaban contra la hegemonía, sino en la medida de la proximidad que se encontraban con quienes dictaban los términos de la misma. 

La hegemonía cultural de Gramsci, devino en la actual hegemonía sanitaria. La resistencia seguirá su curso, con otros actores y formas, mal que les pese, a los que, ciega e irracionalmente, pretenden, hegemonizar también los términos, los conceptos y las palabras. 

 

Referencias Bibliográficas.

Deleuze, G. “Conversaciones”. Pre-textos. Valencia. 2006.

Deleuze, G; Guattari, F. “Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia II” . Pre-textos.

Valencia. 1988.

Deleuze, G. “Proust y los signos”. Anagrama. Barcelona. 1995

Ferretti, M.  Guzmán, R. Díaz Infante, M. “Sobre la territorialización de lo público o la condición emergente del habitar”. Universidad Autónoma del Estado de México. México. 2016. 

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